Diario de León

El parón de actividad le costará a la economía leonesa 300 M€ en el mejor de los escenarios

Sin haberse recuperado completamente de la recesión anterior, el Covid-19 amenaza el tejido de pequeños negocios

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«La economía, muchas veces, es un estado de ánimo». Lo dice uno de los economistas leoneses consultados, que como el resto reconoce que este estado, frente al coronavirus, no es otro que el de la incertidumbre. Entre las pocas certezas en las que todos coinciden sobre el futuro económico de la provincia está que la recuperación de la crisis financiera de 2008 aún no se había consolidado en León, y que la nueva situación acelerará el cambio en un modelo productivo local basado en los servicios que dependen del consumo, y por lo tanto de los ahorros.

Habrá actividades que salgan fortalecidas, pero muchos sufrirán. Especialmente los pequeños negocios. El alcance de las dificultades dependerá de cuánto se prolongue el parón y cómo se ejecuten las medidas de apoyo a las empresas. El miedo permanecerá meses y las inversiones se retrasarán. «Habrá víctimas».

De momento el coste para la economía leonesa del parón al que obliga el confinamiento será de casi 300 millones de euros, en el mejor escenario que se plantea. El que analiza Funcas, que frente a otros organismos más alarmista prevé un relanzamiento de la economía similar al que han llevado a cabo China y Corea del Sur, que ya han vivido la crisis antes. Un escenario que contempla una «severa contracción» del PIB en el primer semestre y una recuperación en el segundo, que dejará una caída para el conjunto del año del 3%.

El PIB leonés rondó, según los últimos datos de Contabilidad Regional (de 2017) los 9.576 millones de euros, así que una contracción como la anunciada recorta la producción local en esos casi 300 millones. Eso «si la crisis sanitaria es limitada en el tiempo y el confinamiento puede relajarse antes del verano». Cálculos sobre la base de que «no existen precedentes históricos comparables».

En el caso de León, la mitad de ese PIB se asienta sobre actividades económicas del sector servicios. Sólo el comercio, hostelería y transporte generan un 24% (2.302 millones de euros), y las actividades financieras y profesionales otro 21% (1.986 millones). En cambio la fuerte participación del empleo público estabiliza casi 25% más (2.350 millones).

En todo caso la recuperación económica de la provincia no estaba consolidada, ni llegaba a los niveles previos a la crisis (en 2008 el PIB provincial superaba los 10.123 millones). Y las medidas adoptadas ahora para mantener vivo su tejido productivo son «una respuesta improvisada del gobierno al impacto infravalorado de un problema que no es económico, y para el que no se ha realizado un diagnóstico diferenciado atendiendo a las necesidades de las provincias». Nuria González Rabanal, decana del Colegio de Economistas de León y profesora de Economía Aplicada de la ULE, insiste en que las medidas tomadas hasta ahora «responden a la necesidad de dar una respuesta rápida a una situación inesperada, salvaguardando el programa político del Gobierno».

El principal riesgo para la economía es un episodio pandémico más prolongado del previsto o nuevos brotes en verano

Reprocha que no se haya creado una mesa de expertos o convocado el diálogo social, con la participación de un amplio grupo de trabajo y asesores, cuando «existía cierta capacidad de anticipación». Lo que hubiera permitido «transmitir las necesidades de abajo a arriba».

En todo caso, más allá de que la incidencia de la crisis dependerá de su duración sanitaria y «de que todos los agentes sociales actúen de manera ética, los empresarios no utilizando el Covid para despedir y los sindicatos no exigiendo más de lo que acepta una situación excepcional como la actual»; González Rabanal apunta que «esta circunstancia va a cambiar a mayor ritmo la estructura del sistema productivo».

ESTADO DE ÁNIMO

Porque «la economía es un estado de ánimo» José Ángel Miguel Dávila, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la ULE y catedrático de Organización de Empresas, señala que las condiciones de recuperación tras la crisis sanitaria dependerán también de la gestión del miedo. «Cuando las cosas van bien y la espiral es ascendente todo el mundo es optimista, con el mismo dinero hay más predisposición a gastar. Pero con la incertidumbre las decisiones de inversión de familias y empresas se ralentizan. Y ese es uno de los grandes daños a la economía. Porque bajará la demanda, las decisiones de inversión importantes se retrasarán».

Como lo hará la inversión pública. «El endeudamiento en el que entramos con las medidas adoptadas hará que el resto de las inversiones planificadas que puedan posponerse, por muy importantes que fueran, se retrasen». Miguel Dávila no descarta que haya nuevos recortes en los sistemas básicos del Estado del Bienestar. «Para mantenerlo se necesita una economía fuerte y que esté funcionando, cuando se desacelera cuesta más esfuerzo volver a retomar esa senda de crecimiento. Durante un tiempo se va a ver mermado».

Más allá de las cuestiones macroeconómicas, la preocupación en la provincia se centra en las dificultades de «un tejjdo empresarial basado en pequeños negocios, que necesitan mucho apoyo». Lo señala Pablo Roberto Herrero, de RBH Global, que conoce muy de cerca los problemas de los autónomos y las micropymes leonesas. «La supervivencia de muchas familias depende de los ingresos de negocios que ahora están cerrados. Por eso es fundamental que se legisle de forma que estas empresas puedan paralizar los pagos de sus gastos fijos, y establecer mecanismos para que puedan ir abonándolos poco a poco más adelante. También que el Estado respalde a los negocios a los que las entidades financieras les ponen problemas porque su situación financiera es complicada. Hay que incentivar y dar las mayores facilidades posibles, también aplazando el pago de los impuestos, porque todo esto es lo que maniata a los empresarios, y puede hacerles caer. Hay que flexibilizar, la administración no puede ahogar ahora a las empresas».

Reconoce también que aquellos pequeños negocios que ya tienen dificultades van a ver empeorada su situación, aunque cree que «la mayor parte de los empresarios no quieren ver la situación. Piensan que el 11 de abril van a abrir la trapa y todo seguirá igual. Pero no será así. El miedo que ahora tenemos lo vamos a ir exteriorizando en los próximos meses, los negocios no volverán a vender como en el mes de febrero». Algo especialmente relevante «con un ecosistema empresarial de pequeños negocios muy ligados al sector servicios».

En cualquier caso, la efectividad de las medidas no depende sólo de su aprobación. «Son medidas adecuadas porque atacan el grave problema de la falta de liquidez que sufren las empresas, pero lo importante es que la burocracia no limite la eficacia de los avales del Estado en la solicitud de préstamos bancarios. También sería conveniente que se renunciara a repartir dividendos con cargo a los beneficios de 2019, toca preservar al máximo la tesorería», señala Julio Lago, profesor titular de Dirección y Economía de la Empresa de la Universidad de León.

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