Diario de León

un eficaz guardián del ganado

El mastín de León se exporta al mundo

Más de 1.200 cachorros de mastín español se registran cada año en los organismos oficiales, aunque son muy pocos los dedicados a funciones de guarda contra el lobo en el campo y que ahora demandan ganaderos que vienen a la provincia desde Alemania, Francia y otros países

Uno de los mastines de Abelgas de Gregorio Fidalgo Tejedor.

Uno de los mastines de Abelgas de Gregorio Fidalgo Tejedor.

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ana gaitero | león

Al mastín de León le arrebataron el título de la raza, pero no su merecida fama. En 1986, Compromiso II y Tomillo de Aralla, los míticos perros de Emilio Álvarez, saltaron de la majada al podio en la exposición mundial canina de Viena. Un alemán se encaprichó con los perros y pagó un millón de pesetas por cada uno. Se fueron para siempre.

Treinta años después, los mastines de León se van a trabajar al extranjero. Como la juventud leonesa. Los perros son demandados más allá de las fronteras del viejo reino y de España pero no como animal de exposición, sino para su función milenaria: guardar los rebaños. Alemania, Francia, Estados Unidos, Rusia, Bégica, Checoslovaquia son los países de procedencia de algunos de los ganaderos que se han acercado hasta las montañas de Babia y Luna, donde hoy se celebra la Fiesta del Pastor, para conocer in situ a los perros que «no tienen miedo» y que a pesar de su talante tranquilo y sosegado están dispuestos a pelear duro con el lobo y a quedarse con el ganado.

Son perros de «carácter y con apego al ganado», apunta Luis María Fernández, de Los Piscardos, el afijo que Bruselas aprobó para sus perros, de Caboalles de Abajo. Cada año se registran en los organismos oficiales más de 1.200 cachorros de mastín español, nombre oficial de la raza de este perro dedicado a la guarda del ganado, especialmente las ovejas, desde tiempo inmemorial. Un mercado que mueve más de un millón de euros anualmente. La mayoría son para exposición, no para labores de campo, afirma José Ignacio Doadrio, profesor de investigación del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Sin embargo, en la provincia de León los ganaderos trasterminantes —trashumantes entre la ribera y los puertos merineros de la montaña— mantienen en activo cerca de 250 mastines para la defensa de sus ganados. Unos pocos han visto en la cría del mastín la fórmula cabal para contar con los perros ideales para su cabaña, sufragar los gastos que ocasionan y «a veces obtener un valor añadido que les proporciona algún beneficio», precisa Doadrio.

Son a estas explotaciones a las que en los últimos años se han acercado sus colegas desde países como Alemania, Francia, Checoslovaquia e incluso Estados Unidos. «Buscan un perro que tenga apego a las ovejas, que sepa defenderlas del lobo, y a la vez respete a la gente porque en el mismo sitio donde pastan las ovejas se practica el turismo», afirma Gregorio Fildago, ganadero y criador de mastines.

«Los perros tienen que tener carácter, buenos dientes y ser ligeros», apostilla Manuel Morán, ganadero de Barrios de Luna y cuyos mastines llevan la sangre de Tomillo, pues su esposa es hija de Emilio Álvarez, quien en su tiempo se preocupó mucho por la selección genética y el cuidado de sus mastines y llegó a congelar semen de algunos de sus famosos perros. «Era un ganadero y pastor muy respetado, tanto por sus perros como por su buen hacer con las ovejas. En 1984 fué nombrado «Rabadán de Los Montes de Luna»», recuerda Félix García Rodríguez, Aqueda Carea, de la Sociedad Canina Leonesa.

Los cachorros de mastín se venden a precios que oscilan entre los 500 y los 1.200 euros. Un perro adulto «no tiene precio», asegura Fildago. Los ganaderos se preocupan sobre todo por aspectos funcionales y «muy especialmente porque tengan buenos vientos para detectar la presencia del lobo, que muestren apego al ganado y que sean valientes, saliendo de forma ligera y ágil a defenderlo», explica.

En los aspectos morfológicos se valora principalmente que «sean grandes, cabezones, con buenas patas y fuertes», según refleja Doadrio en el estudio que realizó sobre la trasterminancia en León. Si los perros son de pequeño tamaño hay que contar con más ejemplares, lo que repercute en un incremento del coste de su alimentación y cuidados, agrega.

Los trashumantes leoneses tienen una media de siete mastines por cada hatajo de mil ovejas, aunque creen que sería suficiente con cinco. También los usan en Laciana para el pastoreo de vacas. Según el estudio que realizó el biólogo del CSIC «la muerte de perros por el lobo es pequeña y menor la de mastines que matan un lobo». En general, los ganaderos creen que los mastines de ahora son peores que los de antes, lo que el científico atribuye al abandono que se produjo al disminuir la población de lobos hasta el límite de la extinción.

La decadencia del lobo en los años 80 marcó un antes y un después en la evolución de los mastines. Se temió por la extinción de este perro y empezaron a interesarse por su cría desde sectores profesionales. De esta forma, se cedió un «patrimonio genético funcional para una selección morfológica que ha dado un tipo exagerado de dudosa funcionalidad», matiza el investigador.

«Hay líneas más exposicionales y líneas más funcionales que no desdicen en una exhibición, pero en el caso de León la línea de perros de exposición son funcionales y eficaces», asegura el ganadero y criador Luis María Fernández. «Históricamente, todo el mundo que ha querido y quiere buenos mastines viene a León», apostilla Fidalgo.

Lo que puede parecer un canto chovinista, lo corrobora la línea genética de un gran criador asturiano que ha adquirido gran parte de sus ejemplares en León. O la reciente visita de un grupo de ganaderos vascos que busca un perro adecuado para defender a sus vacas del lobo.

La Asociación Española del Perro Mastín Español se creó en 1981 para salvaguardar esta especie ligada a la trashumancia y los tiempos dorados del Concejo de la Mesta, puesto que durante la Edad Media y la Edad Moderna la economía española se basó en el mercado de la lana. Los perros mastines eran los fieles aliados de los pastores en las largas jornadas de la trashumancia desde Extremadura a León.

Del prestigio del mastín y su relación con la aristocracia, que eran los grandes propietarios de los rebaños trashumantes, da cuenta el famoso cuadro de Las Meninas, de Velázquez, en el que aparece un ejemplar de mastín. Un perro cuyo ambiente habitual, como perro de trabajo, es el aire libre, rodeado de ovejas, entre valles y montañas y con un largo camino por delante.

El prototipo más ligero de mastín procede de las medidas biométricas establecidas por la Federación Canina Internacional en 1946, que tomó como referencia a tres ejemplares de la zona central de España. La asociación apunta que la ganadería trashumante usaba un perro de mayor porte, por lo que en 1981 se establece un nuevo prototipo para recuperar el gran mastín.

Durante varios años conviven los dos prototipos y en 1998 la asociación pone en marcha el plan de cría cuyo objetivo es la mejora de la raza unido a conceptos de salud y rigor en la crianza. Evitar la displasia de cadera, es uno de los retos de todos los criadores de mastines. «Los biólogos sabíamos que el lobo no se iba a extinguir y el mastín seguiría siendo necesario para guardar el ganado», apostilla José Ignacio Doadrio. Pero los pastores vendieron muchos de sus ejemplares y se produjo una «auténtica diáspora» de mastines. El resultado es que el prototipo más valorado en las exhibiciones «tiende a la exageración morfológica y se va haciendo menos funcional», apostilla.

Hoy en día, los mastines se necesitan más que hace 35 años. Hay más lobos. Doadrio alaba la iniciativa de los ganaderos que se preocupan de criar sus perros y salud y preservando su funcionalidad como una fórmula adecuada para «su selección y mantenimiento sin que supongan un coste para la ganadería».

Ahora el principal problema de estos ganaderos es encontrar crías de otras camadas para cruzar con sus perros y así evitar la endogamia. «La revalorización de estos perros funcionales que llevan a cabo algunos ganaderos

Más allá de prototipos, el ganadero zanja la polémica: «Hay perros buenos y perros malos». Ignacio Doadrio defiende que «el perro bonito debe ser funcional y el funcional bonito, si falla una de las cosas no es un buen perro».

Los mastines de mayor porte funcionan bien con las vacas, lo que supone una ventaja para guardar estas ganaderías en la montaña con mayor seguridad frente al lobo e incluso frente al oso. «Donde no hay perros en el monte los ganados sufren ataques y el mastín es la herramienta más eficaz, aunque con el oso sea algo más complicado porque se necesitan más perros», aclara Luis María Fernández.

Los ganaderos del valle de Karrantza visitaron varios rebaños de ovejas y vacas en las comarcas de Omaña, Babia y Laciana para conocer de primera mano el manejo que los ganaderos leoneses realizan de los rebaños con la ayuda de sus preciados mastines, a los que consideran la mejor defensa contra el lobo.

«No es la única solución, pero el mastín es una solución muy buena», asegura el biólogo del CSIC. «Los daños bajan», asegura. El mastín, añade, no sólo protege contra el lobo, sino también contra los pequeños mamíferos como zorros, martas y garduñas que son los que se comen los huevos de las aves con las consecuencias negativas que tiene para su reproducción.

Los ganaderos visitaron los rebaños de Gregorio Fidalgo y Violeta Alegre, en Lago de Omaña, la ganadería de los Picardos en Caboalles de Abajo. El autor del Manual de campo del mastín español explicó a los ganaderos el manejo de los ganados con este perro singular por su porte y nobleza.

Hoy los mastines se miden en la Fiesta del Pastor de Barrios de Luna, con un concurso de perros de exposición. El juez es el también Pastor Mayor del año 2015 Ignacio Doadrio. Se celebra también el trofeo Emilio Álvarez al mejor mastín ganadero, organizado por la Sociedad Canina Leonesa, con Eloy Presa García de juez.

El científico anima a los ganaderos a seguir el ejemplo de los pocos que crían mastines para contribuir a la mejora de la raza y mantener la funcionalidad del mastín en activo. De esta forma, «podremos seguir escuchando la frase que con tanto orgullo y tan frecuentemente oímos a los ganaderos trasterminantes: «No hay daños por el lobo porque los ganaderos tenemos buenos mastines».

Un grupo de ganaderos vascos visitó este verano explotaciones ganaderas de León para observar el manejo del ganado con mastines autóctonos.

F. OTERO PERANDONES

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