Diario de León

| Reportaje | Los papeles de la masonería en León |

El secreto mejor revelado

Los expedientes conservados en Salamanca dejan constancia de la existencia de nueve logias en León y Astorga durante el franquismo y una anterior que desapareció hacia 1900

Documento de la Gran Logia del Noroeste

Documento de la Gran Logia del Noroeste

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M. Romero - salamanca
León

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«Nos sería muy conveniente ver la documentación cogida en casa del capitán Lozano, que fue sentenciado a muerte, ya que era masón y daría luz para ir deshaciendo la madeja». El comentario ha sido extraído del informe que el máximo responsable de la Falange Española en León envía a Valladolid para explicar sus indagaciones sobre la masonería en la provincia. El papel es hoy el legajo 762 del expediente 2A que se conserva en el Archivo General de la Guerra Civil, con sede en Salamanca. Entre las más de 60.000 causas archivadas en relación a la masonería, hay nueve correspondientes a otras tantas logias masónicas de León: Emilio Menéndez Pallarés, Legioneses de Apio Herdonio, Libertad, Luz de León, Pelícano, Unión Fraternal, Razón Libre, Astúrica de Astorga e Hijos de la Constancia, también de la capital maragata. En el mismo expediente que se cita al capitán Lozano, abuelo del actual presidente del Gobierno, figura información sobre vecinos de muchos pueblos de la provincia que estaban «con los rojos». «M... y sus hijos, C... está fugada y tiene fincas. Estos últimos son cómplices y alcahuetes que suministran a los rojos de comer, ya que por las noches bajan a las casas de dichos individuos. Tienen propiedades y dinero y, por tanto, convendría la incautación». El informe vecinal de Torrestío lo firmaba el párroco. Pero el hombre más temido en ese momento por los antimasónicos era Moisés Panero. «Se le considera el jefe provincial de la masonería de León y en su casa eran recibidas todas las personalidades de izquierdas, como el general Cabrera y otros; en su casa estaba escondido Justiniano Azcárate y un ingeniero de la misma filiación política». Franco o Jakim Boor Franco sentía una especial aversión hacia la masonería, lo que le llevó a perseguirla con penas de cárcel para los masones. Durante los primeros tiempos de la Guerra Civil, la pertenencia a una logia suponía el fusilamiento. Se dice que el propio caudillo escribió con el seudónimo de Jakim Boor una serie de artículos para el diario Arriba y que luego fueron reunidos en un volumen que tituló Masonería . Está constatado que los noticiarios llegaron a difundir una supuesta entrevista entre Franco y su seudónimo. También se dice que su antipatía hacia los masones se debe que nunca le dejaron entrar en una logia, por aquello de que se trata de un foro del debate en busca del progreso. Un cuadro lógico Entre los documentos de Salamanca que fueron incautados en León y que después supusieron la única prueba para condenar a los masones figura el cuadro lógico o jerárquico de la logia Emilio Menéndez Pallarés, cuyos miembros habían adoptado nombres simbólicos como Adimanto, Becquer, Ariel, Libertad, Salamanca o Víctor Hugo. Entre estanterías y cajas de cartón, también se halla un documento con el sello de «secreto» que realiza un informe detallado de la evolución de la masonería en la provincia. Se basa en la declaración que hizo el gobernador civil de León en febrero de 1939. «Desde la Primera República hasta primeros de siglo existió una logia que llegó a contar con más de 80 afiliados, pero en los primeros años de 1900 murió por inanición». Los papeles de esta logia que se cita aparecieron quemados en un taller de Ordoño II, propablemente con la intención de los masones de destruir cualquier prueba que les inculpase. «Al iniciarse el movimiento nacional -continúa el escrito- funcionaba en la capital la logia Menéndez Pallarés, que celebra sus 'tenidas' en la Biblioteca Azcárate, donde se supone que guardaban los documentos y efectos». Sin antecedentes en el 39 En el Gobierno Civil de León, en ese momento no existía ningún documento ni antecedentes relacionados con la masonería, tal y como consta en otro de los papeles. Sin embargo, a raíz de las investigaciones se lograron incautar los primeros folios. De ellos dio informe el jefe del Servicio Nacional de Seguridad en Valladolid el 13 de febrero de 1939. Su escrito es el que hoy permite recordar este ángulo de la historia.

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