Diario de León

El granizo causa pérdidas de hasta el 90% y abre la lucha con Agroseguro

La extensión del daño es menor de la pronosticada y se concentra en Cacabelos y Arganza

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Ponferrada

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Fincas de frutales en los municipios de Cacabelos y Arganza con hasta el 90% de la producción afectada, viñedos enteros de las variedades godello y mencía con daños en la misma zona y el inicio de una guerra abierta con Agroseguro por unas compensaciones justas. Estas son las consecuencias de la tromba de granizo que cayó en el Bierzo el miércoles y que ha dejado muy nervioso al sector a las puertas de las campañas de recolección. A nivel general, el daño ha sido menos grave del pronosticado inicialmente a tenor de la intensidad del pedrisco, pero las pérdidas «serán importantes» y, sumadas a las que ya ocasionaron la helada y las altas temperaturas, nefastas en muchos casos, aseguró el director técnico de los sellos de calidad Pera Conferencia y Manzana Reineta del Bierzo, Pablo Linares.

En el caso de la fruta, la principal zona productora está en el municipio de Carracedelo (Carracedo, Posada y Villaverde) y aquí no se han registrado daños. «Al librar esta zona, eso nos ha dado pulmón porque estamos hablando de muchos millones de kilos», apuntó Linares. El mal se concentra en parcelas de Arganza, Cacabelos, Quilós y Magaz, tanto en fruta como en uva. José Manuel Amigo es propietario de dos fincas de perales que suman casi cinco hectáreas en Cacabelos y en ellas se habrá salvado el 10% del fruto, según la primera estimación. Algunas peras tienen hasta seis impactos de piedras y las menos dañadas presentan golpes que hacen imposible su conservación.

Esto le ha pasado en los árboles que tenían las peras de mejor calibre porque sortearon las heladas de primavera. Amigo tiene también parcelas en Carracedo que no han sufrido daños, pero allí las piezas son de menor tamaño porque las temperaturas nocturnas bajo cero frenaron su desarrollo. «La de ayer fue una tarde para olvidar después de un año caótico de helada tras helada y de una sequía que no nos ha dado tregua. En estas parcelas, con la altitud que tenemos, a penas había helado y a la vista está que el fruto se había desarrollado bien. Pero ayer vino el granizo, a dos días de recoger, y nos llevó todo por delante», se lamentó el fruticultor que, en un año normal, hubiera sacado de esas hectáreas entre 30.000 y 35.000 kilos de pera de alta calidad.

Si la pera fuera de consumo inmediato, las pérdidas serían menores porque el fruto dañado por el pedrisco no presenta problemas sanitarios y es totalmente apto. El problema es que su destino son cámaras de conservación. «Van a estar un año ahí metidas y se van a pudrir», explicó el agricultor, preocupado más por el árbol que ya por el fruto que da por perdido. Hay muchas hojas en el suelo y la planta ha sufrido daños que pueden allanar el camino a la entrada de enfermedades. El fuego bacteriano es la que más preocupa. «El fruto se perdió, pero la planta tiene mucho daño. Aquí tendremos que estar con lupa día tras día en el momento que más trabajo tenemos, que es la recolección. Todo esto supone gastos de combustible, de fitosanitarios y el precio no va a subir. Nos están pagando la pera igual o menos que el año pasado (unos 60 céntimo por kilo) y los costes han sido mucho mayores», relató José Manuel Amigo, que ayer ya dio parte de los daños al seguro y adelanta conflicto.

«Ahora empieza una lucha con Agroseguro. No sé que pasará», afirmó criticando los baremos y criterios que utilizan las aseguradoras. «El seguro lo tenemos que hacer sí o sí porque, hoy por ejemplo, si no tuviésemos seguro qué haríamos, iríamos a la ruina. Hoy habría que vender la maquinaria y dedicarse a otra cosa. Pero lo que vamos a recuperar son los gastos que hemos tenido. Es triste», se lamentó. Por eso, el presidente de la Asociación Berciana de Agricultores, Daniel Franco, pidió a los afectados que no acepten de primeras si no están conformes con la cobertura. «La gente que no esté de acuerdo que no firme y, después, todos unidos podamos hacer un poco más de fuerza», dijo.

Mientras Amigo revisaba las hileras de perales que tiene en Cacabelos, Ginés Fernández se disponía a aplicar caldo bordelés a sus viñas de godello y mencía en el mismo municipio. Es un tratamiento fungicida desinfectante a base de cobre para intentar frenar a los hongos, pero no es cicatrizante. Para ello confía en el calor. «Si las temperaturas son muy altas, van a secar las bayas rotas y una vez que sequen es difícil que desarrollen enfermedad», explicó, asegurando que tres o cuatro días de calor serán suficientes y ya no queda nada para la vendimia.

Ginés Fernández tiene toda la producción afectada en mayor o menor medida. Hay bayas rajadas, hay uvas esparcidas por el terreno y hay racimos enteros cortados y tirados en el suelo. Para conocer el alcance real tendrá que esperar todavía unos días. A la hora de vendimiar hará una pequeña preselección, pero asegura que deben ser las bodegas a las que vende la uva las que se encarguen de ese trabajo.

Para conocer el alcance real de los daños para los sellos de calidad habrá que esperar a recoger el fruto. Se saben ya pérdidas en la producción, pero el porcentaje global sigue siendo incierto.

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