Diario de León

La mitra de León bendice el sorteo

Las protestas de los loteros y el desfile de frikis como el leonés Juan Manuel López, disfrazado de obispo, agitaron la mañana en el Teatro Real con los perezosos premios dormidos en el bombo

Fiesta en la administración de lotería de Manises que repartió cuatro premios del sorteo. MIGUEL ÁNGEL POLO

Fiesta en la administración de lotería de Manises que repartió cuatro premios del sorteo. MIGUEL ÁNGEL POLO

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Había un deseo intenso, casi loco, por volver a plantarse ante los bombos del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad y oír en vivo y en directo el sonsonete millonario de los niños de San Ildefonso. El Teatro Real volvía ayer a acoger público, tras celebrar el año pasado un sorteo con el patio de butacas desierto. Con aforo limitado y extremas medidas sanitarias y de seguridad, no faltaron los fieles fanáticos de la fortuna que cada año se disfrazan para su cita con esa diosa que llena de felicidad y millones a una minoría y deja a la mayoría confiando en tener buena salud.

Un deseo que, en tiempos de pandemia y ante el implacable avance de la variante ómicron del coronavirus, también era más intenso que nunca. Fuera, una sonora manifestación de loteros cabreados reclamaba actualizar unas comisiones congeladas desde hace más de tres lustros que consideran injustas. A las 9 y 12 minutos, sin incidencias, comenzaban a girar bombos y bolas entre más silencios que aplausos.

Once minutos después Yanisse Alexandra Soto y Luis Alcides Paniagua cantaron el primer premio, un quinto. Fue un sorteo como a cámara lenta y hubo que esperar hasta las 12 y 12 para que Yanisse Alexandra, de nuevo, y Paula Figuereo cantaran el 86148, un Gordo remolón que desde la madrileña estación de Atocha viajó en tren a toda España y que es el Gordo con la cifra más alta de toda la historia del sorteo.

A las siete y medía de la mañana había abierto sus puertas el Teatro Real entre vítores de las apenas 180 personas con acceso a una sala con capacidad para más de 1.700. Hasta cinco días de cola hicieron algunos habituales del sorteo, unos frikis reincidentes como ‘Chuchi’, Jesús Ruiz, que viajó desde Cantabria a Madrid y fue el primero en entrar al Real. Lo hizo disfrazado de «viuda de la Lotería», tras pasar varias noches «de tanto frío como ilusión», según dijo un veterano con 14 asistencias al sorteo y que jugaba 51 décimos, tantos como años tiene este ‘clásico’ originario de Novales que cada año apuesta por el 00000. Manoli, de 84 años, también regresa cada año al lugar del ‘feliz crimen’ de la suerte y pasó varias noches en vela para asegurarse una plaza como testigo presencial. Ante el aumento de casos del covid-19, su familia no quería que hiciera cola, pero ella no se arredró. Esta madrileña sorprende cada año con su disfraz, esta vez de estrella fugaz, tras presentarse los anteriores ataviada de bombo, ranita o árbol navideño. En su poder 50 décimos.

Juan Manuel López, dueño del bar Azalia de La Palomera, de 40 años, volvió a viajar desde León disfrazado de prelado y confirmando con su mitra y su casulla de pedrería su condición de «obispo oficial del sorteo». Llegó a la cola a las cuatro y media de la mañana del sábado, para «relevar a Chuchi». «Después de 600 días sin poder entrar, es como si fuera la primera vez», aseguró este forofo de la lotería navideña que jugaba 72 décimos.

Eva y Christian, novatos y con más de 60 números en sus bolsillos, llegaron desde Castellón y tras una noche de cola accedieron al Real disfrazados, ella de conejo de la suerte y él de calamar. La movilidad estuvo restringida para todos los asistentes, que debieron permanecer en su butaca, sin moverse ni para ir al baño. No pudieron ingerir alimentos ni bebidas. Debieron mantener en todo momento la mascarilla bien ajustada y guardar las distancias. Ni ellos ni los críos que cantaron el Gordo y los demás premios departieron con los periodistas acreditados

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