Diario de León

El rusco puede convertirse en recurso agrícola en el Bierzo

Un centro tecnológico de Palencia cree que la comarca es una zona apta

Estampa del Bierzo, en una foto desde Arganza. L. DE LA MATA

Estampa del Bierzo, en una foto desde Arganza. L. DE LA MATA

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EFE

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El Centro Tecnológico Agrario (Itagra), una entidad de carácter privado que tiene su sede en Palencia, apuesta por la genética local con el cultivo de hinojo, tomillo, siemprevivas, rabos de gato y otras plantas que crecen de forma silvestre y tienen gran valor ecológico en Castilla y León, para extraerles rendimientos agrícolas y hortofrutícolas.

En el caso del Bierzo, desde este centro se da otro nombre, el rusco, que también se podría cultivar en la Sierra de la Culebra (Zamora), zonas de Salamanca, Palencia o la propia provincia de León; mientras que la sideritis y el helicrysum son unas de las más aptas para cultivarse en cualquier suelo de la Comunidad, explica Álvaro Hernández.

El proyecto Cirvepam (Caracterización Integral de Recursos Vegetales Endógenos como cultivos de Plantas Aromáticas y Medicinales) en el que llevan trabajando más de dos años en el Itagra, tiene como objetivo desencadenar una economía local vinculada a estos recursos vegetales endémicos y autóctonos que crecen en montes, bosques, riberas, páramos, montañas y valles sin que nadie les haga mucho caso. «Hemos trabajado una estructura de I+D+i para desarrollar y buscar especies endógenas destacadas por sus condiciones de adaptación al cultivo y por su valorización en uso y aplicación», explica a Efe, Virginia Ozcariz, una de las responsables del proyecto del Itagra, desarrollado junto a los investigadores Susana Luis y Álvaro Hernández.

El rusco (Ruscus aculeatus) ha sido utilizado durante mucho tiempo como diurético, pero hay estudios científicos que demuestran también sus propiedades venotónicas, favoreciendo la contracción de las venas y facilitando la circulación de la sangre.

Para empezar recogieron 55 plantas en distintos puntos de Castilla y León y seleccionaron una docena para aprender a cultivarlas, multiplicarlas y ver qué usos se les podría dar para generar actividad agrícola e industrial.

Han estudiado su modo de propagación, las han cultivado en invernadero y cámaras de cultivo, analizado en laboratorio y caracterizado los micronutrientes de cada una de ellas y sus compuestos. Ahora, a falta de compilar los resultados, ya han confirmado que por rendimiento algunas, como el cantueso, se asemejan mucho a la lavanda y que la mayoría se darían muy bien en Castilla y León, especialmente la sideritis o rabo de gato, el helicrysum o siempreviva, o la rosa canina y el hinojo.

Todas tienen un gran valor fitoterapeutico: la salvia española como antiviral; la gayuba, antiséptica y diurética; el rabo de gato, cicatrizante, digestivo y antibacteriano; el cantueso, cicatrizante y antiséptico; la perpetua mediterránea, antioxidante; el rusco y la caléndula, antiinflamatorio; el lúpulo, sedante y estimulante del apetito; el escaramujo, antigripal, y así un largo etcétera.

«Se trata de utilizar todo el conocimiento y saber hacer agrícola e industrial que tenemos de la lavanda para replicarlo con estas plantas que son autóctonas», resume Ozcariz. Con ello se busca diversificar los cultivos, mantener la riqueza biológica, generar ecosistemas más amigables con los polinizadores y dar nuevas iniciativas que estimulen los núcleos rurales. La polinización y la lucha de plagas, pero también la industria farmacéutica y cosmética, e incluso alimentaria, son algunos de esos nuevos destinos. Pero pocos saben que las más cultivadas en el mercado español provienen principalmente de genética francesa.

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