La Puebla Sur también quiere un ARU

En la avenida de La Puebla de Ponferrada, la antigua ‘milla de oro’ de la Ciudad del Dólar, hay tantos magnolios como comercios abiertos. Las copas frondosas de los árboles ya le roban la luz a las ventanas en los días de sol. En los de lluvia atascan las alcantarillas.

La última vez que ocurrió fue el pasado 20 de octubre. La tromba de agua que cayó ese día sobre Ponferrada arrastró las hojas hasta los desagües y en un visto y no visto, cuentan los comerciantes, encharcó el tramo central de la avenida. A las cinco de la tarde, un coche que no tuvo la precaución de esquinar el charco enorme levantó una cortina de agua y «puso perdida a una chica» que caminaba por la acera. «La calle entera parecía una manta de hojas», decía este fin de semana Beatriz Docampo, una de las propietarias de la Joyería Suiza, en pleno centro de la avenida donde todavía se ubica una farmacia, un hotel ligado a la historia de la ciudad o la sede de la emisora Onda Bierzo, abierta por los pioneros de la radio Ignacio Linares y Yolanda Ordás.

La calle del Cristo también pierde brío comercial. L. DE LA MATA

Bomberos, Policía Municipal y los barrenderos de FCC acabaron ese 20 de octubre reciente por desplazarse a una avenida que vertebra Ponferrada para solventar un problema que llevó el agua al interior de algunos negocios; una calle de edificios viejos, de locales antiguos y alquileres altos que mantienen la mitad de ellos vacíos, cuando no abandonados por sus propietarios; un vial que no vive sus mejores tiempos, pero que a través de la nueva Asociación de Amigos de La Puebla —el colectivo que ya se ha dotado de estatutos este año y que no ha celebrado su primera asamblea porque se le ha echado encima la pandemia— apuesta por extender a todo el centro de Ponferrada las ayudas del Área de Regeneración Urbana (ARU) que el Ayuntamiento comenzará a repartir este otoño para mejorar la eficiencia energética y la accesibilidad, pero también los espacios públicos, de las calles de La Puebla Norte.

Edificio singular en La Puebla. L. DE LA MATA

«Es fundamental que empujen a invertir», explica otro puntal de la asociación como es la farmacéutica Sonsoles Ysart, que tiene su local enfrente de la joyería de Do Campo. Y añade que, maldición de los magnolios aparte, «el mal de La Puebla es el mal de todas las ciudades que tiene un centro comercial demasiado cerca del centro urbano» y ven como la actividad poco a poco languidece, agravado en este caso por la antigüedad de los edificios y el abandono de locales, y ahora la crisis del carbón.

La calle Real, paralela a La Puebla. L. DE LA MATA

Ni Ysart, ni Docampo, tampoco otros comerciantes muy activos en la asociación que acceden a posar para este periódico en uno de los pasos de cebra de la avenida, como en aquel disco de Los Beatles —Eduardo Rellán, de Novedades Tina, y Teresa Moronta, de Óptica Pérez Bravo— se atreven a pronosticar que la pandemia pueda darle la vuelta a la situación y los comercios que ahora ocupan locales en el centro comercial regresen a la calle. Pero tiene claro que una línea de ayudas específicas para la rehabilitación de locales comerciales sería un buen empujón para La Puebla, donde llevan cuatro años organizando actividades callejeras, desde la Feria de Abril a la Navidad o el Día de San Valentín, para demostrar que la vieja milla de oro sigue latiendo.

El concejal también lo quiere

Por fortuna para su objetivo, la asociación, no tiene que convencer al Ayuntamiento, al menos, sobre la necesidad de un ARU más amplio porque el concejal de área, Pedro Fernández, ha vuelto a repetir esta semana que es necesario extenderlo a otros barrios de la ciudad, desde Flores del Sil a Cuatrovientos. Y por supuesto en el que ha nacido la asociación que agrupa a 35 negocios y que ahora quiere extenderse a los residentes. «Toda La Puebla Sur tiene que beneficiarse de un ARU como la Puebla Norte», decía a este periódico, cuando la Oficina de Desarrollo Local está a punto de distribuir los primeros 623.000 euros en ayudas para que los propietarios de inmuebles puedan cambiar tejados y calefacciones, puertas y ventanas, instalar ascensor y otras mejoras en la eficiencia energética y la accesibilidad de los edificios. Y el éxito de la convocatoria lo miden los proyectos por valor de 3,2 millones presentados a esta primara anualidad.

La Asociación de Amigos de La Puebla cree que ese éxito puede ser contagioso y hay dueños de inmuebles que solo esperan a que alguien le ayude para invertir en sus edificio y evitar que, como ya ha sucedido, haya que perimetrar algunos inmuebles debido a la caída de cascotes. Y ven con buenos ojos la idea que este verano lanzó el bibliotecario-archivero municipal, Jesús Álvarez Courel, de señalizar con una placa aquellos edificios de la Ciudad del Dólar de arquitectura destacada. Qué mejor forma de recuperar el ritmo vital y la autoestima de un barrio que creció con el carbón y ahora conviven con 35 magnolios.