Diario de León

Una historia de supeación

La primera tortilla de Ainoa Prieto

La joven ponferradina aquejada de cinco síndromes compresivos vasculares ya ha sido sometida a la intervención costeada mediante crowdfunding y ha vuelto a comer sólidos casi tres años después

La joven ponferradina Ainoa Prieto. DL

La joven ponferradina Ainoa Prieto. DL

Ponferrada

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Los últimos dos años y medio de la vida de Ainoa Prieto han estado marcados por el dolor, el cansancio, las náuseas, el reflujo y el ardor estomacal, las taquicardias y la hinchazón. Así ha sido su día a día hasta que el 17 del pasado mes fue sometida a una intervención quirúrgica que ha puesto freno a cuatro de los cinco síndromes compresivos vasculares que padecía. Una operación posible gracias a la solidaridad, ya que Ainoa puso en marcha una campaña de crowdfunding a la que la sociedad respondió de manera masiva. Necesitaba 40.000 euros para operarse en Málaga y los consiguió en pocas semanas. Ahora, todavía con las molestias propias del difícil posoperatorio, esta joven ponferradina mira al futuro con muchísimo más optimismo y habiendo dicho adiós a los cuatro batidos que se convirtieron en la base de su alimentación durante más de 30 meses. No podía comer otra cosa.

Casi quince días después de su intervención, Ainoa recibió el alta y pudo volver a casa hace poco más de una semana. Ya ha empezado a ingerir sólidos y está redescubriendo sabores que había olvidado. No puede comer lo que quiera. Debe ir poco a poco, ingiriendo pequeñas cantidades varias veces al día y no de todo, ya que además de lo que tiene prohibido por la proximidad de la operación, es celíaca e intolerante a la lactosa y a la fructosa.

Sin dolor ni náuseas

A los cinco días de la intervención, Ainoa empezó a notar que los síntomas desaparecían

Lo primero sólido que Ainoa se llevó a la boca fue un trozo de pan sin gluten. Nada que ver con el pan que comía antes de que su pesadilla empezara, pero le supo a gloria. Después llegó el lenguado y la tortilla de patata. No como la de su madre, por eso le hizo prometerle que en cuanto volvieran a casa le cocinaría la suya. Y así fue. Sin pimiento y sin cebolla, pero asegura que tuvo la certeza de no haber probado antes nada tan delicioso. Su cerebro y su paladar ya habían olvidado a qué sabía. Ahora empieza de nuevo.

La ausencia de las náuseas continuas que arruinaban su día a día es lo que más agradece. También ha desaparecido el dolor propio de los síndromes, aunque el posoperatorio es largo en estos casos y soporta los problemas ligado a él. Entre seis meses y un año tendrá que esperar para recuperar la normalidad plena. Y es que el cirujano que la ha operado asegura que así será, que su vida volverá a lo que era antes de ser diagnosticada de los síndromes Wilkie (la aorta y la mesentérica superior comprimen el duodeno), Cascanueces (compresión de la vena renal izquierda por el pinzamiento aortomesentérico), Ligamento arcuato medio (compresión del tronco celíaco por el ligamento), Congestión pélvica (dilatación en las dos venas ováricas y varices en el útero) y May-turner (compresión de la vena ilíaca izquierda).

A base de batidos

En los últimos dos años y medio se alimentaba únicamente a base de batidos de cuatro sabores

Lentamente se va acostumbrando a la nueva situación y su meta ahora es poder «disfrutar de la vida», de cualquier cosa, hasta de lo más cotidiano. «Quiero querer ir a un sitio y poder hacerlo sin pensar en las limitaciones que tenía por depender de los batidos, el cansancio constante y las náuseas. Antes no tenía energía», explica, agradeciendo el apoyo que ha recibido y que ha hecho posible su nuevo comienzo. «Ahora me digo que tendría que haberlo hecho antes», asegura.

Durante cuatro horas, el cirujano encargado del caso de Ainoa operó cuatro de sus cinco síndromes. La intervención del quinto, el May-turner, estaba prevista para una semana después pero fue suspendida. «Lo descartó porque era muy grande la intervención», explica la joven. De hecho, los primeros cuatro días desde la intervención fueron muy complicados. Ahora, mira atrás y asegura que, pese al sufrimiento, ha merecido la pena.

«Volver a comer ha sido raro. De hecho, el primer día que comí algo duro me dolía muchísimo la mandíbula»- AINOA PRIETO

Respecto a la operación que ha quedado pendiente, no está preocupada. «Dependerá de cómo me encuentre. El médico cree que con lo que ya me ha hecho puedo mejorar mucho y el May-turner no me va ocasionar los dolores que tenía antes. También al poder alimentarme mejor cree que será menos problemático y si no me molesta demasiado incluso no hará falta operar. En todo caso, si hubiera que hacerlo, es la menos agresiva de todas las intervenciones, así que no me da miedo», aseguró.

«Poder comer sólidos después de tanto tiempo es raro. De hecho, el primer día que comí algo duro me dolía mucho la mandíbula. No tengo ningún capricho. Al llevar tanto tiempo sin comer, todo me vale. Para mí es un mundo poder pasar de los cuatro sabores de los batidos a un montón aún con limitaciones».

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