Diario de León

Rehabilitación de la heráldica

Ponferrada saca brillo a los escudos del Castillo

Las obras del Castillo Viejo permiten limpiar de residuos seis blasones que resumen la turbulenta historia de la fortaleza desde los años del duque de Arjona, el dominio del conde de Lemos y el control de la Corona

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

«Si el Señor no custodia la ciudad, en vano vigilan los centinelas». El Salmo 126 de la Biblia recibe a quienes se aventuran a pasar por la puerta principal del Castillo de Ponferrada en lo alto alto de una de las Tau de la fortaleza. Muy cerca se encuentra el escudo de armas del duque de Arjona, Fadrique Enríquez, señor de Ponferrada a principios del siglo XV. Y en las torres del Castillo Viejo, hoy en obras, aparecen más blasones, siempre a gran altura para que el vulgo y la nobleza los reconocieran a gran distancia; el del linaje gallego de los Castro, el del primer conde de Lemos y su esposa Beatriz de Castro, que edificaron la Torre Mayor; el escudo real de los Reyes Católicos en otra de las torres, y debajo, el del alcaide Juan de Torres.

Son algunos de los seis escudos que jalonan el Castillo de Ponferrada y sobre los que estos días están actuando para eliminar residuos y consolidarlos un equipo de profesionales formado por los restauradores de bienes culturales Carlos Ávila de la Torre y Francisco Boldo Pascua, el arqueólogo Rodrigo Garnelo Merayo, el arquitecto Fernando Cobos y el responsable de Patrimonio y Museos del Ayuntamiento, Javier García Bueso.

Protegidos desde 1963 por medio de un decreto que también incluyó otros emblemas heráldicos, piedras y cruces de término, según informó ayer el Ayuntamiento en una nota, las obras de rehabilitación del Castillo Viejo también están sirviendo para que los escudos recuperen el esplendor que tuvieron.

Texto bíblico
«Si el Señor no custodia la ciudad, en vano vigilan los centinelas», dice uno de los salmos labrados

El más antiguo de todos es el de los Castro en el Castillo Viejo, linaje que encabezaba Pedro Fernández de Castro, apodado ‘el de la guerra’ y que murió en Algeciras en 1342. Dice la tradición que Fernández de Castro fue tan intrépido en vida que llegó a quitarle las espuelas de oro al mismísimo sultán de Marruecos durante la Batalla del Salado.

También anterior al asedio que sufrió la fortaleza durante la revuelta de los irmadiños y que obligaría al conde de Lemos a reforzarla, es el emblema de Fadrique Enríquez, duque de Arjona, que murió preso en Peñafiel en el año 1430.

No menos interesante es el escudo de Pedro Álvarez Osorio, primer conde de Lemos y de su esposa Beatriz de Castro, heredera del ducado de Arjona, con la que se casó en 1432 para convertirse en el principal noble de Galicia y el Bierzo. Hombre cultivado que estudió gramática y humanidades en la Universidad de Salamanca, Pedro Álvarez Osorio edificó la torre de mayor altura, o Cubo Nuevo, del Castillo Viejo y su heráldica preside el exterior hacia la calle Tras la Cava. Fue el conde de Lemos, que fallecería en 1482 en el Castillo de Cornatel, el que otorgó a su nieto y heredero Rodrigo Enríquez Osorio el distintivo de la Tau que aparece labrado en distintas partes de la fortaleza, según recoge la web oficial del monumento. Rodrigo Enríquez Osorio, segundo conde de Lemos, se rebelaría contra los Reyes Católicos por no reconocer sus derechos sobre Ponferrada y el Castillo sufriría un duro asedio con artillería en 1486 que obligaría a reconstruirlo tras ser tomado al asalto.

El Castillo pasó a la Corona y entre 1492 y 1503 se edificó la llamada Torre de los Reyes Católicos. Allí se puede ver el escudo real de Isabel y Fernando, pero también el del corregidor que nombraron para gobernar el recinto amurallado; Juan de Torres, con una rueda dentada sobre cinco torres.

Cinco siglos después, con el Castillo convertido en emblema turístico y cultural de la ciudad, lejos de su pasado militar, son expertos como Ávila de la Torre o Boldo, encaramados a los andamios, los que vuelven estos días a darle lustre a los vestigios heráldicos de un tiempo, si no más glorioso, seguro que más turbulento. Ponferrada ya no necesita ningún Señor que la custodie, seguro, y su fortaleza disfruta de centinelas mucho menos belicosos.

tracking