Diario de León

Reconstrucción arqueológica

Necrópolis y munición en el Castillo

Las obras de restauración y puesta en uso del Castillo Viejo de Ponferrada sacan a la luz un enterramiento múltiple, viejos muros y más de un centenar de proyectiles de un antecedente del cañón

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El equipo de Gobierno municipal de Ponferrada que preside el socialista Olegario Ramón ofreció ayer un avance sobre el estado y evolución del proyecto de rehabilitación y puesta en uso del Castillo Viejo de Ponferrada, obra licitada y adjudicada en el anterior mandato de la alcaldesa, la popular Gloria Fernández Merayo. La inversión total del proyecto es de 1.902.853,05 euros, correspondiendo al Ministerio de Fomento la aportación de 1.321.937,86 euros con cargo al 1,5% Cultural, y al Ayuntamiento de Ponferrada 580.915,19 euros.

Según el informe de los técnicos hecho público ahora por el Ayuntamiento, las obras han puesto al descubierto «un enterramiento múltiple que requiere un estudio multidisciplinar más profundo», iniciativa que ya se está llevando a cabo.

Los trabajos realizados por la empresa contratada han permitido ya recuperar un antiguo arsenal que los expertos relacionan con la guerra que a finales del siglo XV libraron el segundo Conde de Lemos, Rodrigo Osorio, y los Reyes Católicos. Entre la arcaica munición, los técnicos documentaron el hallazgo de más de un centenar de bolaños de bombarda -un antecedente del cañón- y varios proyectiles de catapulta, realizados en granito.

Los técnicos dicen que los restos podrían estar relacionados con la guerra entre los Reyes Católicos y el Conde de Lemos, después de que éste usurpara la fortaleza y se negara a entregarla. Tras el conflicto, los proyectiles se debieron almacenar en esta estancia hasta que su posterior abandono hizo que quedasen selladas por el derrumbe de la estructura superior.

El descubrimiento tuvo lugar en la amplia estancia cubierta que se ubicaba en la zona norte, entre el Cubo Viejo o del Duque de Arjona, erigido en el siglo XIV, y la torre del Homenaje Nuevo. En la excavación de esta zona se halló el muro que delimitaba la estancia y el derrumbe de la planta superior, un espacio cubierto con tejas cerámicas que comunicaba ambas torres.

Esta estructura y la mayoría de dependencias del Castillo Viejo se abandonaron poco después, en la primera mitad del siglo XVI, momento en que se produjo el derrumbe de esa estancia, según los indicios encontrados. En siglos posteriores únicamente se mantuvieron las estructuras defensivas perimetrales, como rondas y torres, aunque ya sin utilidad. La zona del palacio, fuera de los límites del Castillo Viejo, fue la única que se mantuvo en uso hasta el siglo XIX.

En el patio de armas la intervención ha incidido en el lateral este, en el que se está construyendo una rampa para favorecer la accesibilidad a la fortaleza. En esa zona, los técnicos documentaron alguna estructura auxiliar, también del siglo XV, así como materiales y otros restos de esa centuria y posteriores. También se ha documentado el citado enterramiento múltiple. Además, en la zona final de la rampa, junto a la puerta este, se sitúa la zona en la que «más profundidad temporal» se ha alcanzado, documentando restos de dos estructuras de habitación circulares “fosilizadas por la muralla”. La cronología de estas estructuras está aún por determinar y los expertos apuntan que podrían ser medievales (de los siglos XII-XIII) o de la primera Edad del Hierro (siglos VIII-VI antes de Cristo), ya que la tipología es similar en ambos casos y de los dos se han documentado evidencias en intervenciones previas en otras áreas del castillo.

El resto de la intervención arqueológica está llevando a cabo la supervisión de la reconstrucción y restauración de las murallas, mediante el análisis de sus paramentos para definir la secuencia constructiva de la fortaleza, así como las restauraciones que se llevaron a cabo en la primera mitad del siglo XX, de las que apenas existe información.

Las obras llevadas a cabo hasta el momento suponen «la parte más difícil y delicada» del proyecto, indican los técnicos. Aparte de la excavación arqueológica y su minuciosidad, el resto de los trabajos se centraron en la reparación de los muros norte y este de la fortaleza vieja, donde se ejecutaron apeos, inyecciones, recalces y cosidos dado su «muy frágil estado». Esta fragilidad de las estructuras y su delicada intervención «era previsible» según la experiencia de obras anteriores pero «requiere de técnicas muy complejas que están dilatando mucho la ejecución de esta fase fundamental del proyecto», apuntaron los responsables de la intervención. Se prevé que las labores de se prolonguen hasta febrero.

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