Diario de León

Gente del Bierzo

Cuando el carbón iba sobre ruedas

Un bus Ford y un Ebro de 1959, entre las piezas recuperadas por la Fundación Cultura Minera

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M. Á. Cebrones / C. F. C. | Torre
León

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Saturnino Martín Martínez vestía pantalones vaqueros sujetos por tirantes, camisa de cuadros y sombrero de paja cuando el pasado verano se reencontró en la nave del museo de la Fundación Cultura Minera en Torre del Bierzo con el viejo autobús Ford que condujo durante más de una década para transportar a los mineros del grupo Viloria y en alguna ocasión incluso a los estudiantes del municipio. Orgullos del excelente estado en el que se encuentra el Ford, pintado de azul y verde, pidió expresamente que le hicieran una foto para tenerla de recuerdo.

El paso del tiempo y la modernización de los vehículos vinculados al mundo del carbón en el Bierzo no ha sido, sin embargo, tan benevolente como con el viejo autobús Ford. Ahora, gracias a la labor de la Fundación Cultura Minera también se conserva restaurado un camión Ebro de 1959, que hace pareja con el autocar. El museo cuenta además con algunas imágenes antiguas, como aquella en la que el camionero Aladino Ardura, autor de las famosas fotografía del accidente ferroviario de Torre del Bierzo en 1944, posa junto a un camión volquete de Antracitas de Quiñones, que daba servicio a las minas de Boeza y Tremor de Arriba.

Porque la historia del carbón en la cuenca del Bierzo Alto tiene inevitablemente una vinculación directa con el transporte del mineral, considerado eje principal para el mantenimiento de las explotaciones porque había que dar salida a la producción. Inicialmente ese transporte, desde las explotaciones hasta el cargue del ferrocarril que posteriormente lo trasladaba a distintos puntos geográficos se hacía median carros tirados por bueyes cuyos propietarios negociaban con las empresas el precio de los transportes. De hecho, ya en un libro de gestión de empresa que data de 1913, el empresario Benito Viloria hace una relación de los ‘arrieros’ que transportaban el carbón de su mina.

Aladino Ardura, con su camión de Antracitas de Quiñones. FCM

Fue a finales de los años 40 cuando se incorporaron los camiones. «El primer camión fue un Ford 4 que vino para la Mina Delias», según recuerda Darío Zapico, vecino de Torre vinculado al sector del transporte y la mecánica en su vida profesional. El mismo modelo llegó después para Mina Matarrosa y Torre, y el impulso más destacado vino de la mano del ingeniero Antonio Amilivia Zubillaga que se encargó de traer a la cuenca los 3HC, más conocidos como ‘camiones rusos’.

El auge de este sistema de transporte y el hecho de que no todas las empresas tenían camiones incrementó también el número de transportistas autónomos que se dedicaban al traslado de la producción de mineral, a la línea de ferrocarril inicialmente y a la central térmica tras la construcción de la misma. No era difícil entonces que las jornadas por las carreteras locales fueran «una riada de camiones»

Transporte de personal

Los camiones pasaron a utilizarse también para el transporte de personal, mucho del cual iba a la explotaciones andando o en bicicleta. «Con una lona y unas maderas a los lados que servían de bancos, se llevaba al personal. Hasta que, a final de los años 50 llegaron los autocares, «que se traían de Madrid», recuerda Zapico. «Los primeros de la mano de Antracitas de Brañuelas que trajo un autocar del Servicio municipal de transportes de Madrid y llegó a contar con tres autocares», añade. Al final se sumaron el resto de empresas de la cuenca y cada localidad tenía su «punto de recogida de trabajadores» en la que accedían al autocar correspondiente a su empresa. La época se recuerda también por los jóvenes que bajaban a estudiar al instituto de Bembibre y también podían utilizar el autocar minero de Saturnino Martín, que aún no ha olvidado lo que era ir al volante.

Camión de Carbones Sorpresas en su lavadero. FCM

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