Diario de León

Vieja cultura campesina

Los paisajes sabios de A Morteira

La asociación ecologista y el Ayuntamiento editan un libro sobre la cultura campesina con fotos de Isidro Canóniga

Ponferrada

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En Peñalba todavía se veían las gallinas por la calle y los corredores de madera de muchas de las viviendas, ennegrecidos, no podían disimular el paso del tiempo. En Campo del Agua, las vacas y las cabras pastaban a gusto y todas las pallozas lucían su tejado de paja. Eran los años ochenta y el Bierzo todavía no había dado la espalda del todo a la vieja cultura campesina, tan dura. Pero ya estaba allí el fotógrafo Isidro Canóniga para retratarla.

Las dos imágenes, junto a un verdadero álbum de fotografías en color que revelan todo el esplendor del paisaje, la naturaleza y la etnografía berciana, son el atractivo cebo del libro Sabios paisajes. Naturaleza y cultura campesina del Bierzo a través de las estaciones, editado por la asociación A Morteira y el Ayuntamiento de Ponferrada. Porque las cuatro estaciones, como en la famosa pieza de Vivaldi, son el hilo del que tira un libro de más de trescientas páginas a todo color que deja testimonio gráfico y escrito de una forma de vida del que todavía se oye un eco.

En A Morteira, defensores de los árboles y el bosque, saben que es un mundo desaparecido. «Aquella Naturaleza (con mayúscula) que tanto nos gustó era ciertamente más Cultura que Naturaleza. Aquellos paisajes que tanto hemos apreciado no eran paisajes sino paisanajes», explican en las solapas de un volumen que no deja de ser, asegura Antonio Nespral —coeditor junto Alfonso Fernández-Manso y Carlos Martínez— una llamada de atención ante la amenaza de los parques eólicos y los huertos solares que proliferan en los montes y campos bercianos.

Y todo empieza con una cita de Oliver Laxe —«Hay en los últimos campesinos un gemido de orfandad, un grito desesperado y rabioso», escribe el cineasta de O que arde — y otra de Albert Camus que podría figurar en la cabecera de cualquier periódico —«Cuando nada se puede hacer queda testimoniar».

Pero Nespral ve luz al final del túnel con tibios movimientos de vuelta al campo. Hórreos, molinos, pallozas, palomares, colmenas, junto a robles, olivos, negrillos, olmos, nogales, la vid y el vino, comparten páginas en un libro que traslada un mensaje que suena a deseo: «es posible la utopía» de vivir con los recursos naturales.

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