Diario de León

Muestra

La nueva reconversión del Pozo Julia

La exposición ‘Fabero Instala 1.0’ abre la nueva época artística del Instituto Leonés de Cultura tras la pandemia

León

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Se descuelga la carretera sobre Fabero y ya queda a simple vista lo que fue la minería. Una historia de vida y muerte. Y también, de resurrección.

La mina volvió ayer a la vida. La ha resucitado el arte. El castillete inmóvil del Pozo Julia, el silencio de la cuenca, el olor a carbón que aún lo impregna todo. Una vuelta al pasado. Si no fuera porque quince artistas han revivido la vieja mina de Fabero, que alimentó durante décadas el valle.

De vida y muerte habla la exposición Fabero Instala 1.0, comisionada por Luis García. Porque el arte cuenta. Mucho. Una instalación expositiva con la que arranca el Instituto Leonés de Cultura la nueva era de la pandemia, la época que un coronavirus lo ha marcado todo. Otra vez el relato entre la vida y la muerte, ahora con mascarillas.

A la entrada de lo que fue la mina, ya se avisa lo que acontecerá dentro. Allí está el origen de todo, el ‘Abismo petrificado’ del poeta visual Gustavo Vega, una obra de mármol, que representa lo inerte, sobre un manto de carbón, la vida orgánica y también de Fabero.

En la sala de máquinas, en el lugar donde estaban los compresores, el rastro de la primera revolución industrial, con su marca de progreso y también de explotación, el ‘Hombre desnudo’ de Amancio González deja al descubierto lo que allí sucedía. Porque de allí arrancaba el cable de la jaula que llevaba al pozo a decenas de hombres en vagonetas y sacaba de las entrañas de la tierra el oro negro y brillante de la antracita.

Participantes en la inauguración . L. DE  LA MATA

En esa sala, una cama, una mesilla, un libro y unas margaritas, colgadas de la pared, en vertical lo que debería de ser horizontal, José Antonio Santolcildes enlaza su obra a la de Alejandra Santocildes, una artista visual que proyecta en una pantalla su imagen de mujer embarazada mientras entona a su bebé que está aún por llegar a la vida una vieja nana que escuchaba a su abuelo.

De espaldas, la muerte. En las obras de Nino Cabero, Jonás Pérez, José María Marbán, Reme Remedios, el osario de Wanba y la cartelería comprometida de Mundo Feliz, de Gabriel Martínez y Sonia Díaz, que trasladan la exposición a una historia de lucha, de reivindicación, solidaridad y fiereza que es también la historia de la cuenca, donde se libró la ‘Huelgona’ o se combatió la represión. Todo resumido en una frase, en un lema impreso en una camiseta: «Cuando a un cuerpo le quitas el corazón, se muere. Y el carbón es nuestro corazón’.

En los vestuarios, donde los mineros se despojaban de todo y volvían a recuperar su identidad, pues en el tajo, en las profundidades de la mina el polvo negro todo lo iguala, en esa sala donde los cuerpos se desprendían de su negrura, Pablo Jejé ha creado un mundo paralelo, que roza el borde, que bordea el abismo, que muestra a los hombres como son, con sus grandezas y sus demonios.

Y por fin, la vida y la muerte se unen en la santidad laica de ‘Vírgenes Paganas’ y su ‘Pavana de Estampas’, la obra del colectivo de creadores formado por Coque, De Gonari, GreenBase y Luxor, una iconoclasta y atrevida reconversión de santos del siglo XXI en los que la fe se ha transformado en ética, una colección visual de amortajados que une la vida y la muerte, una sala presidida por una rasgadora Santa Bárbara.

Y en ese silencio comprometido con el que habla el arte, se escuchó una viola de gamba y la voz profunda y hermosa del tenor Ángel Iznaola y su interpretación de pavanas, una danza pausada y contenida que ha que es parte de la historia de la música de este país.

Durante cuatro días, se ha trabajado con intensidad en esta instalación, a contrarreloj, en lucha con el tiempo para que todo volviera a revivir. Como cuando era un tajo y una jaula precipitaba a toda velocidad a los hombres 270 metros en vertical, directos a las vetas de antracita.

De ese pasado y de la importancia del Pozo Julia como museo de vida, la casa de los creadores, habló ayer la concejala de Cultura de Fabero, Susana Folla. Y de la importancia de la cultura, el arte y el patrimonio para la vida de los pueblos, para que no mueran, lo hizo el diputado provincial de Cultura, Pablo López Presa.

Es el renacimiento, la nueva reconversión del Pozo Julia de Fabero. Luz para un futuro que lucha por no ser negro.

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