Diario de León

La Treita, el pueblo de la selva oculto al ojo de Google Maps

Esta aldea deshabitada de Vega de Valcarce llegó a estar en venta y para acceder a ella es necesario salir del Bierzo y entrar desde Galicia

M.F.

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Ponferrada

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La naturaleza desbordante de los límites del Bierzo con Galicia ha ocultado a la Treita, pueblo que llegó a estar en venta Hoy, para acceder a él por una pista de tierra hay que pasar a Galicia y volver al Bierzo. Sus últimos moradores fueron Dositeo y el matrimonio de Adolfo y Dolores. M. F.

En el Bierzo aún existen pueblos ocultos a las miradas de todos, perdidos en el olvido del tiempo. La Treita —en el municipio de Vega de Valcarce— es su máximo exponente. El polvo de la floresta o la ya selva natural bajo la que se embosca, se lo ha comido por completo. Lleva tantos años deshabitado y olvidado para el resto del mundo que ni tan siquiera es fácil localizarlo con el ojo que todo lo ve: El del satélite de Google Maps.

Para llegar a este pueblo deshabitado de la Treita, o vas con alguien que te indique, o es imposible dar con el camino de enlace. Es fácil perderse sin remedio. Es un verdadero reto personal llegar hasta él. Para acceder tiene la peculiaridad de que hay que atravesar las tierras de Vega de Valcarce, cruzar a Galicia los límites autonómicos de Castilla y León, para luego tomar un sendero de tierra que, con paciencia y fe, te devuelve de nuevo al Bierzo. Así, se descubren (de imprevisto) robustas casas de piedra que dieron vida a familias numerosas. Al llegar, la primera impresión es la de haber colonizado un lugar virgen de la mano del hombre durante décadas. Es como si allí sucediera algo y los humanos desaparecieran sin dejar rastro, olvidando atrás un rico y bello pueblo sobre un retestero.

Maribel Fernández está casada con un nativo de La Treita, con Francisco Álvarez, y ahora viven en Villasinde. Ayer sábado contaba para este periódico que en una de estas casas de La Treita que hoy salen fotografiadas en este reportaje vivían un matrimonio y sus 9 hijos. En otro de los casones residían otros seis hermanos con sus padres. Allí hubo muchas vidas, que se las comieron ciudades como Ponferrada o Badajoz.

Hace ahora unos 23 años que los suegros de Maribel, Adolfo Álvarez y Dolores González, abandonaron La Treita. Los jóvenes se fueron todos. Los mayores envejecieron y acabaron sus días más lejos de sus raíces, en casa de los hijos. El último habitante de la aldea de La Treita fue un señor llamado Dositeo, y el anterior en dejar el lugar fue el suegro de Maribel, el señor Adolfo.

Allí se vivía en plena naturaleza, dependiendo de la ganadería y de las bondades de la tierra. Tuvieron agua y luz eléctrica, aunque con el éxodo rural, a la alcaldesa de Vega de Valcarce, no le dio tiempo a asfaltar el acceso. Hoy, todo aquello sigue como paralizado por un agujero galáctico. Eso sí, aún cuando está oculto a los ojos de las tecnologías, ha sido también objeto de la rapiña y la acción de los que desmantelan casas abandonadas para vender chatarra y enseres de una vida.La Treita, tras quedar sin vecinos, llegó a estar en venta. Al final el asunto no cuajó porque los herederos son tantos, con posturas diferentes, que no hubo acuerdos de venta. Cuando se construyó la autovía del Noroeste —la A-6, que atraviesa el Bierzo como una columna vertebral— hubo posibilidades de vender el pueblo, pero tampoco existió acuerdo. Al final, la calentura de la venta se enfrió y todo quedó paralizado y retenido en el tiempo. En alguna ocasión esporádica, La Treita vivió intentos de resucitar a la vida, con algún sobrino de un nativo. Pero, vivir allí no es fácil sin servicios. El Ayuntamiento de Vega tiene, como la gran mayoría de los municipios del medio rural, bastantes dificultades presupuestarias para atender el día a día; y por eso, si no hay remedio público, la llamada «España vaciada» será cada vez más vaciada y olvidada.

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