Diario de León

Nuevos estudios lo avalan

El oro romano del Bierzo suma argumentos

Sánchez-Palencia concluye el primer gran estudio sobre la minería aurífera en Lusitania, que ofrece una visión más de conjunto de lo que fue para España y Portugal e insiste: «El Sil fue una de las principales zonas del Imperio, sin duda alguna»

Vista de Las Médulas, en una foto de archivo que muestra todo su esplendor. L. DE LA MATA

Vista de Las Médulas, en una foto de archivo que muestra todo su esplendor. L. DE LA MATA

Ponferrada

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Nuevos estudios sobre la extracción de oro en la Hispania romana ratifican la importancia de Las Médulas y de la cuenca del río Sil para todo el Imperio. Lo dice una autoridad en la materia como Javier Sánchez-Palencia que, junto a Brais X. Currás, también investigador del Instituto de Historia del CSIC, acaba de firmar un artículo en la prestigiosa revista Antiquity sobre la extracción de oro en época romana en la cuenca del Tajo, que afecta al sur de Salamanca, Extremadura y Portugal.

Aunque el Bierzo no es objeto de análisis en ese trabajo, el estudio ofrece una visión más completa de la actividad minera del Imperio Romano en España y Portugal, ya que cambia completamente la comprensión que se tenía sobre la provincia de Lusitania, una zona hasta ahora solo estudiada parcialmente.

«Unas de las principales zonas, sin duda alguna, de todo el Imperio romano, fue la cuenca berciana del río Sil, a escala mundial», sentencia Sánchez-Palencia, en declaraciones a este periódico, a la hora de valorar Hispania en su conjunto tras el trabajo en la zona del Tajo.

Hispania constituyó una de las mayores fuentes de oro de Roma, sobre todo el cuadrante noroccidental. Pero las fuentes clásicas, desde Catulo, un poeta del siglo I a.C., hasta el escritor y naturalista Plinio el Viejo, también destacaron la riqueza aurífera de una zona más al sur, el valle del Tajo, al que denominaron «aurifer Tagus». La investigación de Sánchez-Palencia y Brais X. Currás lo que confirma es que el fenómeno de la minería del oro en Lusitania estuvo mucho más extendido y fue más importante de lo que se pensaba, aunque no alcanzó la importancia del Bierzo y otras zonas como la Maragatería.

«Las Médulas fueron las más grandes, pero no la más rentables. La Valduerna, casi todas las de las Omañas, en la Valdería... fueron mucho más rentables. ¿Qué ocurre? Que esa rentabilidad corresponde a un criterio actual, no romano. En época romana, el criterio de rentabilidad no era gastos de producción, beneficios de explotación», aclara Sánchez-Palencia.

Visión distinta
«En época romana, el criterio de rentabilidad no era gastos de producción, beneficios de explotación»

E insiste en que verlo con criterios de hoy en día es «anacrónico» y «absurdo» porque no responde a lo que pensaban los romanos hace 2.000 años. «No exactamente fue de donde se sacó más oro, o más tiempo se explotó—se sigue refiriendo a Las Médulas—. Fue la que más alteró más paisaje y una de las que mejor ha conservado, no la única, todos las estructuras antiguas». Y es que en la mayoría de los casos, los romanos «se las cargaron conforme avanzaba la explotación; se cargaron un montón de canales y depósitos de agua», explica este investigador. «Por algo Las Médulas son Patrimonio de la Humanidad», afirma.

Con lo que no está de acuerdo Sánchez-Palencia es con que se considere Las Médulas como obra de la ingeniería romana. «La Ingeniería no existe hasta el Renacimiento. Los romanos no tenían suficientes conocimientos. No los habían sistematizado como para dar cuerpo a lo que dice el cuerpo de Ingeniería, en conocimientos», puntualiza.

En España hubo más de 800 minas romanas de oro. «Todo el cuadrante noroccidental de la Península Ibérica está cuajado de minas de oro. No sólo fueron Las Médulas. Lo que pasa es que Las Médulas fue, sin duda, la más grande, y la que más alteró el paisaje; por eso es emblemática», insiste.

En la zona del Tajo y Portugal se están descubriendo nuevos yacimientos a medida que avanza la investigación. «Cada vez que hacemos una prospección encontramos más», comenta Sánchez-Palencia, que cree que aún hay mucho por investigar.

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