Diario de León

Taiwán, el único país que hizo los deberes

Un informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos recalca que los países comenzaron tarde su lucha contra el Covid-19, salvo la isla asiática

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Daniel Roldán | Madrid
León

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Las respuestas de los países a la pandemia, que se ha cobrado cerca de 330.000 vidas en el mundo, se ha basado en tres modelos de confinamiento diferentes: el asiático, el europeo y el anglosajón. Tres enfoques de abordaje con matices, entre los que destaca Taiwán. La rapidez de movimiento de su Gobierno le permitió no aplicar decisiones extremas como el confinamiento absoluto de la población, según destaca el documento 'Covid-19, una radiografía de la pandemia' elaborado por el profesor de la Universidad Pontificia Comillas Alberto Priego para el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa.

La isla fue siempre un paso por delante. Priego toma como fecha cero de su estudio el 9 de enero, cuando las autoridades chinas pusieron a disposición del mundo el genoma del SARS-CoV-2. Son diez días después de que Pekín comunicara a la Organización Mundial de la Salud la existencia del nuevo virus. Pero para ese día, Taiwán ya había tomado medidas aunque no tenía ningún contagiado: en Año Nuevo se puso en alerta y el 5 de enero decidió que todos los viajeros que llegaran al aeropuerto internacional de Taoyuan se les realizara una prueba de 26 patógenos. El 20 de enero cerró los colegios y el 14 de marzo se estableció una cuarentena para los viajeros que llegaban del extranjero. Pero el Ejecutivo de la presidenta Tsai Ing-wen no tuvo que obligar a la población a un confinamiento total.

La rapidez de los taiwaneses choca con la del resto de los países analizados por el profesor Priego. Los coreanos tardaron once días en reaccionar desde que tuvieron constancia de su primer contagio; y los Gobiernos italiano y español, 31 y 38 días, respectivamente. La reacción fue más tardía en Alemania, Francia (46 y 48 días) y también en Reino Unido (50 días).

El sistema taiwanés también ha tenido sus retractores por la invasión de la privacidad, como ha sucedido en Corea del Sur o Singapur. "En cuanto a los tres modelos, el más eficaz de todos es sin lugar a duda el asiático, aunque su aplicación deja algunas dudas respecto a los derechos y las libertades básicas", explica el autor. Sin contar a China, cuyo respeto por los derechos humanos es nulo, estos países han optado por medidas de control que "parecen ir más allá de lo razonable". Los Ejecutivos de Seúl y Taipéi establecieron un sistema de control social basado en una vigilancia telefónica "ejercida directamente por la policía, que llama a los aislados dos veces al día" para comprobar que están en sus casas. Si no se contesta a la primera, se intenta una segunda vez a los quince minutos. Incluso los agentes tenían la potestad de ir a esos hogares para comprobarlo. En caso de romper la cuarentena, la multa ascendía hasta los 3.211 euros en Corea del Sur. Además, en este país siguieron los movimientos de los infectados durante dos semanas a través de móviles o cámaras de seguridad. Curiosamente, este cercenamiento de las libertades no ha tenido repercusiones en sus dirigentes, que ganaron las elecciones.

Asimétrico

El informe del IEEE destaca que se han mantenido "los pesos y los contrapesos en los sistemas políticos" en el modelo europeo. "En casi todos los países, los Gobiernos han tenido que dar marcha atrás a decisiones que restringían los derechos y las libertades fundamentales. Si bien los Gobiernos actuaban movidos por la necesidad de frenar la epidemia, los ciudadanos parece que han preferido gozar de libertad frente a la seguridad que les podía haber proporcionado unas medidas más restrictivas", señala Priego.

La última de las características de este modelo -se analizan España, Alemania, Francia e Italia- es el uso de una "geometría variable" en el tratamiento de la pandemia: diferentes fases, políticas distintas -Alemania apostó por test masivas como los surcoreanos- para regiones diversas. No obstante, esta pandemia ha demostrado que la Unión Europea "falla cuando tiene que abordar un problema común".

Por último el modelo anglosajón es el menos efectivo ya que carece "de capacidad coercitiva". Nueva Zelanda y Australia han realizado una interpretación propia de este modelo con buenos resultados. Pero, en líneas generales, se caracteriza por un mayor peso del sector privado, preferencia por las recomendaciones frente a las imposiciones y un menor grado de centralización. "Esta particularidad hace más compleja la gestión de la pandemia, ya que las entidades territoriales y locales poseen algunos poderes extraordinarios", indica el documento.

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