Diario de León

La nueva carretera de toda la vida

El Ministerio recupera los antiguos monolitos enterrados y olvidados

Los hitos miriamétricos que un día se arrancaron y se tiraron a la cuneta recuperan su esplendor para embellecer los carriles de acceso

Monolito recuperado en las salida hacia Congosto de la Autovía del Noroeste. L. DE LA MATA

Monolito recuperado en las salida hacia Congosto de la Autovía del Noroeste. L. DE LA MATA

Ponferrada

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Los viejos caminos nunca mueren, se podría decir parafraseando a Miguel Ríos. Y para que nunca mueran, la Unidad de Carreteras del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en León está recuperando los hitos miriamétricos —que así se denominan técnicamente— de la antigua N-6, antes con números romanos (VI), que un día se arrojaron a las cunetas para recolocarlos —limpios y pintados— en los enlaces con la carretera o en los accesos a la Autovía del Noroeste a su paso por la comarca. Lo más cerca posible de donde un día fueron olvidados.

Son esos monolitos de hormigón que antes marcaban el camino y que acabaron como un escombro más en algunas de las mejoras y ampliaciones de la calzada, explican desde la jefatura de Carreteras. «A la hora de realizar los trabajos de conservación de los enlaces de la N-6 nos estamos encontrando entre la vegetación o enterrados esos hitos, y los estamos recuperando como motivo ornamental», señalan.

En los últimos meses se han instalado cuatro, pintados en color blanco y rojo para destacar sus letras y números. Están en las inmediaciones de Columbrianos (kilómetro 386 de la N-6), en la salida de Fuestesnuevas a Villafranca (kilómetro 389), en Bembibre (kilómetro 364) —aún sin pintar— y en la salida de la N-536 desde Ponferrada a Orense. También hay otro en Congosto, nada más abandonar la autovía.

La última gran obra de la antigua radial de Madrid a La Coruña a su paso por el Bierzo se hizo hace casi medio siglo. El inolvidable Ignacio Linares daba cuenta, en diciembre de 1973, en las páginas de este periódico como corresponsal de Diario de León en la comarca, de la visita del entonces ministro de Obras Públicas, Gonzalo Fernández de la Mora, para inaugurar el tramo entre Retuerta y San Román de Bembibre. La obra costó 35,4 millones por kilómetro de carretera, cantidad con la que, añadía Linares, «en cualquier lugar de España, en Castilla o en Alicante, se podían construir unas decenas de kilómetros». «Los 1.225 metros de altitud del Manzanal y los 19.850 metros del itinerario, recién estrenado, se han cobrado un precio muy alto», decía con su conocida retranca en la información.

En la rotonda con la N-536, en Carracedelo, hay dos hitos. ANA F. BARREDO

Monolito que se está instalando en Bembibre. ANA F. BARREDO

La entrada en funcionamiento de la Autovía del Noroeste, más moderna y rápida, relegó a la antigua Nacional a principios de este siglo. La N-6 (con número en su nueva asignación) sigue siendo paso de vehículos, pero más para desplazamientos cortos entre pueblos, y para camiones a los polígonos. No es lo que era aunque su nivel de conservación es bueno. Incluso, hay un proyecto para reconvertirla en la versión española de la famosa Ruta 66 de Estados Unidos.

Hasta después de la Guerra Civil, las carreteras españolas no se organizaron por números. Fue en los años 40 del siglo pasado cuando el Gobierno de Franco decidió establecer lo que se conoció como «Instrucción del Plan Peña», cuenta la web Geografía infinita, cuyo editor es el periodista Gonzalo Prieto. Se debió al entonces ministro de Obras Públicas, Alfonso Peña Boeuf, y tenía una doble finalidad. Acabar con la vieja definición de las carreteras. De León a Gijón, de Madrid a Bilbao... porque no era operativa en los mapas de carreteras... Y, en segundo lugar, reconstruir muchas de ellas, devastadas por la Guerra Civil.

En el artículo primero de aquella orden se estableció la nueva clasificación de las carreteras por nacionales, comarcales y locales. Las seis radiales, con punto de partida en Madrid (en la Puerta del Sol) se numeraron del 1 al 6 según el sentido de las agujas del reloj comenzando por el norte, la N-1 de Madrid a Irún por Burgos... hasta la N-6, de la capital de España a La Coruña pasando por Ponferrada.

Un hito kilométrico es una señal de tráfico que indica la distancia desde el inicio de la carretera, camino o vía férrea por la que se circula y el punto en el que está colocada. Por eso también la Unidad de Carreteras los está reponiendo allí donde fueron tirados a la cuneta.

Toda esta historia de los antiguos hitos se puede disfrutar en el Centro de Interpretación de la Caminería, en la provincia de Jaén. El paso de arrieros, pastores, viajeros... A pie, a caballo, en coche... durante veinte siglos.

El Centro de Interpretación de la Caminería se ha instalado en un tramo abandonado de la antigua carretera nacional Bailén-Motril (N-323), al final de la que hoy es calle principal de La Cerradura, y tiene también hitos como los que se han recuperado ahora en el Bierzo.

«El verdadero golpe de timón a los caminos españoles llegó en junio de 1761. Fue cuando se promulgó el Real Decreto expedido «para hacer caminos rectos y sólidos en España, que faciliten el comercio de unas provincias a otras, dando principio por los de Andalucía, Cataluña, Galicia y Valencia. Sería la primera disposición española que cabe asimilar a un plan general de caminos», explica Gonzalo Prieto en su página web geografiainfinita.com . De este modo, durante el reinado de Carlos III, se produjo el origen efectivo de la red radial de caminos.

Ya en el siglo XX, concretamente en 1926, siendo ministro de Fomento Rafael Benjumea, conde de Guadalhorce, un Real Decreto-Ley aprobó la creación del Circuito Nacional de Firmes Especiales. Se pretendía adaptar a las necesidades del tráfico automóvil una serie de itinerarios que conectaran los principales núcleos de población. Una red que también miraba al Bierzo.

Pero esa ya es otra historia.

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