Diario de León

Asistencia social

El pabellón de San Esteban se acondiciona para acoger personas sin hogar

El Hogar de San Genadio de Ponferrada asegura el aislamiento

Un hombre comiendo en Puerta Obispo.

Un hombre comiendo en Puerta Obispo.

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León

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El pabellón deportivo de San Esteban será el techo para las personas sin hogar en León al menos durante la vigencia del estado de alarma. El alcalde de León, José Antonio Díez, confirmó ayer que se acondiciona este espacio para garantizar el cumplimiento del decreto que obliga al confinamiento en los domicilios de la ciudadanía. Lo hará, gracias a la mediación de la Subdelegación del Gobierno,con la ayuda del Ejército que proporciona, en principio, 35 camas y ropa para garantizar que estas personas no deambulen por la calle como sucedía aún ayer. El raso, los cajeros automáticos, las aceras, los bancos y los parques dejarán de ser el hogar de las personas sin hogar. Los invisibles que se han hecho visibles con el vaciamiento de las calles por la crisis del Covid-19. La medida se coordina con los diferentes dispositivos de atención a las personas sin hogar de la ciudad.

El Ejército proporcionará 35 camas con su ropa para dar acogida a las personas sin hogar

En Ponferrada, el Hogar San Genadio ha conseguido que las 17 personas que duermen en el albergue se mantengan durante el día en este dispositivo. Inicialmente contaron con la ayuda de la Policía Municipal de Ponferrada. «Pensábamos que iba a ser difícil, pero están colaborando», comenta Fernando Frá, presidente de la asociación vinculada a la Basílica de la Encina.

Algunos intentan salir de León. Una pareja con perro esperaba en la parada del bus a que un familiar de La Magdalena viniera a buscarles o a prestarles un poco de dinero. Hay quien pide pero no hay quién dé. En la calle La Rúa el mendigo de siempre espera que caiga alguna moneda del cielo.

Un hombre comiendo en Puerta Obispo. MARCIANO PÉREZ

Jesús, un hombre que dice ser de Valladolid y que dice estar en la calle desde hace tres meses. Lo perdió todo. Pero no quiere entrar en detalles. «Que preguntas mucho», apostilla. Se deja retratar. Eso sí. Y, mientras la policía local identifica a los periodistas, pide una monedita, «que no hay gente que dé». Consigue dos. Dice que es para café. Pero como no hay bares abiertos, aclara, «para comer más días». Duerme en la calle.

Los días se hacen largos y no sólo porque la luz va ganando terreno a la noche al filo de la primavera. Antes de las nueve se abren las puertas de Calor y Café, albergue para personas sin hogar de la Sociedad San Vicente de Paúl. Trece personas duermen bajo su techo desde que se estableció el estado de alarma. La capacidad son 20 plazas, pero la ausencia de más demanda hace posible mantener la distancia preventiva para aminorar posibles contagios.

El cuidador tiene una mascarilla, casi un objeto de lujo en los tiempos que corren, y los usuarios han colaborado con su disciplina para ducharse a diario antes de ingresar al dormitorio. En el albergue municipal de la calle Panaderos del transeúnte hay plaza para 12 personas, aunque actualmente está acogiendo a ocho para mantener la distancia de seguridad.

La UES (Unidad de Emergencia Social de Cruz Roja) salió anoche a la calle, como cada martes y jueves, pero con precauciones para proteger a técnicos, voluntariado y usuarios. Despacharon desde la furgoneta. Son tiempos de guardar distancias.

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