Diario de León

John Topper director general de la agencia internacional de la energía (AIE)

«El carbón limpio es viable con el apoyo que tuvieron las renovables»

La AIE, que estos días organiza en Ponferrada su tercer Congreso Mundial sobre Oxicombustión, apuesta por las tecnologías de captura del CO 2 porque sabe que los países sin acceso a la energía, pero con reservas de combustibles fósiles, acabarán usándolas para desarrollarse

John Topper, ayer en el patio del Castillo de los Templarios.

John Topper, ayer en el patio del Castillo de los Templarios.

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CARLOS FIDALGO | PONFERRADA
Ponferrada

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John Topper, director general de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se guarda siempre la última respuesta cuando le entrevistan en un país occidental.

Espera a que el periodista le pregunte por el proyecto de captura del CO2 que desarrolla la Fundación Ciudad de la Energía (Ciuden) en el Bierzo, por sus costes, por el futuro de la térmica de Compostilla y de la minería del carbón, y hasta por la irreversibilidad del cambio climático y los problemas para reducir las emisiones contaminantes a nivel mundial, y entonces toma la palabra y recuerda cuál es el principal motivo por el que se apuesta a nivel global por la investigación de tecnologías que garanticen un carbón limpio: «Siempre que me entrevistan en un país occicental se olvidan de preguntarme por la pobreza energética en la que viven 1.600 millones de personas en el mundo, sin ningún acceso a la energía, especialmente en al África subsahariana y en la India, y que sin embargo sí tienen fuentes de energía fósiles y que van a usarlas a pesar de los condicionantes medioambientales», asegura, porque es lo que tienen a mano.

Topper, que recibe a este periódico en una sala del Castillo de los Templarios durante el descanso para almozar, junto una traductora de inglés, no se cansa de repetir que esa necesidad de energía en los países más probres del mundo, pero con grandes reservas de combustibles fósiles, antes incluso que el mantenimiento de la producción de carbón en las cuencas tradicionales —«no estoy en posición de contestar, no conozco el entorno local», dice cuando le preguntan por la minería leonesa— es el mayor acicate para impulsar la investigación.

Y en el Bierzo, dice, la Ciuden está desarrollando un proyecto de captura del CO2 con tecnologías de oxicombustión «casi único» en el mundo. «Nadie está haciendo exactamente lo mismo en otros lugares», añade, convencido de que el tamaño de la planta piloto de la Ciuden en Cubillos, que los congresistas visitarán el viernes, es el adecuado para que en un futuro se construya una planta «a una escala más grande».

Topper reconoce que «todas las tecnología de captura del CO2 suponen un coste adicional» para las instalaciones que queman carbón, o usan gas para producir electricidad. «Pero es económicamente viable si tuviera el mismo apoyo que han tenido las eneregías renovables», advierte. Y añade que se trata de unas tecnologías que requieren un esfuerzo inicial, pero donde los costes van disminuyendo a medida que se avanzan las distintas fases del proyecto.

Topper, que hace tres años, durante una reunión del Comité Ejecutivo de la AIE en León ya advirtió de que el futuro del carbón pasaba necesariamente por la implatacación de las teconolgías de captura y almacenamiento del CO2, admite que la crisis económica ha perjudicado a la investigación del carbón limpio y su aplicación práctica, pero sigue manteniento que en el año 2020, ninguna central térmica debería funcionar sin los nuevos mecanismos para reducir las emisiones.

Cambio climático

Sin ser un experto en el cambio climático, recuerda que los estudios hablan de un aumento medio de la temperatura de cinco grados y recuerda que la AIE siempre recomienda «en todos los ámbitos» que se adopten políticas encaminadas a reducir los efectos negativos del uso de combustibles fósiles para generar energía.

Y termina la entrevista con una frase que es toda una declaración de intenciones sobre los objetivos de la AEI: «Mejorar estas tecnologías y hacerlas adsquibles a esos países —dice en referencia a los 1.600 millones de personas sin acceso a ningún tipo de energía— para que las usen de una forma sostenible y limpia».

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