Diario de León

LAZARILLA JUBILADA

A Cuca le dan un premio

La Fundación Pilares reconoce la labor de la residencia San Blas de Fabero por mejorar la vida de 14 ancianos al integrar a una perra lazarilla jubilada en su entorno.

Plácida García, de 91 años, cepilla el lomo de Cuca, la perra labrador jubilada de la Once.

Plácida García, de 91 años, cepilla el lomo de Cuca, la perra labrador jubilada de la Once.

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Carlos FIDALGO | PONFERRADA
Ponferrada

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Durante 13 años ayudó a un hombre ciego a cruzar la calle, a pasear por los parques y a deambular por la ciudad. Hoy tiene artritis, tomas dos pastillas al día para el dolor de las articulaciones, está medio sorda, y envejece, jubilada, en la residencia San Blas de Fabero. Se llama Cuca y es una perra labrador, de pelaje blanco y mirada bondadosa. Y en los cinco meses que lleva conviviendo con 14 ancianos en el módulo de convivencia del programa ‘Mi casa’, que impulsa la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades para ensayar un nuevo modelo de atención geriátrica, no sólo ha reanimado a sus nuevos compañeros de jubilación sino que ayer logró para el centro asistencial uno de los premios que la Fundación Pilares para la Autonomía Personal entregó en Madrid para reconocer las mejores ‘Buenas Prácticas’ de experiencias pioneras en la atención a personas discapacitadas.

Cuca vivió ayer ajena al premio. Demasiado mayor para viajar a Madrid, se despertó como todos los días en su manta del pasillo, tomó su primera pastilla contra la artritis y se sentó a descansar plácidamente bajo una de las mesas de la unidad de convivencia, amueblada como un salón comedor con cocina americana y donde tres de sus compañeros de residencia jugaban al dominó. Le costó un poco levantarse cuando este periódico llegó al módulo para hacerle una foto — «el día que la trajeron estaba mucho más torpe», cuenta la enfermera Lorena Licencín— pero enseguida entendió, a pesar de su sordera, que tocaba cepillado. Plácida García, de 91 años se encarga de pasarle el rascador y cuenta cómo ayudó a bañar a la perra cuando llegó procedente de la Fundación Once.

A Cuca la trajó a la residencia la gerente de San Blas, María José Tejera. Buscaba un perro tranquilo, que no ladrara ni asustara a los ancianos, casi todos octogenarios, y la labrador de pelaje blanco, con 13 años de edad y ya jubilada como guía de la Once, parecía el perfil adecuado para el experimento de la Junta, que trata de reproducir entre 14 de los 61 residentes, el ambiente lo más parecido a sus hogares. No se equivocó. «Han mejorado los residentes y han mejorada también la perra», explicaba ayer Licencín, a la misma hora en la que la Fundación Pilares entregaba los premios en el Ministerio de Sanidad.

«Es una fiel compañera. Se pasa muy bien el tiempo con ella», cuenta Alberto Rodríguez, el más joven de los residentes con 63 años y la persona que saca a Cuca cuatro cinco veces al jardín. Acostumbrado a tener gatos en casa, Rodríguez, que ingresó en la residencia a la vez que su padre Eduardo, de 93 años, se ha hecho con la perra enseguida. «Los gatos son más libres, más independientes», asegura. Después toma a Cuca de la correa y baja con ella al jardín. Lo hacen, eso sí, utilizando el ascensor. «Es que no le gustan las escaleras», dice Alberto, consciente de su artritis, mientras se cierran las puertas.

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