Diario de León

La falta de protección pone en jaque el rico patrimonio arbóreo del Bierzo

Varios son los ejemplares en peligro por abandono, enfermedad, hormigón o turismo masivo

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Ponferrada

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CIPRÉS DE LA ANUNCIADA

Con 33 metros, es el más alto de España y uno de los más altos del mundo. Tiene 400 años y un perímetro de 4.76 metros.

GLICINIA MUSEO RADIO

Es uno de los monumentos más fotografiados de Ponferrada. Tiene más de cien años y un perímetro de 1.20 metros.

CIPRESES CACABELOS

Es un conjunto único por el porte de los ejemplares, con una altura que supera los 21 metros. Algunos murieron tras el incendio de 2017.

CASTAÑO EL CAMPANO

Su edad estimada es de 800 años, tiene un perímetro de casi 15 metros y una altura de 26. Es uno de los más importantes de España.

GLICINIA VILLA FEMITA

Tiene un perímetro de 2,80 metros y está muy debilitada por el incendio que sufrió el complejo hotelero en el que se encuentra en 2012.

ZUFREIROS DEL FRADE

Conjunto de cuatro alcornoques en el Lago de Carucedo, con un perímetro de casi cinco metros y una altura de catorce.

TEJOS DE VILLARUBÍN

Conjunto de dos tejos junto a la iglesia, en peligro por continuos derrumbes que ha sufrido el muro de mampostería donde se asientan.

EVÓNIMO DE RIMOR

Ubicado en el cementerio, tiene una longitud de tronco de 4,8 metros y una altura de 4,5 metros. Afectado por insectos chupadores.

El Ciprés de la Anunciada de Villafranca del Bierzo, el Tejo de San Cristóbal, la Glicinia de la Casa de los Escudos de Ponferrada, el Castaño El Campano de Villar de Acero, el conjunto de cipreses del cementerio de Cacabelos, la Encina de Campo (Ponferrada), los Zufreiros del Frade (Lago de Carucedo) y la Glicinia de Villa Femita de Villafranca son solo algunos de los monumentos naturales que hacen del Bierzo «un lugar privilegiado, único e irrepetible», en palabras del coordinador de la Plataforma de Custodia del Territorio de la Fundación Biodiversidad, Óscar Prada. Un patrimonio que, no obstante, está en peligro debido a la mala praxis en su cuidado o, directamente, por la ausencia total de atención.

La reciente rotura de El Campano, el castaño más antiguo de España; y la caída de la Encina de Otero, más conocida como el Xardón del Peruchín —ello en cosa de un mes— ponen el foco en la conservación de los árboles monumentales que hay en el Bierzo. Son más de un centenar, pero no todos se conocen y no todos gozan de la misma fama. Muchos están el peligro y el caso más preocupante es el del Ciprés de la Anunciada, que corre el riesgo de venirse abajo, según explica el botánico Bernabé Moya, que en los últimos 20 años se ha encargado de la conservación de casi todos estos árboles.

El problema del ciprés más alto y más viejo de España y uno de los más altos de su especie en el mundo es que se ha caído el muro de contención que lo ha mantenido en pie durante 400 años. Sin soporte y debilitado por tres enfermedades graves, «mortales de necesidad», puede volcar si no se toman medidas. Lo que pasa es que, pese a su importancia, el Ciprés de la Anunciada no está incluido en el Catálogo de Especímenes Vegetales de Singular Relevancia de Castilla y León. Ese debería ser el primer paso, considera Moya. Él se ha encargado, por su cuenta y riesgo, de aplicar los tratamientos que mantienen a este árbol en pie, afectado por un hongo que pudre las raíces, una enfermedad vascular causada por otro hongo que obstruye el paso de la savia y por el ataque de unos escarabajos minúsculos que horadan las ramas y matan los crecimientos anuales.

«Dado su valor, su importancia y los daños y enfermedades que le acosan, el Ciprés de la Anunciada es el que peor pronóstico tiene. Está olvidado, sin protección y abandonado sin cuidado», se lamenta el botánico. Pero su caso no es único y hay otros ejemplares en peligro. Entre ellos, la famosa Glicinia del Museo de la Radio de Ponferrada. Las labores de conservación realizadas y la instalación, hace años, de unas andas que sujetan su estructura no son suficientes si los cuidados no se prolongan en el tiempo. «Tras una encomiable labor de restauración, está sufriendo un claro abandono en los últimos años», aseguran fuentes de la Asociación para la Conservación de los Árboles Monumentales del Bierzo A Morteira. Realidad en la que incide Bernabé Moya. «Presenta varias zonas muertas en la copa y fisuras que se han abierto en el tronco en los últimos meses», explica.

La de Ponferrada no es la única glicinia en riesgo. También la situación de la de Villa Femita (Villafranca) es preocupante, sobre todo desde que el complejo hotelero en el que se encuentra fue pasto de las llamas en 2012. «El fuego causó daños a la propiedad y también al árbol, que ya estaba debilitado por culpa de un abandono de años. Además, se llevaron a cabo numerosas obras con hormigón a su alrededor que modificaron y dañaron las raíces. Por tanto, estamos delante de una planta muy debilitada», asegura el botánico que fue director del Departamento de Árboles Monumentales de la Diputación de Valencia y que conoce como nadie los tesoros naturales del Bierzo.

También por efecto del fuego está en peligro la comunidad de cipreses del cementerio de Cacabelos. Muchos murieron arrasados en el incendio registrado en 2017, pero algunos siguen en pie y necesitan cuidados especiales. «Están en peligro», sentencia Bernabé Moya, subrayando la importancia de unos ejemplares que «tiene una forma que es rarísima de encontrar en España. Un porte muy particular, estirado, columnar que hace de este conjunto algo único». «No se han llevado a cabo los cuidados necesarios después de un incendio y han acabado falleciendo los que sufrieron los daños más graves. Pero, hay otros que se están recuperando. Eso sí, los que están vivos no se han limpiado y no se han podado. Están llenos de ramas y hojas secas que se transforman en combustible si se vuelve a dar una situación como la que se produjo», se lamenta Moya.

Turismo, una nueva plaga

El impacto del turismo masivo es el principal mal que afecta a los Zufreiros del Frade del Lago de Carucedo. «Están sufriendo las consecuencias de las promoción de las visitas turísticas, con severos impactos sobre las raíces y ramas bajas», denuncian desde A Morteira, considerando que estos zufreiros son «un claro ejemplo de árboles monumentales que deberían formar parte del patrimonio secreto».

«Ha surgido una nueva plaga que se llama turismo mal entendido. Se están dando a conocer árboles antes de cuidarlos correctamente y adaptarlos para las visitas. Personas que no saben cómo tienen que comportarse, que pisan las raíces, compactan el terreno, dañan el tronco, se suben a las ramas y causan heridas», denuncia Bernabé Moya, lanzando una pregunta tan sencilla como efectiva: «¿Verdad que todos entendemos que, cuando vamos al Museo del Prado, tenemos que guardar una distancia con respecto a Las Meninas? Pues con estos árboles ocurre lo mismo». Por eso, A Morteira ha elaborado un ‘manual de buenas prácticas’ (amorteira.org) que enseña a los turistas como tratar a los árboles y lo que nunca se debe hacer.

"Los árboles pueden ser un motor de desarrollo para el medio rural si las cosas se hacen bien"

El turismo es un problema y el hormigón, otro. «Somos muy amantes de la zanja, el hormigón y el embaldosado. Consideramos a los árboles como si fueran muebles, pero los árboles están vivos», critica el coordinador de la Plataforma de Custodia del Territorio de la Fundación Biodiversidad. «Ermita urbanizada, roble, tejo, encina muertos. No va a ser en un año, ni en dos, pero sí al tercero y a los diez años o menos estará muerto», añade. Esta problemática afecta, por ejemplo, a los olivos centenarios de la iglesia de Labaniego (Bembibre). «Han sufrido inadecuadas obras de arreglo del entorno», explica A Morteira. También lo sufren los árboles del parque del Plantío de Ponferrada. «Han caído cantidad de pinos centenarios con el temporal», recuerda Bernabé Moya, pero el problema no es el mal tiempo. «Se han hecho zanjas, se ha modificado el terreno, se ha puesto riego por goteo, se ha puesto césped. Se han hecho un montón de modificaciones que, con el paso del tiempo, tienen consecuencias sobre la salud, la estabilidad y la seguridad de los árboles», relata.

El evónimo del cementerio de Rimor, el Castaño El Campano tras la rotura de uno de sus caños y la Encina de Campo —la más grande del Bierzo tras la pérdida del Xardón del Peruchín— son otros árboles en riesgo. El primero, por una plaga de insectos chupados que hay que mantener a raya y que llegaron a dejar el arbusto «prácticamente arruinado», afirma Bernabé Moya. Y la Encina de Campo, por «el impacto del tráfico rodado sobre sus raíces», apunta A Morteira.

«Hace 20 años no sabíamos lo que teníamos. Ahora sí, pero no hemos hecho lo suficiente, muy poco o diría nada», se lamenta Moya que, en las últimas dos décadas, ha visto perecer una decena de árboles monumentales en el Bierzo. «Árboles que no se murieron porque fueran viejos, sino porque estaban desatendidos», dice. Catalogarlos, protegerlos y destinar fondos a su conservación debe ser la base de todo el trabajo que queda por hacer.

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