Diario de León

Vencedores de un enemigo muy escurridizo

Infectados por un gran desconocido que ataca por sorpresa pudieron vencerlo, aunque dejándose la piel, con momentos duros para su cuerpo y su mente. Este virus caprichoso se fija en unos e ignora a otros sin distinción de edad, sexo ni procedencia, pero se le doblega.

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P. Infiesta/V. Araújo/J. Medina/A.Díaz/M. Carro
León

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«Pensé, tengo 14 años, soy joven y deportista, a mí no me va a pasar nada, pero cuando empecé a tener síntomas me vinieron las paranoias». El covid no es una enfermedad de mayores, es un virus caprichoso que se ceba más con algunas personas sean de la edad que sean, mientras ignora a otras. Lo sabe bien Álvaro González Cordero, que atravesó un desierto de fiebre, vómitos, diarrea y dolor de cabeza en noviembre, con subida al Hospital porque saturaba mal y pruebas en enero por si la bilirrubina estaba causando estragos. «Fue una experiencia bastante dura y difícil de llevar; el confinamiento me tuvo mentalmente muy caído, no me apetecía hacer nada y me tocó mucho que en mes y medio las secuelas no me dejaran progresar físicamente». De hecho, tras ser negativo siguió teniendo episodios de fiebre alta. Hoy está curado y satisfecho de volver a entrenar. El baloncesto como terapia, como descarga emocional, como desfogue. Maduro para su edad, reflexiona «que habría que tomar más conciencia de esta enfermedad, por tus seres cercanos, porque hasta que no te pasa, no imaginas lo duro que es».

Como él, Álvaro del Castillo Fernández, de 16 años, se encontró mareado a final de agosto, con fiebre y cansado. Se dijo: «cómo sea el covid la he liado porque he visto a mucha gente». El virus lo retuvo confinado 32 días, porque hasta cuatro veces las pruebas le seguían dando positivo, a pesar de encontrarse ya bien. «Me subía por las paredes, menos mal que pude jugar a la play para hacer la espera más liviana. Lo primero que hizo al recuperar la libertad fue ir a comer con su madre, inmune a la enfermedad, y su hermano, que la pasó de forma asintomática, y ver a distancia a sus amigos por la tarde. «Hay que tener cuidado», reconoce.

En la tercera ola, la vecina de Villablino, Anabel Domíngez, muy conocida en la comarca por regentar un negocio familiar, se vio cara a cara con el covid. Comenzó a notar una serie de molestias. «No me encontraba bien, sentía que era una gripe», pero no quiso perder tiempo y llamó al centro de salud donde le hicieron la prueba.

Con el positivo en la mano, llegaron las pruebas para sus padres, marido e hijo, con los que convive. Todos ellos contagiados. «Lo hemos pasado muy mal, nos ha dado a todos muy fuerte», asegura Anabel, que recuerda que en los primeros días fueron ella y su hijo de 17 años de edad los que peor se encontraban debido a la fiebre, mientras que sus padres y su marido lo sobrellevaban un poco mejor. Sin embargo, la madre tuvo que ser ingresada, un momento «muy duro» para la familia. Todo fue pasando, aunque la madre se recupera en casa. La PCR negativa no llegó hasta después de un mes, periodo en el que no abrió su negocio.

Entre los casos poco habituales se encuentra el de Andrea Miguelez, una joven de 26 años de Santa María del Páramo que ha sufrido la enfermedad hasta en dos ocasiones diferentes. «Me he contagiado de covid dos veces y tengo miedo de volver a contagiarme porque no se conocen los posibles efectos a largo plazo que puede dar y no sé cómo reaccionaría mi cuerpo», afirma. Cree que la primera vez que se infectó fue «cenando con unos amigos en Madrid, donde trabajo, y mis únicos síntomas fueron dolor de cabeza y muscular»; mientras que «la segunda fue en el ámbito doméstico, en Santa María. Mi hermana comenzó con síntomas después de año nuevo y acabamos casi todos contagiados. Fue bastante caótica porque como yo había tenido el covid a mí no me hicieron la prueba cuando mi hermana dio positivo. Detectaron mi positivo cuando participé en el cribado masivo de  Santa María y en esta ocasión los síntomas fueron congestión, muchos mocos y dolor corporal». 

Por su parte, Segundo Porto ingresó en el Hospital El Bierzo el 24 de marzo. Llevaba varios días encontrándose mal y todo empezó después de ir a la farmacia. Después perdió el gusto y todo fue a peor hasta acabar en la UCI. Allí estuvo un mes de los dos que permaneció ingresado. De los 16 días más críticos no recuerda nada. A sus 48 años estuvo al borde de la muerte en más de ocasión, pero ganó la batalla y hoy sigue en la pelea por superar las secuelas. Ha perdido la fuerza de las manos y de la izquierda no ha recuperado la movilidad, por eso va tres veces por semana a rehabilitación. También se fatiga. «No ha sido fácil, pero estoy vivo», celebra, ansiando que la normalidad sea plena para «poder celebrar con todos los míos que lo he superado», dice. Él no fue consciente de su gravedad. «Cuando me desperté en la UCI después de 16 días yo pensaba que había pasado uno. Quien peor lo llevó fue mi familia», recuerda.

 

Jóvenes sorprendidos por infectarse, familias enteras de positivos, secuelas y personas reincidentes hilan el relato de los supervivientes del covid

 

En la casa de Nicolás Gutiérrez, en Ponferrada, cogieron los tres el coronavirus. Su hijo fue asintomático, su mujer estuvo tres días hospitalizada y él, con 68 años, se llevó la peor parte. Estuvo 80 días ingresado y, de ellos, 45 en la UCI. «Me vi morir. Cuando me llevaron a planta, no podía mover las manos ni los pies», recuerda. Poco a poco fue recuperando la movilidad y, ya en casa, ha tenido que contratar los servicios de una fisioterapeuta. «Tengo dolores y se me duermen la pierna izquierda y los dedos de las manos. También me sofoco mucho, me agoto», explica. El camino ha sido duro y le ha marcado. Tanto que reconoce que ha habido momentos en los que ha llegado a echar de menos la habitación del hospital. «Una noche empecé a gritar y le dije a la enfermera que quería irme porque me iba a morir allí solo», recuerda.

Isidro García del Ganso es el alcalde de Laguna de Negrillos. El 27 de marzo llegaron los primeros síntomas. «Tenía escalofríos y fiebre. Fui al médico y me dijo que me aislara y me dio unas pastillas que no funcionaron. Cada día estaba peor». Su hija, estudiante de enfermería, le tomaba diariamente la saturación, hasta que el 2 de abril, «el día más fuerte de la pandemia, ella llamó a urgencias. Pienso que, de algún modo, me salvó la vida». Ese mismo día ingresó en el hospital de León, donde estuvo hasta el 14 de abril. «Menos mal que no tuve que pasar por la UCI. Me dieron dos tratamientos; el primero no funcionó y el segundo sí». No quiso ocultar su situación comunicándola a través de las redes sociales. «Creo que era necesario siendo alcalde». Hoy, casi un año después, sigue teniendo secuelas. «Los pulmones no están limpios y, a veces, me falta el aire».

En Galleguillos, el positivo de Matea del Río llegó a finales de enero y mantuvo a su familia confinada un mes. Agradece el trabajo de los sanitarios que la cuidaron y recuerda el miedo que pasó en la cuarentena, que la dejó prácticamente sin fuerzas, un cansancio que aún le dura. No sabe dónde se contagió por eso lanza un mensaje de responsabilidad a sus vecinos porque nadie está libre de caer.

 

Anabel Domínguez

Villablino 

Lo que he vivido durante este tiempo ha sido muy duro, tanto para mí como para mi familia, pero también es cierto que he recibido muchas muestras de apoyo y cariño»

 

Álvaro del Castillo

Estudiante de León de 16 años

 

Me encontré mareado y me dije cómo sea el covid la he liado porque he visto a mucha gente. Estuve 32 días confinado y me subía por las paredes, porque seguía dando positivo»

 

Álvaro González 

Alumno de León de 14 años

 

Pensé, tengo 14 años, soy joven y deportista, a mí no me va a pasar nada, pero cuando empecé a tener síntomas me vinieron las paranoias. Habría que tener más conciencia»

Matea del Río

Galleguillos

 

Debemos cuidarnos mucho. Hay que ser responsables con aquellos que nos rodean, y no pasar por alto las recomendaciones porque nadie está libre de contagiarse»

 

 

Isidro García

Alcalde de Laguna de Negrillos

 

Si todos ponemos de nuestra parte se acaba la pandemia rápido; es responsabilidad personal; si no lo hacemos porque nos haya tocado de cerca, hagámoslo por la economía»

 

 

Andrea Miguélez

Santa María del Páramo

 

Me he contagiado de covid dos veces y tengo miedo de volver a infectarme porque no se conocen los posibles efectos a largo plazo que puede dar y no sé cómo reaccionaría mi cuerpo»

 

Segundo Porto

Santa Cruz del Sil

 

Cuando me desperté en la UCI después de 16 días, yo pensaba que llevaba uno allí. He perdido la fuerza de las manos y de la izquierda todavía no he recuperado la movilidad»

 

 

Nicolás Gutiérrez

Ponferrada

 

Una noche me puse a gritar para que me dejaran marchar. Le dije a la enfermera que me estaba muriendo y no quería estar solo. Ya en casa, he llegado a echar de menos aquella habitación»

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