Diario de León

Una vela por la soledad del Bierzo

El sacerdote más joven de la comarca celebra misa todos los días solo en su casa de Vega de Valcarce por los 65 pueblos a su cargo Lo más duro para los sacerdotes son los entierros

Antonio Ferrer, en uno de sus primeros actos como sacerdote.

Antonio Ferrer, en uno de sus primeros actos como sacerdote.

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El sacerdote más joven del Bierzo, Antonio Ferrer Soto, atiende nada menos que a 65 pueblos en el oeste de la comarca, todos los pueblos que quedan entre los túneles de Villafranca y el alto de Cebreiro, explica gráficamente. El Bierzo rural más despoblado para una labor pastoral que ahora se tiene que hacer por teléfono o por Internet por una nueva realidad que se suma al esfuerzo que ya preveía en septiembre del año pasado cuando llegó a su primer destino. «No es fácil», reconoce sin darle mayor importancia.

Don Antonio, como le conocen muchos de sus feligreses mayores, tiene 25 años y es de Somoza, en la cercana parroquia gallega de La Rúa de Valdeorras. «A los vecinos no les ha cambiado tanto la vida estos días el coronavirus, porque ya están acostumbrados a vivir aislados —explica— ; también es verdad que no es una zona homogénea. La gente de Trabadelo, de Vega de Valcarce, está más asustada por la cercanía a la A-6. Hay más intranquilidad», afirma.

Como él también ha estado en contacto con más personas estas últimas semanas, Don Antonio, Toni, como le conocen muchos sacerdotes, ha decidido encerrarse en su casa, donde todos los días celebra en soledad una misa y enciende la vela del Santísimo. «No me he olvidado de ellos —dice refiriéndose a sus feligreses—. He estado estos últimos días en Ponferrada en mi labor pastoral y es mejor así a la vista de lo que está pasando», insiste.

De manera habitual habla con los vecinos que le ayudan en los pueblos y con todos los que le ha ido conociendo en estos ocho meses. «Mantengo contacto telefónico, como si llegara a cada casa, a cada uno de ellos».

Cuando inauguró su labor, se puso como primer objetivo recorrer y conocer todos y cada uno de los pueblos. Los 65.

Lo más duro, sigue contando desde su casa parroquial en Vega de Valcarce, es lo que está ocurriendo ahora con los entierros. «En estas últimas semanas de confinamiento he celebrado dos, y ha sido con la familia y directamente en el cementerio. Hemos hecho una oración sencilla y digna», dice Don Antonio. El último, el pasado viernes. «Ya no abrieron al duelo el tanatorio».

José Antonio Prada es, en cambio, uno de los sacerdotes más veteranos del Bierzo. Atiende la iglesia de La Placa, en uno de los barrios más populares de Ponferrada, y es uno de los responsables de Cáritas en la capital berciana. La situación del coronavirus la afronta «con expectación y sorpresa». «Cerrar las iglesias al culto -afirma- es muy difícil. Nunca lo había vivido, pero se ha hecho por el bien nuestro y de la sociedad», admite.

Estas dos semanas de confinamiento ya ha celebrado algún entierro. «Da pena, no es algo que se pueda explicar fácilmente. Ves sólo a la familia», explica Prada. Y no sólo eso. «Hay familiares que no se han podido despedirse de ellos ni en el hospital donde han estado internados». Prada cree que la crisis del coronavirus dejará una reflexión para el mundo, «la finitud del Hombre». «Creía que podía conquistar el mundo y ahora está viendo hasta dónde llega».

Una situación, la de los entierros, que se vive estos días a diario por todo el Bierzo.

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