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Un hermano Tomás en Suecia

El exjugador leonés del Ademar Diego Pérez Marne lidera desde hace ocho años un proyecto personal en Suecia con el que integra a niños y jóvenes inmigrantes de países desfavorecidos a través del balonmano

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El mismo coronavirus que está causando una crisis sanitaria y económica sin precedentes en España parece no ser ‘tan agresivo’ en otros países europeos que, lejos de aplicar el confinamiento de su población por ley, siguen con sus vidas y libertades casi intactas, gracias en gran medida a la pronta reacción de sus gobiernos. Es el caso de Suecia, donde «el distanciamiento social que impera siempre entre la población» ha ayudado a que la pandemia sea menor, tal y como relata el leonés Diego Pérez Marne, exjugador del Ademar que vive con su familia desde hace una década en el país escandinavo. «Aquí hay menos tontos que en otros lugares y con las recomendaciones la gente en general entiende que hay que distanciarse para evitar los contagios», pero «no todo es idílico» y por ejemplo «tuvieron que prohibir ir a esquiar en Semana Santa, algo muy extendido entre los suecos, para que no hubiese aglomeraciones».

Pero salvo el confinamiento obligatorio en las residencias de ancianos o la prohibición de reunirse con más de 50 personas a la vez, entre otras medidas, las escuelas continúan abiertas así como el ritmo normal de los trabajos. «Al principio dudé mucho de que esto fuese a dar resultado pero con el paso del tiempo tengo que darle la razón al Gobierno de aquí», subraya. Aunque igualmente dramática, la cifra de 1.300 fallecidos por Covid de Suecia dista muchos de los cerca de 20.000 que ya roza España.

Su grano de arena

«Gracias a esta iniciativa hemos sacado de la calle a cientos de niños que no tenían un futuro»

Formado a fuego en la cantera ademarista, Marne tocó la gloria con el conjunto leonés y acabó sus días deportivos en el HK Drott, con el que logró levantar la Liga en el año de su retirada. Pero quizá uno de los mejores momentos de su vida profesional comenzó hace ahora ocho años, cuando puso en marcha una iniciativa personal para la integración, a través del balonmano, de niños y jóvenes inmigrantes de países más desfavorecidos y que bautizó como El espíritu del balonmano. «Por él pasan unos 250 niños cada año con los que hacemos todo tipo de entrenamientos u otras actividades como visitas a las residencias de ancianos. Es un trabajo muy gratificante, al final he acabado como el hermano Tomás con estos chavales», asegura entre la risa y la nostalgia este leonés que suma su grano de arena para evitar que muchos de estos jóvenes caigan en la marginación social y en la delincuencia. «Conmigo trabaja otro compañero y además chicos y chicas que comenzaron en el proyecto con trece años ahora nos ayudan. Hay por ejemplo una chica que hace entrenamientos con madres, la mayoría musulmanas, que de otra manera no podrían hacer deporte».

Otra gestión del virus

«En Suecia no hay estado de alarma, se tomaron medidas a tiempo que han dado resultado»

Para Marne, una de las grandes satisfacciones que le produce su Espíritu del balonmano es «contemplar que zonas excluidas socialmente de la ciudad tienen un futuro». Su idea gustó tanto al Ayuntamiento local que acabó contratándolo como funcionario para gestionarlo. Inquieto por naturaleza y lejos de conformarse con lo ya conseguido, explora otros campos para ampliar la idea. «También hacemos cosas con niños que tienen discapacidades». No exento de problemas, sí admite que «la mayor parte de familias están muy agradecidas con nuestra labor».

La última vez que estuvo en su tierra natal fue en Navidad. «Hubiera ido en Semana Santa a un torneo que organizaba el Ademar pero no ha podido ser». Confía en que poco a poco la normalidad se vaya imponiendo aunque duda de que la Liga Asobal pueda retomarse como piden los 16 clubes que la integran.

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