Diario de León

San Fructuoso y el linaje del herrero

La declaración de Monumento Histórico-Artístico se gestó en 1965.

El herrero Manuel Sánchez, en una foto de hace medio siglo.

El herrero Manuel Sánchez, en una foto de hace medio siglo.

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El aniversario de la muerte de un santo sirvió hace medio siglo para que la Herrería de Compludo recibiera el reconocimiento del Estado como Monumento Histórico-Artístico. Corría el año 1965 cuando las instituciones de la época quisieron conmemorar el 1.300º aniversario de la muerte de San Fructuoso colocando una placa en Compludo. A aquella cita acudió el arquitecto José Menéndez-Pidal Álvarez, que entre 1957 y 1958 había realizado las excavaciones arqueológicas que habían sacado a la luz los restos del primer monasterio fundado por San Fructuoso. La visita colocó a la vieja en Herrería en el centro de los focos y tres años después, el Gobierno la declaraba Monumento Histórico-Artístico por decreto (6 de junio de 1968) y nombraba un guarda custodia que se ha mantenido hasta la actualidad. En 1968 recayó en el herrero que ejercía por entonces en la fragua, Manuel Sánchez, que tras su fallecimiento, entregó el testigo a su hijo, también llamado Manuel, que se jubiló en 2013, ya con la Herrería cerrada por su deterioro.

La familia de herreros de los Sánchez ya se encarga de la Herrería de Compludo a principios del siglo XX, cuando consiguió reabrirla después de años de abandono. Pero los problemas económicos de los Sánchez llevaron a que el Banco Urquijo Vascongado se hiciera con la propiedad en 1933 junto a los vecinos de Compludo Raimundo Álvarez Morán y José Redondo Morán, que a su vez vendieron la mitad de su parte a Nicanor Balboa Barrios, permitiendo a Amadeo y a sus descendientes continuar explotando la fragua. La parte del Banco Urquijo acabó en manos de la familia Rojo. Los 14 propietarios actuales no descartan que el linaje de los Sánchez vuelva a hacerse cargo ahora de las visitas al monumento.

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