Diario de León

Nombres con historia

El policía municipal que pidió un mirador en Orellán

Miguel Amigo fue un pionero en la defensa de Las Médulas colocando señales por su cuenta

Miguel Amigo, fotografiado este viernes en Ponferrada. ANA F. BARREDO

Miguel Amigo, fotografiado este viernes en Ponferrada. ANA F. BARREDO

Ponferrada

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Hace ahora 40 años, un policía municipal de León nacido en el Bierzo fue pionero proponiendo nada menos que se hiciera un mirador en Orellán. De aquella iniciativa quedó constancia en el desaparecido diario Proa del 28 de noviembre de 1980, donde ya se escribía que nadie es profeta en su tierra. Y es que Miguel Amigo Álvarez tampoco es que tenga ansias de notoriedad cuatro décadas después, aunque vuelve a ser noticiable que se sepa que este jubilado de Villadepalos, cuando nadie, o muy pocos, miraban a Las Médulas — hoy Patrimonio de la Humanidad—, ya andaba por despachos planteando ideas y ponía señales por su cuenta para mostrar al mundo la mina de oro más importante del Imperio Romano.

«Pero cómo es posible que usted haga todo esto», le preguntaba en Proa el periodista Suárez Gutiérrez. «Todo es posible en la vida teniendo voluntad. Para mí el Bierzo es mi otra gran preocupación. ¡Cuántas cosas habría que hacer en esta comarca!», contestaba Miguel Amigo, que hoy comparte su tiempo entre León, Ponferrada y su pueblo natal.

De aquel interés por el patrimonio ha quedado también la carta que le envió, el 26 de noviembre de 1980 , la Comisión del Patrimonio Artístico Nacional del entonces Ministerio de Cultura diciéndole que no encontraba «inconveniente» para que colocara señales por su cuenta en Las Médulas, en las que ponía: «Prohibido dejar desperdicios. Respeta la naturaleza».

Miguel hacía los carteles en su casa y también iba a Las Médulas a limpiar la zona, «porque hay que dar ejemplo», decía en aquella entrevista. Eran señales fuertes. Compraba cemento y barras de hierro. Todo por su cuenta, de su bolsillo.

La carta al Ministerio no fue la única que envió en aquella época. También las mandó a la Diputación de León, a la Delegación de Cultura... Y todos le contestaron, decía entonces, «con comprensión», aunque le hicieran poco caso. O más bien, pocos tenían interés real.

Cuatro décadas después, Miguel Amigo, aquel policía berciano que trabajaba en León, piensa lo mismo. Sigue colaborando con asociaciones en defensa del patrimonio. Y se podría refrendar las mismas palabras que el periodista escribió entonces: «Nuestros lectores —se decía en Proa — se darán cuenta de que hombres así no abundan».

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