Diario de León

El secreto de una imagen icónica

Pepe Gutiérrez, el fotógrafo tras el mural de Almagarinos

El autor de la foto de las cuatro mujeres que trabajaban en los baldes de carbón recorría la cuenca del Tremor en moto como retratista ambulante

De arrriba a abajo, Pepe Gutiérrez con sombrero,  y con su mujer, Evangelina, y César García. CORTESÍA JG

De arrriba a abajo, Pepe Gutiérrez con sombrero, y con su mujer, Evangelina, y César García. CORTESÍA JG

Ponferrada

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Recorría los pueblos de la cuenca del Tremor con su cámara de fotos, primero en una moto vetusta que más de una vez le hizo caer sobre la carretera porque tenía mal la dirección, y después en un Renault Dauphine de segunda mano, un modelo cuestionado por su dudosa mecánica. Era un hombre afable, conocía a todo el mundo y todo el mundo le conocía a él. «Tanto le querían que incluso una vez le hicieron una misa en Tremor de Abajo porque les llegó el rumor de que había muerto», contaba ayer su hijo Javier en el estudio de fotografía de la calle Marcelo Macías de Ponferrada que heredó de su padre. Y no era cierto.

Aquel hombre bien trajeado, que solía usar corbata y a veces sombrero, algo tímido, pero muy sociable, se llamaba Pepe Gutiérrez, había nacido en Asturias, había sido pescador, minero, ayudante de fotografía, y para 1960 ya se había afincado en Torre del Bierzo como retratista ambulante. Fue en uno de sus trayectos por la cuenca minera del Tremor —lo adelantaba este periódico el pasado fin de semana— cuando se acercó hasta la línea de baldes del teleférico que transportaba el carbón desde Almagarinos a Brañuelas y allí fotografió a cuatro mujeres —Libertad Aurora, Hortensia, Irene y Begoña— en una imagen que sesenta años después va camino de convertirse en un icono del carbón porque ha servido de base para el mural que el artista David Esteban (Dadospuntocero) ha pintado en el pueblo por encargo del Ayuntamiento de Igüeña y después de que la imagen también haya servido para ilustrar la cubierta de la novela ¿Dónde está nuestro pan?, de Abel Aparicio.

La foto de Almagarinos. CORTESÍA JG

Javier Gutiérrez enseña el sello con el que su padre, que se deshizo de sus viejos negativos en blanco y negro, marcaba todas las copias que vendía y es el mismo que, con las letras borrosas, aún se aprecia en el dorso de la fotografía que Libertad Aurora le cedió a Aparicio sin recordar el nombre del fotógrafo.

Javier solía acompañar a su padre (nacido en Abres, Vegadeo, en 1929 y formado como fotógrafo en los laboratorios Trébol de Madrid) en sus recorridos por el Bierzo Alto. Muchos sábados se quedaban a dormir en algún pueblo y aprovechaban el domingo para quedar con la gente, realizar encargos, bodas, bautizos, comuniones, fiestas, y alguna imagen como la de los baldes de Almagarinos. Amigo de César García, otro fotógrafo que hacía el mismo trabajo desde Bembibre, Pepe acabó por abrir un estudio en Ponferrada a mediados de los años setenta y le trasladó la fascinación por las imágenes a su hijo Javier. «Fue por él por lo que le cogí tanto gusto a la fotografía. Me gustaba estar con la gente», decía ayer en el estudio de la calle Marcelo Macías. Y con la gente, gracias a la novela, gracias al mural, se queda ahora una imagen que retrata una época.

Pepe Gutiérrez con su mujer, Evangelina, y César García. CORTESÍA JG

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