Diario de León

Entrevista a Raúl Magallon, profesor de la Universidad Carlos III. Especialista en bulos

«Necesitamos hacer más ‘sexy’ la verdad y ante la duda no compartir»

Ponferrada

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Profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid y autor de un libro de referencia sobre el fenómeno de las noticias falsas, Unfaking News. Cómo combatir la desinformación, Raúl Magallón está inmerso estos días en el análisis del fenómeno de los coronabulos y a la espera de intervenir en el curso de verano sobre ‘Periodismo narrativo en tiempo de bulos’ que por segundo año organiza el centro asociado de la Uned en Ponferrada responde a este cuestionario. La ponencia online de Magallón, será el viernes 3 de julio de 9.30 a 11.30 y lleva el título de ‘La batalla contra la desinformación. Burbujas informativas, ciberanzuelos y granjas de contenidos’.

—La eclosión de bulos que hemos sufrido durante la pandemia ha sido la otra plaga a la que nos hemos tenido que enfrentar, agravada con la gente encerrada en sus casas en medio de la incertidumbre. ¿La infodemia tiene vacuna? ¿Se puede decir que a los bulos los paramos entre todos, como al coronavirus?

—Necesitamos convencernos de la necesidad de hacer más sexy la verdad, pero también de ser conscientes de que en el acto de compartir, que solemos hacer en sistemas de mensajería como WhatsApp, también podemos ayudar a difundir información errónea sin que sea nuestro objetivo. El mensaje debe ser claro, en caso de duda no compartas. Comprueba, verifica, pregunta.

—Hay voces, como la de Ramón Salaverría, de la Universidad de Navarra, que reclaman una alfabetización digital, para que los propios usuarios de las redes desactiven los bulos antes de que se viralicen. 

—Hay que combinar una alfabetización digital y una alfabetización mediática. La alfabetización debe incluir conocimientos sobre cómo funciona el sistema de medios, pero también sobre el papel de las empresas tecnológicas a la hora de configurar la esfera pública.

—¿Qué fines persiguen los fabricantes de bulos? ¿Pesa más la política o la economía? 

—Podemos distinguir distintos tipos de promotores: el bromista, el estafador, el actor político, los teóricos de la conspiración, el testigo —una fuente confiable como un médico o trabajador de un hospital—, las celebrities, etc.

Y los objetivos suelen dividirse en: cuestiones económicas, por tribalismo y refuerzo de nuestros prejuicios, para intentar cambiar la opinión de forma camuflada o, sencillamente, para dividir.

—¿Cuál es el bulo más peligroso? ¿Y el más divertido?

—Creo que los más peligrosos evidentemente son los que ponen realmente las vidas de las personas en juego. Durante esta pandemia hemos visto, sobre todo en otros países, como había bulos que iban contra médicos y personal sanitario mientras estaban haciendo todo lo posible por salvar vidas. Los más divertidos, evidentemente, son aquellos en los que el código común no genera malentendidos, lo entienden todos los participantes y sólo permite interpretar los mensajes a partir de un contrato humorístico.

—Hay bulos que a lo largo de la historia sirvieron de excusa para iniciar una guerra. ¿Hasta qué punto pueden desestabilizar hoy una democracia?

—Los acontecimientos de los últimos tiempos parecen indicarnos que entramos en una nueva fase en la que los países con déficits democráticos más que visibles pueden encontrar nuevas estrategias de influencia internacional a través de la desinformación.

—¿Los bulos, los linchamientos digitales, las campañas para hundir reputaciones, son el arma de las guerras que vienen? Se lo pregunto por las ‘granjas de bots’, vistas como ejércitos en la sombra. 

—Se ha impuesto poco a poco el mensaje de que la nueva cultura digital genera polarización, pero cada vez resulta más evidente que es la polarización estratégica ideada y diseñada desde la política principalmente la que esté potenciando el desarrollo de las nuevas formas de desinformación.

El zorro en el gallinero

—Trump en la Casa Blanca. Un presidente aupado por bulos que acusa a la prensa de difundir bulos cuando no le gusta lo que publican sobre su gestión. Perdón por la expresión, pero, ¿no es como tener al zorro en el gallinero?

—Trump utiliza a los medios de comunicación para imponer las narrativas que lo benefician políticamente y alimentar las teorías de conspiración más demandadas por sus bases. Forma parte de una estrategia diseñada para generar desconfianza en torno a los medios de comunicación y establecer así sus canales –sin intermediarios- como la única forma de conocer la verdad.

—Facebook, y sobre todo WhatsApp, son los principales canales de difusión de bulos. Alguna responsabilidad tienen que tener esas plataformas. ¿Se fía de sus medidas para atajar las fake news? Al fin y al cabo, cualquier contenido viral genera ingresos.

—La pandemia nos dejó tres principales ideas sobre las empresas tecnológicas: cada vez tienen un papel más importante desde un punto de vista político, cada vez hay más actores que las ven como un instrumento para lograr determinados fines y su capacidad para resolver sus propios problemas es mucho más limitada de lo que inicialmente podríamos pensar.

—¿El periodismo está en peligro porque es más barato producir bulos que noticias veraces?

—Con cada crisis, se produce una reestructuración del sistema periodístico. E l clickbait no sólo es barato sino que, actualmente, genera ingresos que son fundamentales para la sostenibilidad de los medios. Durante la pandemia han aumentando las suscripciones a medios. Entre todos debemos incentivar el buen periodismo y limitar las opciones de que éste se convierta en sinónimo de opinión sesgada o superficialidad.

—Hay un debate abierto sobre la necesidad y el riesgo de legislar contra los bulos. ¿Qué opina?

—Creo en la necesidad de legislar ‘vectores de desinformación’. Legislar también puede significar adaptarse a nuevos escenarios, formatos y actores así como a los nuevos desafíos que se plantean para seguir defendiendo el pluralismo informativo. Si no se hace, siempre habrá partidos políticos que tenga la tentación de aprobar una ley «anti fake new s» que limite la libertad de expresión e información.

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