Diario de León

Y cine en un pajar

Clases desde un árbol

El propietario del Cinema Palleiriso de la aldea lucense de Garabelos, ubicado entre alpacas, llega hasta el Bierzo con sus cuentos solidarios

Publicado por
Ana Martínez
León

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Anxo tiene una «cicatriz de cine», que se hizo de niño cuando su madre se empecinó en no dejarle ir a ver la película «¡Hatari!». Hoy, con 57 años, su Cinema Palleiriso, situado en el pajar de su abuela, funciona de nuevo, con público reducido y a demanda. Marta, su compañera, que es profesora de infantil, da clases desde una casa en la copa de un árbol y pide aprovechar como aulas el entorno de los colegios.

«Hagas lo que hagas, ámalo». En Cinema Paradiso, un clásico mundial, las enseñanzas del operador Alfredo a Totò, un niño siciliano que vive por y para el cine, han traspasado la gran pantalla. Los personajes interpretados por Philippe Noiret y Salvatore Cascio estaban destinados a encontrarse. Y a quererse. Como Marta y Anxo, que han asumido ese mismo lema, una joya de la sabiduría, como modo de vida.

Aman lo que hacen, tanto ellos como sus hijos. Anxo ha reabierto una de las salas de proyección más especiales del mundo, la que concibió y montó en la aldea de Garabelos, en Chantada (Lugo). Treinta y seis butacas con historia, un carro de vacas a modo de gallinero y alpacas de paja. «Distancia de seguridad, higiene al máximo, todo recién pintado y proyecciones a demanda», resume, en una conversación con Efe este hombre, que es cuentacuentos.

En la esperada vuelta, llamada desescalada, hubo seis personas que vieron un documental sobre los fondos marinos de las islas Ons, en Pontevedra, de cuyos habitantes bien se podría decir que viven confinados, por gusto, prácticamente todo el año.

Anxo habla de ese regreso con «especial ilusión» y, terminado el encierro tan estricto, confiesa que ha aprendido de esta pandemia.

A valorar más todavía si cabe estos proyectos sin ánimo de lucro (la entrada es una hoja de laurel); a usar más la bicicleta en los desplazamientos, a escuchar mejor a los pájaros y a valorar en su justa medida, como ecologista que es, las ventajas de la «descontaminación», que es el término que él emplea.

Los amigos de Chantada

En la casa que se erige sobre un roble y un castaño, teletrabaja, colabora con un programa de radio dos veces a la semana, y hacen la comida, los desayunos, y los niños estudian. Tienen «la de piedra», su hogar principal, pero, casi siempre, prefieren estar en esta otra.

Sobre todo Marta, maestra que sueña con una nueva escuela en el bosque y con dar utilidad a esos espacios naturales que hay alrededor de prácticamente todos los colegios. Su pensamiento, el de esta docente, es el mismo que el de la «Cooperativa Miudiño», en Vigo, la alianza de César (músico), Judit (psicóloga), Ambrosio (carpintero y juguetero) y Diego (ingeniero forestal y director de ocio y tiempo libre).

Un cuarteto, en suma, que lucha de manera altruista por la infancia, la naturaleza y el patrimonio cultural, la base. Son amigos de los de Chantada; lógico.

Marta confía en la «gran oportunidad que tiene ante sí la educación» y espera que de manera generalizada se vea que una mariposa y un abedul transmiten unas enseñanzas fundamentales que no son en absoluto incompatibles con las de una asignatura cualquiera.

Con Anxo, y con su prole, Marta vive en un bosque, sin apenas vecinos, en el que pueden ver de primera mano el potencial de la naturaleza.

Anxo tomó la decisión de residir en un oasis así hace tres décadas. «Con dudas», las cuales se disiparon muy rápido. En la actualidad, su gran temor, compartido por su pareja, es que la nueva normalidad sea como la vieja.

«Me da mucho miedo que las cosas vuelvan a ser como antes. Albergaba la esperanza de que la gente se diese cuenta de que existe una normalidad diferente. Pero no sé yo. Porque soy una persona esperanzada, pero realista, y tengo muchas dudas de que hayamos aprendido demasiadas cosas», reconoce con inquietud.

Se mueve en velocípedo, vehículo que ve clave para descongestionar las ciudades. «La contaminación y el cambio climático son la peor pandemia que existe, la que puede acabar con nosotros lentamente», puntualiza.

Un pajar de imágenes

Cinema Palleiriso, el pajar que no almacena maíz y sí imágenes, sonidos, educación y recuerdos, exhibe esa vida natural. Nada está insonorizado. Si llueve o si truena, esa es la banda sonora.

Marcos Pantoja, criado solo entre animales durante doce años, vio allí «Entre lobos» y enseñó a los niños de pueblos cercanos a aullar.

El guionista Pepe Coira también acudió a este tesoro pedagógico. Una directora cubana, cuando puso un pie en el peculiar recinto, se puso a llorar sin consuelo porque «nunca antes había visto una cosa tan bonita». Otro emigrante argentino confesó que había recorrido muchos teatros pero, como el de Garabelos, «ninguno».

Anxo, que como Totò veía cintas en los cines de Chantada, cuando existían, se ha convertido en Alfredo en el otoño de su existencia. Cuenta con un público muy comprometido, igual de entregado que el de sus «cuentos solidarios», aquellos con los que recorre Galicia, Asturias, el Bierzo e incluso Portugal.

Sus historias son, en un formato y en el otro, de la tierra y de quienes la habitan.

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