La pandemia impone a la ciudad el ritmo de una madrugada de festivo

Merma el runrún mañanero, que cada día despertaba a la ciudad. Ahora, atenuado, es testimonial, en algunas avenidas de la ciudad. De esas arterias que trazan de norte a sur la urbe, y acercan a las vías de circunvalación, también despobladas.

La pandemia acabó de un plumazo con uno de los problemas más severos que tenía que afrontar a diario la movilidad de la capital leonesa. El Ayuntamiento de León estima por encima del 80% la reducción de la afluencia de vehículos a las principales vías. Más aguda conforme se acerca el anillo al centro de la ciudad.

Se acabó la presión de la hora punta entre las 8 y las 9 de la mañana, con atascos en los vomitorios que dan paso a la ronda este. Por ese punto radica el paso de los accesos puntuales a la zona de hospitales, siempre demanda, y los enlaces hacia el extrarradio, siempre demanda para llegar a las áreas de los polígonos próximos a la capital leonesa, donde se mantiene una actividad productiva suficiente para motivar desplazamientos. El coche es, aún, el mejor formulario de desplazamiento para evitar contagios. El coche particular, en el que el único ocupante es el conductor.

Con la merma progresiva de vehículos de reparto, el segmento que más transita por la capital leonesa se refiere a los automóviles particulares, medio de transporte más adecuado para aquellos que deben atender a su responsabilidades laborales, o bien desplazamientos que no entran en la lista de la prohibición que acompaña al decreto de alarma. La ciudad sin tráfico ha pasado a formar parte de una estampa cotidiana a medida que discurren los días de confinamiento de la población, resguardada de la embestida del coronavirus Covid-19.

La caída de circulación es proporcional al paso de los días de reclusión.

Un dato que sirve de ejemplo para medir la recesión. La víspera del día en el que el Gobierno proclamó el estado de alarma y todos los corsé que lleva aparejados para la libertad de movimiento de la población, por la avenida de la Facultad de Veterinaria circularon seis mil vehículos. Uno de los días supero el ecuador de este semana la circulación no llegó a 800 unidades.

El desahogo se hace más palpable en aquellos puntos en los que se producía un tapón de circulación, al hilo de la demanda y las estrecheces de la estructura; la rotonda de Cantamilanos, las confluencias de la avenida de Asturias, como final forzado e imprevisto para la Ronda Este, ante el sueño eterno que vive la ronda norte, el engarce a la ronda interior, por Ventas Oeste y la actividad de tráfico que genera el Hospital y la Universidad, la conexión entre los barrios del este y el norte de la ciudad con el noroeste; incluso, la salida sur a partir de la prolongación de Sáenz de Miera.

La pérdida de tráfico en las arterias urbanas tiene una réplica menos acusada en las vías interurbanas, en las que sólo se mantiene inalterable, si acaso con algún pico de subida, el tráfico de transporte pesado. Los camiones protagonizan la circulación a través de la A-231, de la A-6 y de la AP-66 o el tramo de esta autovía entre León y Benavente.

Enlace entre autopistas, en Valverde, esta semana. MARCIANO PÉREZ

Incidencia de punto y a parte, merece el tránsito elevado a través de la N-120, uno de los puntos con más densidad de circulación de todas las carreteras nacionales que transcurren por la provincia leonesa, con una afluencia notable en estos días por la demanda de actividad en torno al enclave logístico de Villadangos, agitado ante el incremento de demanda del mercado de la alimentación que motivó la desazón social ante el anuncio del estado de alarma.

El reflejo del tráfico en la capital leonesa es el murmullo amordazado de las tres de la tarde, en arterias como las que desembocan en las rotondas que filtran en Eras de Renueva la circulación entre los distritos de la ciudad; antes congestionadas en esa horquilla, ahora se definen por un pulso que corresponde a un festivo, cuando se despereza la vida en pleno descanso.