Diario de León

Esculturas urbanas

El Barquillero ya no está solo

Publicado por
Roberto Jiménez
León

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El sometimiento de la pandemia a cotas de tolerancia sanitaria y social ha propiciado en numerosos lugares de Castilla y León el reencuentro de los ciudadanos con las esculturas urbanas: guardianes de espacios públicos durante el confinamiento y de nuevo ahora fieles compañeros callejeros.

Santa Teresa y Tomás Luis de Victoria en Ávila; San Lesmes en Burgos; Unamuno, Nebrija y Alfonso XIII en Salamanca; el caballero templario y Pepe El Barquillero en Ponferrada; los cofrades en Palencia; y el venerable Hermano Antonio en Nava del Rey (Valladolid) son algunos de los ilustres vecinos de bronce que han vuelto a convivir con sus paisanos.

Sin necesidad de hadas azules, como la marioneta de Geppetto, el corazón de todos esos personajes ha mantenido el pálpito que en su día imprimió el escultor Óscar Alvariño (Madrid, 1962), su creador y artífice, quien en perfecta alquimia con la materia aplicó su máxima de «la captación espontánea del movimiento detenido».

«Para mí la escultura es pensamiento, técnica y acción. Siempre me he sentido fascinado por la liturgia del modelado. Desde los primeros encuentros hasta las sesiones incansables de trabajo en mi taller, lo he construido con tesón y búsqueda», ha explicado este miércoles en una entrevista con la Agencia Efe.

Composición y ritmo

La obsesiva búsqueda de la composición y el ritmo «son para mí tan importantes como el espacio, la estructura y la propia imagen», ha añadido Alvariño acerca de un impulso creativo que desde hace años también transmite a sus alumnos en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, de la que es profesor titular de Escultura.

Detrás de un cúmulo de volúmenes, masas y vacíos, en ritual peregrinaje desde el dibujo y el modelado iniciales hasta la fundición y el emplazamiento final en el espacio urbano, las esculturas «tienen que penetrar el espacio vital» para lograr esa identificación y comunicación plenas con quienes las contemplan.

«Estudio cuidadosamente mis materias y mis motivos. Los exploro hasta el fondo, espío sus comportamientos y reacciones, los interrogo para poderlos dominar, les obedezco para poderles someter», ha añadido este creador con taller en Manzanares el Real (Madrid) desde donde contempla las caprichosas esculturas que la naturaleza obró hace 300 millones de años en el roquedal de La Pedriza

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