Diario de León

Edificios singulares

El Teatro tapiado de la plaza del Cristo

La serie sobre la Arquitectura de la Ciudad del Dólar de la Biblioteca Municipal se acuerda del viejo Cine Adriano, que agoniza en La Puebla

Ponferrada

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Costó algo más de 729.000 pesetas de las de 1962. Fue teatro y cine durante un cuarto de siglo. Allí debutó incluso la compañía local Conde Gatón, allá por 1967. Y aunque no sobrevivió a la era del videoclub en los años ochenta, ya lleva más tiempo cerrado y convertido en una ruina del que permaneció en activo. Es el viejo Teatro Adriano, la última de las salas que abrió en Ponferrada el empresario Adriano Morán (1900-1976), y la serie sobre ‘La Arquitectura de la Ciudad del Dólar’ con la que la Biblioteca Municipal y el Archivo Histórico quieren poner en valor los edificios singulares del barrio de La Puebla se acuerda estos días de su historia para dejar en evidencia que, aunque agonizante, todavía se sostiene en el número 2 de la plaza del Cristo, a la espera de que el nuevo urbanismo que llegue o un tirón en la construcción termine por hacerle desaparecer del todo.

El escenario del Teatro Adriano está tapiado para evitar riesgos y después de que hace unos años alguien se atreviera a entrar para llevarse las butacas que aún se conservaban sobre el suelo enmoquetado. Las puertas rojas que daban acceso al patio de butacas, eso sí, se han salvado del expolio y fueron el objeto estrella de la exposición ‘Los papeles de Adriano’ organizada en 2018 por la Casa de la Cultura en memoria del empresario que llegó a estar vinculado con una docena de cines y teatros en el Bierzo a partir de los años treinta, incluido el mítico Edesa, derribado en la plaza de Lazúrtegui en 1975 y una imagen habitual en las postales antiguas de la ciudad.

La entrada del Adriano ocupa lo que en su día fue un garaje particular, con cocina y terraza en el piso alto, continuación del edificio anexo que se adentra en la calle del Cristo. El caserón, hoy de aspecto lúgubre debido al abandono, lo había encargado el propio Morán a finales de los años treinta, en un proyecto en el que intervinieron hasta tres arquitectos municipales, de la época; Emilio Apraiz Buesa, el valenciano Antonio Vicens Moltó y Ángel Mirones, ingeniero que ocupaba el puesto de forma interina y tío de José Martínez Mirones, «el gran arquitecto de la Ciudad del Dólar», según lo define el bibliotecario y archivero de Ponferrada, Jesús Álvarez Courel.

Entrada del Adriano y la casona anexa en los años 60, cuando la calle del Cristo no era peatonal. ARCHIVO MUNICIPAL

El uso de ese espacio , con una balaustrada decorativa en la terraza y un pasamanos de hierro, pasó a ser la entrada al cine y al teatro cuando Morán solicitó en 1960 licencia al Ayuntamiento para construir el cinematógrafo y el escenario en la parte posterior de la vivienda. De nuevo, cuenta la Biblioteca Municipal en sus redes sociales, el arquitecto que firmó el proyecto fue José Martínez Mirones, con Ramiro López como aparejador. Y el presupuesto exacto de la obra, según figura en la documentación que se conserva fue de 729.176 pesetas con 83 céntimos.

Inaugurado dos años después -la primera representación teatral sería un montaje de La Dama del Alba, de Alejandro Casona- la sala llegó a sufrir un incendio sin víctimas en 1977, que no le impidió continuar funcionando hasta mediados de los años ochenta.

Fallecido Adriano Morán en 1976, la empresa exhibidora cerró en 1986 sus últimas salas. Además del Edesa y del Adriano, Morán explotó otro cine con su nombre en la calle Camino de Santiago, el Cine Sil y en algún momento también el primitivo Teatro Bergidum en la calle Ancha y el Teatro Principal. También el Cine Litán en Cacabelos. Y llegó a plantearse, a mediados de los años sesenta, construir otra sala más en el kilómetro 392 de la carretera Madrid-Coruña.

Vendido al propietario de Muebles Mabel, el Adriano aún resiste, como un cascarón vacío, en un barrio que aspira a beneficiarse de las ayudas del Área de Regeneración Urbana de La Puebla Norte. En 2013, el propietario Manuel Rodríguez tenía claro que el Adriano no tenía otra solución que la piqueta. La nostalgia, aunque puede ser una fuerza poderosa, nunca le puede echar un pulso al paso del tiempo.

Escenario tapiado y patio de butacas con el techo desconchado. JESÚS A. COUREL

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