Diario de León

El interior, cerrado

Ponferrada asume con resignación las restricciones hosteleras

Los establecimientos de Ponferrada se adaptan a las restricciones para evitar la ruina total

Ponferrada

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Antes, en un bar, el primer tema de conversación era el tiempo; ayer, la primera pregunta fue si se podía entrar dentro y la respuesta «nos han vuelto a cerrar». Así amaneció ayer Ponferrada después de que la Junta de Castilla y León decretase el cierre de los establecimientos de hostelería de la capital del Bierzo por superar los 161 casos de coronavirus por cada 100.000 habitantes.

Serán otros 15 días de restricciones para un sector ya muy castigado y harto de ser el pagano de todos los males. «Esto es absurdo desde el principio, pero lo grave es que hayamos tenido que llegar hasta este punto para que todo el mundo se de cuenta», se lamentaba ayer David Belzuz Rodríguez, portavoz de la Asociación de Hostelería del Bierzo.

En el Ikebana, cerca del Edificio Minero, ayer, como todos los días, José Gayo, Pepe , preparaba el guiso que ofrece de tapa a sus clientes. Más que un complemento para un vino o una caña, ese cuenco de alubias con chorizo o arroz es la mejor ‘medicina’ para combatir una situación que se alarga ya en el tiempo más de un año. Pepe , recién vacunado, acaba de cumplir más de 60 años detrás de la barra y nunca había visto una situación así. Llegó a Ponferrada en el año 1975, «cuando aún estaba en pleno apogeo» —recuerda— y sólo pide que «nos dejen trabajar». «La gente sale menos; hemos cerrado a las ocho, a las diez, ahora no podemos servir dentro... y se nota», lamenta este hostelero de toda la vida, que resume la sensación general de la profesión ponferradina. Y es que, como explica Miguel Ángel Álvarez Gundín, de otro histórico de Ponferrada, han estado cerrados casi medio año entre confinamiento y restricciones y «a medio gas» el tiempo que han podido abrir. «Si Ponferrada estaba ya mal, esto ha venido a agravar todo», se lamenta.

Miguel Ángel Álvarez Gundín, otro histórico de Ponferrada. L. DE LA MATA

El Gundín abrió en el año 1967 y tampoco había visto cosa igual en más de medio siglo de existencia: «Jamás», dice rotundo Miguel Ángel. «Crisis ha habido, pero nada como esto. Ni en la imaginación. Podías atajar incluso una crisis cambiando la decoración, los platos, el menú... ¿pero ahora?. Ahora no se puede hacer nada».

Peor aún lo tuvieron ayer varios restaurantes, sin dar comidas por no disponer de terraza. «Lo sentimos mucho. Estamos cerrados», fue la respuesta.

«Lo único positivo de esta decisión —dice Belzuz, de la asociación que reúne en poco tiempo a decenas de establecimientos— es que, si quedaba alguna persona que creía que los cierres de la hostelería servían para algo, con este despropósito se habrá convencido de lo inservible y gratuito que es todo este montaje político de tres al cuarto». Y añade, en plan irónico: «Esperamos ansiosos saber cuándo será el cribado masivo que harán en Ponferrada para localizar los posibles casos de contagiados y aislarlos, para que el virus no se extienda… ¿O es que ni siquiera lo van a hacer?».

 

 

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