Diario de León

Martínez Núñez, un imperio en liquidación

El constructor nacido en una aldea de Orense empezó de albañil y forjó un grupo que ahora se derrumba.

José Martínez Núñez, en una imagen tomada hace años en León.

José Martínez Núñez, en una imagen tomada hace años en León.

Ponferrada

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Llegó a Ponferrada con 16 años, mil pesetas en el bolsillo y una bicicleta para moverse. Eso era en 1945, en los años del hambre, del estraperlo y de la cartilla de racionamiento, y aquel adolescente que venía de la aldea gallega de Porto-Real, en Orense, comenzaba a trabajar de albañil para ganarse la vida. Sesenta y ocho años después y tras una década en la que su nombre ha sonado más en los juzgados y los periódicos que en los despachos, José Martínez Núñez, octogenario retirado en Tenerife, ha visto como su imagen de hombre hecho a sí mismo y el imperio empresarial que logró fraguar en torno a la construcción, los áridos y el negocio inmobiliario —y con el que llegó a facturar a más de quinientos millones de euros al año en su mejor momento— se tambaleaba definitivamente con la detención de sus dos herederos en una operación policial contra el blanqueo de dinero por la venta de sus tres hoteles en Galicia al liquidador de empresa Ángel de Cabo.

Martínez Núñez empezó poniendo ladrillos, pero no trabajó de albañil demasiado tiempo. A los 19 años, dejó el andamio para convertirse en contratista. Y como contratista se desembolvió durante dos décadas, hasta que en los años setenta puso en pie su empresa más emblemática, Construcciones Martínez Núñez, y entró poco a poco en los grandes negocios.

Hombre ambicioso y de carácter fuerte, su siguiente salto lo dio hacia el sector de los áridos y el hormigón. El nombre de su primera cantera en San Juan de Paluezas, La Estrella, sirvió para bautizar a la empresa con la que se abrió camino en el sector, empujando a la competencia, y también a su compañía de transportes. También controló Hormingones del Bierzo (Horbisa) y abrió su planta en Dehesas, para acabar creando en Madrid otra constructora, Teconsa, que tantos dolores de cabeza le ha dado en los últimos años, y en Galicia Tegasa,

La misma ambición y un deseo de influencia, le llevó a fundar el periódico La Crónica de León en 1986. Veinte años después, y justo antes del comienzo de la crisis económica, todo el grupo superaba los dos mil trabajadores. El imperio economico ya incluía a los tres hoteles de la marca Gran Hotel, en Lugo, Orense y Santiago de Compostela cuya venta a Ángel de Cabo ha precipitado ahora la detención de los dos hijos del empresario, José Luis y Maribel Martínez Parra.

La polémica siempre ha acompañado a José Martínez Núñez, que se labró amistades en los círculos de poder, al que se le reconocía su amistad con Manuel Fraga, y que en 1999 —el mismo año en que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil empezaba a investigarle en serio por los sabotajes a las plantas de áridos del empresario de la competencia, Sindo Castro— llegó a ser reconocido como Empresario Leonés del Año.

Polémica siempre ha sido la cantera de su empresa Catisa en Las Médulas, paraje declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. La antigüedad de la explotación, anterior a la legislación que protege el paraje arqueológico del impacto ambiental, ha salvado al yacimiento de áridos que afea la vista desde el mirador de Orellán durante años. Y las medidas adoptadas por la Junta de Castilla y León para cerrarla han resultado infructuosas, a pesar de las órdenes de paralización que han llegado a emitir los tribunales. Sólo la crisis económica ha hecho languidecer su actividad.

Problemas con la ley

Los problemas realmente serios para Martínez Núñez en los juzgados empezaron a mediados de los años noventa, con la investigación de su empresa Catisa por sobornar al que fue jefe de minas de la Junta de Castilla y León, Félix Sánchez Araújo. Un juzgado de Ponferrada condenó en el año 2002 por cohecho al apoderado del empresario en Catisa y Cadesa, Antonio Merino, y al propio Araújo. Según la sentencia, las empresas de Martínez y la Junta de Castilla y León tenían que pagar un millón de euros entre ambas como responsables subsidiarias de las actuaciones de Araújo encaminadas a perjudicar a una cantera rival a partir de 1990. La Audiencia Provincial, sin embargo, terminó absolviendo al apoderado de Martínez Núñez por haber prescrito el cohecho.

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León también acabó archivando el pasado año las acusaciones contra la empresa Teconsa, que ya dirigía su hijo José Luis Martínez Parra, y el ex consejero de Fomento de la Junta, José Manuel Fernández Santiago, por la adjudicación de las obras la variante de Olleros de Alba, en un caso desglosado de la trama Gürtel.

Pero si el nombre de Martínez Núñez saltó a la prensa nacional fue a raíz del caso Cuiña, la presunta conspiración para matar al consejero de Política Territorial de la Xunta de Galicia, José Cuiña, delfín de Fraga. Martínez Núñez había tenido una discusión con el consejero por la adjudicación de una obra, pero el juez consideró que la acusación contra él era «incongruente» y «no muy aceptable» y terminó absuelto. El presunto sicario, el venezolano Rafael Wolfgang, había aparecido ahorcado en León en julio del año 2000. Semanas antes, había escrito una carta en la que reconocía su participación en los sabotajes a Sindo Castro y el supuesto encargo de matar a Cuiña.

Martínez Núñez, que tiene implantado un marcapasos, se libró de sentarse en el banquillo de los acusados en octubre del 2010, cuando fue finalmente juzgado en ausencia por los sabotajes a las plantas de Sindo Castro en el Bierzo entre 1996 y 1999, los años de la construcción de la Autovía del Noroeste, que terminaron con el lanzamiento de un cóctel molotov contra la casa del empresario maragato en Astorga. Aunque la acusación pidió al juez que emitiera una orden de detención contra Martínez Núñez por no presentarse en el juzgado, el magistrado decidió aceptar el argumento de su mala salud, que según su defensa le tenían ingresado en una clínica de Tenerife. El empresario fue finalmente condenado en noviembre del año pasado por la Audiencia Provincial a 14 meses de multa y a pagar un total de 550.000 euros como inductor de un delito continuado de daños por ordenar los sabotajes. La condena también incluyó a los responsables de la agencia de detectives D ‘Ajenti como ejecutores.

La empresa Teconsa, encargada de la sonorización de la visita del Papa Juan Pablo II a Valencia en julio del año 2006, todavía está siendo investigada dentro de la trama Gürtel.

Y también tiene una investigación abierta la empresa Gallega de Molienda de Clínker, cementera del grupo implicada en un supuesto fraude de 3,2 millones de euros por extraer presuntamente material del puerto de El Ferrol sin pagar los aranceles entre los años 2008 y 2010.

Con la crisis del ladrillo, que ha golpeado muy duro a las empresas de Martínez, con despidos y cierres, Teconsa ha acabado en manos del liquidador Ángel de Cabo, junto a los grandes hoteles gallegos.

Y es precisamente el precio de un euro por hotel pagado por el grupo a De Cabo, lo que ha llevado a un juez de Santiago a investigar con la Operación Caballo de Troya la supuesta ocultación de bienes para no hacer frente a las reclamaciones de sus acreedores.

La detención de sus dos hijos y la imposición de dos fianzas de un millón de euros para evitar su ingreso en prisión, marcan ahora el descenso de un hombre que acabó cambiando la bicicleta por el helicóptero, y que ahora ve desde la distancia como el imperio que sostuvo durante años hace aguas.

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