Diario de León

Caso único en el Bierzo

El largo diagnóstico del síndrome de Williams

Una madre de Puente de Domingo Flórez relata su lucha personal de 24 años para lograr el diagnóstico de esta enfermedad rara en su hija

manuel

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Ponferrada

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Esta es la historia de una madre que estuvo años y años (24 en concreto) luchando para saber qué le pasaba a su hija. Esta es la historia de un diagnóstico médico certificado ahora, que costó mucho detectar porque —entre otras cosas— es el único existente en el Bierzo y de los pocos conocidos en Castilla y León. Esta es la historia de la familia de María Elena Álvarez y de su hija Sofía García, que hoy, con 25 años y numerosas idas y venidas, sabe que tiene Síndrome de Williams. Su madre quiere dar a conocer el caso y la existencia de la Asociación Síndrome Willians España, creada en 1995, el mismo año en el que nace Sofía.

Es una enfermedad genética conocida hace poco (en la década de los sesenta) y que se caracteriza por una pérdida de entre 26 y 28 genes en el cromosoma 7. Esa deleción o mutación, en la que se pierde material genético, se produce en el óvulo o en el espermatozoide. Es antes de la formación del embrión. Es una enfermedad rara, poco estudiada.

Uno de esos genes, el más conocido, es el que produce la elastina, el que da la elasticidad a los tejidos. Afecta a la piel, a los vasos sanguíneos, al intestino. Afecta al tejido conectivo, a las articulaciones. También incide en cierta medida en el desarrollo de algunas áreas del cerebro.

El origen
Estos casos se dan por la perdida de material genético y falta de elastina que afecta a la elasticidad

Esto supone que la persona con el síndrome presenta una serie de limitaciones. «Tiene problemas de motricidad fina y gruesa, problemas de equilibrio, de percepción visual y espacial. Me percaté que Sofía, cuando era pequeña, como que no calculaba bien las distancias. Todos los problemas derivados de la falta de elastina afectan por ejemplo a las articulaciones, escoliosis, los vasos sanguíneos, lo que repercute en otras funciones».

María Elena, junto con su marido y sus otros dos hijos, llevan muchos años peleando para sacar a Sofía adelante. Y lo han conseguido dentro de las limitaciones que impone la situación. De hecho, a sus 25 años, Sofía superó en Ponferrada sus estudios y prepara ya el temario para opositar a ordenanza de la Administración.

Todo empezó en las últimas semanas del embarazo. Sofía no creció. El ginecólogo decidió que era mejor esperar y que el parto se produjera de forma natural, porque todo parecía estar bien. Sofía nació con bajo peso y con un soplo en el corazón. El 80% de los bebés que nacen con Síndrome de Williams lo hacen con una cardiopatía grave, que es un estrechamiento de las arterias al salir del corazón. «Se llama estenosis supravalvular aórtica», precisa Elena, dominando ya la terminología médica después de tantos años preocupándose, buceando en Internet y estudiando sobre el tema. Un 20% de los casos —entre los que está Sofía y por eso su caso pasó más desapercibido— nacen con un soplo, con un estrechamiento tan ligero que apenas se aprecia.

El primer síntoma fue el bajo crecimiento prenatal, el siguiente fue el soplo, aunque muchos niños nacen con él, lo que conlleva que se pueda confundir en el diagnóstico. «La niña tenía muchos cólicos, lloraba mucho. Tardó en sostener la cabeza, tienen bajo tono muscular; tardó en caminar, tenía estreñimiento crónico porque el intestino también es más lento. Empezó a caminar con dos años largos, tenía estrabismo, hiperacusia y le molestan los sonidos fuertes, y mostraba mucha rigidez. Incluso con cinco años tuvo que hacer rehabilitación porque tenía los dedos de los pies rígidos y pensamos que era un problema de nervios, y como no tenía buen equilibrio igual apretaba los pies», rememora su madre.

Estando ingresada en el Hospital del Bierzo con casi 3 años, llegó la pediatra que la llevaba y otras dos y le preguntaron a quién se parecía, dado que tenía rasgos que no identificaban. No les parecía Síndrome de Down y con el tiempo, una de aquellas pediatras le hizo un cariotipo para descartarlo. Es una prueba del un estudio de los cromosomas. El resultado fue que el cariotipo era normal. Pero el síndrome de Williams no se aprecia en un estudio microscópico, es una lesión muy pequeña que no se ve y es necesario hacer otra prueba más específica. Sí diagnosticaron un trastorno generalizado del desarrollo.

«En aquel momento te sientes responsable, pensé que algo había hecho yo mal en el embarazo para que Sofía no creciera y que algo hice mal para que no le llegaran los nutrientes; algo que comí, que bebí, que respiré», cuenta María Elena ahora desde el conocimiento de la situación. «Sofía siempre ha tenido el tratamiento médico que ha necesitado, aunque siempre íbamos un paso por detrás», indica.

Al decirle que no era síndrome de Down, al llegar a casa la madre de Sofía empezó a documentarse. Comenzó por el significado de la palabra «síndrome» y supo que es un conjunto de síntomas simultáneos. «Sofía tenía un conjunto de síntomas y entonces me dije, Sofía tiene un síndrome y empecé a buscar síndromes, a leerme uno por uno e ir descartando, hasta que llegué al de Williams», resume.

Llegó a esa conclusión leyendo, buscando todo lo que pudiera tener relación. «Estamos hablando de hace 18 años y no había tanta información y me di cuenta que tienen una serie de rasgos: son hipersociables, superempáticos, se preocupan por todo el mundo y supercariñosos, necesitan muchos abrazos al día, más que respirar; la hiperacusia (en su comunión no pudieron echar bombas en la procesión); tienen gran afición por la música y con las primeras notas sabe qué canción era y tienen habilidades de lenguaje, no se olvidaba ni una letra de los medicamentos raros, con mucha memoria visual y auditiva», cuenta. Y así, atando muchos cabos, su madre siguió peleando y hace apenas un año llegó al cardiólogo del Clínico de Salamanca, al ponferradino doctor Villacorta, para que a Sofía le hicieran su genoma. En junio de 2019 le hicieron la extracción de sangre y en noviembre le dieron el resultado con un diagnóstico que confirma que Sofía tiene Síndrome de Willians. Es una enfermedad que la estadística relata que se da un caso por cada 20.000 nacimientos. Cuentan ya con alguna asociación de afectados. Una en Madrid con apenas unos 160 diagnosticados, Cataluña, Cantabria y otra en Galicia.

De momento los trabajos de investigación en estos casos son mínimos y poco se ha avanzado. «Sofía avanzó mucho, pero nosotros hemos ido dando palos de ciego y hemos ido probando, porque es muy importante tener un diagnóstico pronto para llevarla a estimulación precoz. El pediatra me dijo que sería bueno llevarla a una guardería y de aquella no había en Ponferrada centro de estimulación precoz; y en el colegio en Puente de Domingo Flórez muy bien. Fue la etapa más feliz de su vida, le encantaba ir al colegio, estaba deseando que llegara septiembre para ir al cole y ver a sus amigos y era la primera en apuntarse a todos los sarados, fiestas, excursiones y demás», rememora.

Hace dos años entró en esta historia la doctora Mateos. Fue la que detectó que en el genoma algo no estaba bien y fue ella la que remitió a Sofía a Salamanca, en concreto a la Unidad de Enfermedades Raras. Allí, por ser mayor de edad le dijeron que no le hacían la prueba y fue la misma doctora Mateos, cardióloga del Hospital del Bierzo, la que se puso en contacto con el doctor Villacorta y le hicieron la prueba, algo que las protagonistas de esta historia les quieren agradecer.

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