Diario de León

Sociedad

Tintorerías de barrio, subsistir sin ingresos en tiempos de coronavirus

Tienen permiso para seguir abiertas pero su facturación se ha desplomado por falta de clientes

Tintorería Habanera. F. Otero Perandones.

Tintorería Habanera. F. Otero Perandones.

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El estado de alarma que decretó el Gobierno para frenar la expansión del coronavirus obligó a muchos negocios a bajar la trapa pero no se extendió a las pequeñas tintorerías de barrio ni tampoco a las lavanderías. Eso les deja fuera de todos los beneficios laborales a los que sí se pueden acoger quienes han tenido que cerrar forzosamente por la pandemia. El sector de las pequeñas tintorerías entiende que viven en un auténtico sinsentido: el de abrir a dario cuando la entrada de clientes (debido al confinamiento) se ha reducido prácticamente a cero.

«No entiendo por qué tenemosque seguir abiertas por decreto ley», se pregunta Olga Soriano, propietaria de uno de estos negocios. «Nuestro servicio no es imprescindible, estamos expuestos a un riesgo innecesario y además es que no entra nadie y si hay cero visitas hay cero ingresos. Tendrían que ordenar el cierre por nuestra seguridad nuestra y la de nuestros trabajadores».

Facturación ridícula

Sonia Álvarez: «Esta semana, trabajando de lunes a sábado, la caja han sido cien euros»

Añadió además que el sector lo conforman distintas empresas dedicadas a diferentes tipos de servicios. Por un lado, las que se dedican al lavado y limpieza industrial y, por otro, las que sirven al cuidado de prendas personales. «El sector de la tintorería y lavandería industrial estamos bajo el mismo epígrafe pero trabajamos en servicios y protocolos diferentes. Las lavanderías industriales y sanitarias representan una parte de nuestro sector; son industrias grandes y están en polígonos. Luego estamos todos los demás, las pequeñas tintorerías de barrio que lavamos la ropa de diario, de vestir, trajes, pantalones, corbatas, vestidos novia y comunión etc. Prendas que por su delicadeza se lavan en agua fría o a poca temperatura o en limpieza en seco. Cosas que ahora mismo no se nos están solicitando. Tenemos las tintorerías vacías, poro eso yo creo que este sector no se le debería considerar de primera necesidad porque no lo somos».

Olga Soriano insistió además en el temor al contagio. «Nos estamos exponiendo a un riesgo innecesario cuando nuestro servicio no es imprescindible. Nuestro servicio no es ese; eso está en las grandes lavanderías industriales, nosotros no estamos preparados para lavar sabanas de hospitales ni de residencias ni de hoteles, no estamos preparados para ello»

Pregunta sin respuesta

«¿Quién se arriesga a salir a la calle, a exponerse a una multa, para traernos un vestido o una corbata?»

Incluso, al hilo de este argumento, dejó en el aire varias interrogantes de difícil respuesta. «¿Cómo nos protegemos de la prenda en el supuesto de que venga infectada?, porque yo no puedo lavar a sesenta grados porque me cargo esa prenda, ¿quién asegura que el virus está una hora o siete en una prenda, en un material, en un mostrador? Ante ese miedo e incertidumbre, nuestro trabajo no es fundamental. Las peluquerías las cerraron porque tenían contacto con los clientes pero nosotros también y tendríamos que tocar su ropa».

La crisis sanitaria ha golpeado duro a las tintorerías. FERNANDO OTERO

Además, subraya que la caída de actividad ha sido brutal. «Con el confinamiento es normal. ¿Quién se arriesga a salir a la calle y que le pare la policía y que les tenga que decir que va llevar un vestido o una corbata a la tintorería».

Otro motivo de queja del sector es que al estar incluidas el decreto ley que establece los negocios que pueden seguir funcionando no pueden recurrir a un Erte por causa de fuerza mayor debido al coronavirus como están haciendo un gran número de empresas. «Y nuestros empleados no puden pedir una prórroga de la hipoteca. Estamos exentos de todos los beneficios y tenemos todos los riesgos».

Sonia Álvarez, dueña de Tintorería Habanera en la calle Ramiro Valbuena, puso un ejemplo gráfico de la situación de estos negocios. «En una semana, abriendo de lunes a sábado hehecho cien euros de caja, Puedes entrar y ver que tengo un montón de ropa colgada pero son encargos de antes del estado de alarma, de clientes que no han venido a recogerla; túnicas, abrigos, edredones de invierno, etc. «Y ahora —añade— nos hemos quedado sin las comuniones y las bodas».

Esther Antolínez, titular de Higiensec, un establecimiento en la calle Gran Capitán, ahonda en esta línea de queja y también de argumentos. «Estamos abiertos por estar porque en los últimos días la caja es cero. Hay que tener en cuenta que las tintorerías de barrio vivimos fundamentalmente de los restaurantes, que ahora están todos cerrados, y de los vecinos cercanos a nuestra zona que ahora no pueden salir a la calle y deben estar en sus casas. Entonces la cosa está clara, no entra nadie».

Las lavanderías de barrio también están notando el azote de la crisis de forma muy virulenta. «Al final te planteas si sigues abierto o si cierras y te arriesgas a perder a tus clientes. Lo que está claro es que en estos momentos tenemos entre un ochenta y un noventa menos de clientela», comentan los responsables de La Colada de Adri.

Saúl Lozano, el propietario de El Lavadero pone también el acento en el enorme descenso de actividad. Ha bajado muchísimo, la situación es insostenible en estos momentos porque hay que añadirle el pago del alquiler y las hipotecas. Las ventas han bajado prácticamente a cero y así es inviable. Luego está el tema de salud, que nunca sabes cuando entra alguien si va a estar contagiado.

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