La pandemia que va a devolver al diésel al punto de partida

Parece lejana aquella embestida contra el diésel que acabó en la demonización total de este tipo de combustible, el reajuste del tipo impositivo sobre el producto y, lo que fue peor para el bolsillo de los usuarios, una subida del coste hasta precios insospechados. Si hubiera una lectura positiva en medio de la hecatombe que arrastra esta pandemia, hay que buscarla en los surtidores.

La campaña de criminalización que sufrió este carburante parece ahora un mal sueño; sobre todo, después de que la progresiva paralización económica derivada de la crisis del coronavirus haya llevado a una caída de la cotización del barril de petróleo, en cifras similares al desplome del año 2016, mientras ha devuelto los precios a niveles de hace tres años. Tanto, que es posible reportar gasoil en los surtidores leoneses a un precio inferior al euro por litro.

Llenar un depósito de un coche medio de motor diésel cuesta hoy diez euros menos de lo que podía hacerlo hace dos o tres semanas, cuando el avance del coronavirus ni se presentaba como emergencia nacional ni había superado incluso las fronteras.

Las razones de la pérdida de precio tienen una relación directa con la caída de la demanda internacional de los combustibles fósiles; la paralización de las economías, tras la estala que inició China hace ya tres meses, han aflojado la presión sobre el sector. La cotización del petróleo sigue en recesión, y con ello, la resta en los procesos de transformación de los productos derivados de esta fuente de energía fósil.

La pérdida de precio en el combustible pone parejos los números con aquel paréntesis de cuatro años atrás; aunque el carburante atienda al impuesto especial de hidrocarburos que se igualó en todos los territorios del estado con el tipo más alto posible, lo que se traduce en 4,8 céntimos por litro. Se vende menos combustible desde el estallido de la crisis; pero se vende más barato, una cuestión que no resulta menor para los usuarios que necesitan del vehículo aún en estas condiciones extremas de confinamiento, y, sobre todo, para el sector del transporte, uno de los tramos de la economía que más ha sufrido en los dos últimos años la escalada de precios que ha afectado al carburante, especialmente al diésel, con el que resultó más acusada.

Este precio del gasóleo por debajo de la barrera del euro tuvo un efecto inmediato en el aumento de consumo la última vez que se produjo. Es más que probable que no se vuelva a repetir esa tendencia.

La gasolina puede estar ya hasta un 8% más barata que hace un año, en la continuidad de esa tendencia que cambió el panorama previsto de precios alza una vez que el coronavirus se desató en Wuham y no ha dejado de arrasar como un vendaval todo lo que se ha encontrado a su paso; un fuerte vendaval, capaz de depreciar el diésel por debajo de la barrera del euro/litro.