Diario de León

En primera línea de respuesta al covid

La incertidumbre, el miedo y la soledad se grabaron en sus pupilas. El covid llenó los hospitales ante la impotencia de los profesionales sanitarios, que se enfrentaron a su primera pandemia, demoledora en cifras. Sólo los que han estado en primera línea pueden describir la tragedia y cómo cambió sus vidas.

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P. Infiesta/C. Fidalgo/M. Carro/M. C. Cachafeiro
León

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Sólo el aluvión de pacientes, que pasó de lluvia fina a torrencial en marzo, transformó en preocupación la sorpresa inicial y el escepticismo de los sanitarios ante una enfermedad desconocida que se creía como una simple gripe. Partieron a la lucha con pocas armas, pero como buenos soldados, siempre a la orden de la disciplina y de las estrategias. Lo vivido ha cambiado su manera de ver el mundo. Aprecian el hoy y saben que es mejor no dejar algo para mañana. Muchos se han puesto una coraza.

«Claro que me he hecho más dura. Después de esta experiencia te pones un caparazón y eso que al proceder de Medicina Interna ya tenía a flor de piel la muerte, pero los fallecidos en soledad, esa frase tan repetida que te decían los pacientes de ‘no me dejes solo’ que se te clava en el alma, y el cambio repentino de ver a alguien vivo ahora y perecer al momento me ha marcado», asegura la enfermera leonesa Nieves Lorenzana, de 41 años.

Esta sanitaria miró al virus a la cara al convertirse «de la noche a la mañana» la zona hospitalaria donde trabajaba en planta covid. Recuerda especialmente a los primeros pacientes aquejados del mal: el camionero trasladado del Bierzo que había viajado a Italia, el embajador de China en Madrid que se había trasladado a la provincia antes de que cerraran la capital española y un salesiano del colegio Don Bosco. «Eran gente joven que salieron adelante y no necesitaron por fortuna entrar a la UCI, pero lo pasaron mal y no eran mayores». Luego vino el brote de La Bañeza y gente de las residencias. «Cuando se empezó a llenar la planta intentábamos que no coincidieran dos personas en la misma habitación, pero luego fue imposible con la saturación. Muchas veces, cuando dabas la vuelta a la habitación a las seis de la mañana te encontrabas con el paciente muerto, ni había avisado... Me impresionaron sobre todo dos jóvenes que murieron al empezar a ponerse mal y mal sin dar tiempo a nada».

La soledad, «el silencio raro que había era tétrico. No hablábamos entre nosotros apenas y había mucha presión en un ambiente con ausencia de sonido sólo interrumpido por el timbre de los pacientes cuando te llamaban». Nieves también habla de la «incertidumbre» y de que todo «era muy cambiante en el Hospital y fuera con el confinamiento. Encontrabas a pacientes con neumonía que sufrían un trombo o infartaban, no sabías cómo iba a evolucionar el virus, cuándo acabaría y si contagiarías a tu familia. Yo seguí en casa con mi pareja y mi hija, pero el protocolo de desinfección que hacía al entrar era tremendo. En el Hospital también nos dejaron duchas», señala. Curiosamente, en su planta sólo una de las 18 enfermeras se infectó, médicos internistas hubo más y pensaron «o lo hemos hecho muy bien o este virus es caprichoso y ataca a quien quiere, porque no te cuadra». En la segunda ola la medicación ya había cambiado, se empezaron a disponer de más certidumbres sobre cómo abordar la enfermedad y no se llegó a necesitar reconvertir su planta en covid. Un oasis cuyo espejismo rompió la tercera ola, que está llevando «peor, quizás por el cansancio de un año, aunque ya ves rápido la sintomatología, la tos, la fiebre y quién va a evolucionar mejor». Cuando pasó por la UCI le impactó encontrar gente de 50 a 70 años y tan grave, luego estuvo en Urgencias. «Creo que la profesión de enfermería ha salido reforzada, antes estaba como arrinconada y se ha demostrado que somos como hormiguitas trabajadoras y con gran creatividad, como los trajes que hicimos con bolsas para usarlos de Epi».

Enfermería cree que sale reforzada de esta experiencia que visibilizó su labor; los médicos valoran el gran cambio de trabajar en equipo

 

La médica de Hematología, Alejandra López, de 43 años, destaca «el cambio total en la manera de trabajar» que se produjo en el Hospital, que define como «un estado de guerra en que se suspendió la actividad ordinaria, se reconvirtieron los espacios para pacientes covid, se formaron equipos multidisciplinares y se funcionó con turnos». Ella participó en los equipos covid y vivió el cambio de protocolos cada dos días con nuevas instrucciones para enfrentarse cada vez mejor al virus. «Me impresionó sobre todo una noche que entré al turno con una residente de Hematología y allí nos quedamos solas, en la oscuridad, con una planta con gente fatal y dados la vuelta, ya que en esa postura se respira mejor. Quien no lo ha vivido de cerca no imagina lo duro que es», indica. «Podíamos hacer poco, sota, caballo y rey, y te ves en una situación que no conocías en tu forma de hacer medicina porque no sabías por dónde tirar, acostumbrada a saberlo, con pacientes sin familia que sólo nos tenían a nosotros y nosotros que no podíamos acompañarlos todo lo que nos gustaría». También vio «desorientadas» a las familias cuando los llamaban y muchas que no se atrevieron a despedirse de sus familiares cuando se dejó acceder al Hospital «y que se han quedado con el duelo abierto». Lo positivo para ella es el trabajo en equipo a nivel mundial.

Para el responsable de Urgencias del Hospital El Bierzo, José Ramón Casal Codesido, «la tercera ola ha sido horrible, peor que la primera. Tenemos al personal cansado y agotado y todavía no ha acabado. «Ojalá me equivoque, pero peor va a haber una cuarta ola», augura. Casal Codesido formaba parte hace un año del grupo de expertos sobre la pandemia en la comunidad autónoma y recuerda que tras las dos primeras reuniones presenciales en Valladolid volvió a Ponferrada muy alarmado y así se lo transmitió a sus compañeros del Hospital El Bierzo. «Lo vimos venir» asegura.

 

«El virus nos enseñó que la palabra positivo resultó ser negativa, llevándonos a situaciones de miedo, estrés e incertidumbre»

 

«Y nos ayudó el tener en el Hospital al primer paciente de la provincia de León, aquel camionero», rememora. De ahí que reaccionaran instalando una carpa de triaje en el exterior del centro sanitario y establecieran un circuito separado para los pacientes con la enfermedad y « blindar el Hospital contra el Covid». Un año después, se ha demostrado que aquellas medidas «fueron un acierto».

El problema es que el personal está ahora agotado y la Uci del centro sigue con un alto nivel de ocupación. De los nueve boxes de Uci, recuerda, se pasó a 23 plazas con sucesivas ampliaciones. La gravedad de la que prevé inminente cuarta ola dependerá «del grado de cumplimiento de las medidas por parte de la gente». Y aunque se muestra comprensivo con la situación de la hostelería, insiste en que la salud está por delante. «Por salvar la Navidad, estamos así. Y lo que hay que salvar es la salud primero y luego plantearse el resto».

Angustias Pumar, responsable de Enfermería en el Hospital El Bierzo, recuerda que 2020 fue el Año Internacional de la Enfermería. «Preparando la celebración de nuestro año, soy consciente de que es un virus el que nos demostró nuestro valor, empatía, dedicación, empeño, esfuerzo, destreza y amor». «Nos enseñó —explica— que la palabra positivo resultó ser negativa, llevándonos a situaciones de miedo, estrés, incertidumbre y dolor. La palabra ‘gracias’ y ‘solidaridad’ adquieren un significado más profundo. La solidaridad en este año vivido significó vocación y entrega desinteresada de los profesionales sanitarios y de todas aquellas personas o colectivos que con su ayuda nos lo hicieron más llevadero». «Volvimos a tomar conciencia de equipo profesionales de distintos colectivos que unimos fuerza, conocimiento y profesionalidad para luchar», remarca. En su opinión, «lo positivo de esta pandemia es que ha servido para demostrar que la enfermería, invisible hasta ahora, es la columna vertebral en la sanidad y en la sociedad». «Celebremos este año internacional con el merecido reconocimiento a la enfermería», insiste esta enfermera del Hospital del Bierzo.

Nieves Lorenzana

Enfermera de Medicina Interna y Urgencias

Claro que me he hecho más dura. Después de esta experiencia te pones un caparazón y eso que al proceder de Medicina Interna ya tenía a flor de piel la muerte, pero los fallecidos en soledad, esa frase tan repetida que te decían los pacientes de no me dejes solo por favor se te clava en el alma»

 

Alejandra López Robles

Médica de Reumatología y equipos covid

Podíamos hacer poco, sota, caballo y rey, y te ves en una situación que no conocías en tu forma de hacer medicina porque no sabías por dónde tirar, acostumbrada a saberlo, con pacientes sin familia que sólo nos tenían a nosotros y no podíamos acompañarlos todo lo que nos gustaría»

 

 

 

José Ramón Casal Codesido

Responsable de Urgencias del Hospital del Bierzo

 

La tercera ola ha sido horrible, peor que la primera. Tenemos al personal cansado y agotado. Y todavía no ha acabado. Ojalá me equivoque, pero va a haber una cuarta ola. Por salvar la Navidad, estamos así. Lo que hay que salvar es la salud primero y luego plantearse el resto

 

 

Angustia Pumar Martínez

Enfermera del Hospital del Bierzo

 

Lo positivo de esta pandemia es que ha servido para demostrar que la enfermería, invisible hasta ahora, es la columna vertebral en la sanidad y en la sociedad. Volvimos a tomar conciencia de equipo profesionales de distintos colectivos que unimos fuerza, conocimiento y profesionalidad

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