Diario de León

Historia berciana

Las locomotoras de la MSP dejan la vía muerta

Ponferrada encarga un estudio para recuperar una o dos de las nueve máquinas estacionadas en La Placa con las piezas del resto

Ponferrada

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Llevan el nombre de hombres poderosos. Un conde, un ministro de Fomento, y algunos miembros del antiguo consejo de administración de la desaparecida Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), la empresa que dio forma al crecimiento de la capital del Bierzo durante un siglo. Pero esos nombres de personajes tan elevados —Conde de los Gaitanes, Francisco Cambó, Oritz Muriel o Aranda Lupardo— no han servido para que durante las últimas cuatro décadas, retiradas del servicio a principios de los años ochenta y descartadas en los noventa para el Museo del Ferrocarril porque estaban en peor estado de conservación que otras piezas del tren minero, se hayan estado oxidando en una vía muerta de La Placa, muy cerca del centro comercial donde se compra ropa deportiva o se sirve comida rápida.

ANA F. BARREDO

 

Eso está a punto de cambiar, cuenta el concejal que representa a Ponferrada en el consorcio del tren turístico, Iván Alonso, porque el Ayuntamiento se encuentra a la espera de recibir un estudio encargado a una empresa especializada para presupuestar el coste de recuperar una, o quizá dos, de las últimas máquinas de vapor de la MSP que habían quedado al margen de la declaración de Bien de Interés Cultural que sí recibieron sus hermanas restauradas. «La idea es poner a funcionar una o dos otra vez, con las piezas de las demás, si fuera posible», explicaba ayer Alonso.

Quedan restos de cinco Baldwin fabricadas en Filadelfia en 1919, dos Mafei y dos Krauss

Las cinco Baldwin fabricadas en Filadelfia en 1919 —la número dos-Conde de los Gaitanes, la número uno-Francisco Cambó, la cuatro-Ortiz Muriel, la siete-Aranda Lupardo, y la diez, bautizada con el nombre de Villablino—, las dos Mafei —la 13 y la 16, que la MSP adquirió en 1951 y 1956— y las dos Krauss —la centenaria 17 y la 18, fabricadas en Múnich y compradas por la empresa minera en 1961 al Ferrocarril de La Robla— son al día de hoy refugio de gatos, lienzo de grafiteros y fondo postapocaliptico de algunas sesiones de fotos mientras la maleza se adueña de las chimeneas de las que emergía el vapor cuando circulaban entre Ponferrada y Villablino.

Propietario de las piezas de arqueología industrial desde que en el año 2002 la Consejería de Fomento —titular de la concesión del tren minero que ahora se está cediendo al consorcio de municipios— se las traspasara, el Ayuntamiento de Ponferrada ha entregado hasta cuatro locomotoras a otras instituciones dispuestas a restaurarlas, entre ellas la Fundación Ciudad de la Energía. Pero aunque las peticiones han seguido llegando, Iván Alonso tiene claro que las nueve piezas que quedan no se moverán del Bierzo.

ANA F. BARREDO

 

«Lo primero que hicimos fue impedir que se lleven más locomotoras. Eso lo paralicé». Otra cosa será que en caso de que no sea posible poner a funcionar, o al menos reconstruir una máquina completa, algunas de las locomotoras en ruinas acaben como piezas ornamentales en lugares vinculados al tren minero como Villablino, Cubillos o Toreno. Alonso insiste en que ya durante el anterior mandato si el equipo de gobierno del que también formaba parte hubiera podido aprobar un presupuesto, el Ayuntamiento habría consignado dinero para la recuperación de las últimas nueve señoras de hierro. Ahora llega un nuevo intento y todo lo que se haga dependerá de las conclusiones del estudio. Pero está claro, recalca Alonso, que algo se hará y unos objetos de arqueología industrial y nombres tan ilustres no seguirán mucho tiempo más pudriéndose al sol, bajo la lluvia o envueltos en la niebla, en la vía muerta de La Placa.

 

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