La DO Bierzo abandera en España el arraigo al terruño que triunfa fuera

Los pasos dados por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bierzo en los últimos años —los mismos que la han colocado en un lugar referente— tienen un objetivo fundamental: poner en valor el Bierzo como territorio vinícola por encima de cualquier individualismo. Es la tierra lo que hace especial al vino y no la variedad ni el autor del mismo. Esa es la idea de base con la trabaja el Consejo Regulador y esa filosofía le ha servido a la DO para ser puesta como ejemplo a nivel nacional de lo que hay que hacer para mejorar el posicionamiento en el mercado exterior. Una investigación académica realizada por el Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, recoge que el principal problema exportador que se da en el sector vinícola de España es «la falta de valores intangibles que lo pongan en valor». Como contrapunto y ejemplo de buena estrategia, subraya el trabajo realizado en el Bierzo.

«Estudiamos el caso del Bierzo como ejemplo exitoso de la aplicación de un modelo de marketing territorial que asocia el vino a atributos intangibles», explica el autor del estudio y profesor de Economía de la Empresa y Contabilidad, Rogelio Jorge Martín. «Con esto nos referimos a una historia, a un territorio y a una cultura que hagan distintivo al producto», añade.

El estudio, titulado ‘El arraigo territorial en la internacionalización del vino español’, analiza el panorama general de la internacionalización del vino, el nuevo marketing y las bases del arraigo social que lo hacen posible. «El consumidor internacional asocia el vino a una cultura, a una tierra y a una experiencia. Los exportadores españoles, en muchas ocasiones, dan por hecho ciertas evidencias o referencias geográficas, históricas o culturales asociadas a sus vinos que para el consumidor internacional no siempre son tan claras», relata Martín. Ahí está el error, asegura.

«Tanto si lo que se pretende es obtener un mayor precio, como si lo que se desea es acceder a nuevos mercados o canales concretos de venta, hay que demostrar el arraigo territorial para generar confianza. En definitiva, enriquecer el producto y la marca», defiende el autor del estudio, celebrando que «a diferencia de lo que se hace en otros sitios», el Bierzo no haya apostado por la «homogeneización del sabor el vino» y se haya alejado de los «patrones de clasificación tradicionales, basados en la duración del período de envejecimiento». Lo que han hecho —celebra— es «desarrollar modelos de puesta en valor mediante la trazabilidad y lo autóctono». Esto es la zonificación o clasificación del vino en función de la viña de la que se extraiga la uva; o sea, la tierra, el terruño, el origen.

«Clasificar viñedos no es tarea fácil, pero es una herramienta que diferencia y da prestigio», asegura el profesor de Economía, quien considera que lo proyectos que están llevando a cabo en el Bierzo en materia vitivinícola «son de sumo interés». «Allí se ha desarrollado de manera importante la idea de darle al vino un valor añadido por medio de la singularidad del territorio, de cada municipio, paraje o parcela», ahonda.

«Vender mejor» y no más y hacerlo en «mercados diversificados». A esto llama el autor del estudio para que las bodegas de vino españolas abran vías de comercialización fuera de España. Rogelio Jorge Martín también hace hincapié en la necesidad de adaptar la promoción a ese objetivo y el Bierzo —dice— lo está haciendo. Todo ello ha llevado a la comarca a ser «atractiva para enólogos de prestigio internacional. Enólogos que trabajan en la diferenciación, buscando una elaboración más tranquila y centrada en lograr matices diferenciadores».

En el Bierzo, «se está volviendo a las raíces y a la esencia que se ha perdido en otras regiones donde los vinos son más homogéneos», resume el profesional que se ha encargado de la investigación.