Diario de León

El último giro de la ruleta del barquillero

Ponferrada completa la escultura en bronce de Pepe Cortés con una placa que recuerda su nombre y honra la memoria de un hombre bueno

Hijos y biznietos de Pepe repartieron barquillos gratis. L. DE LA MATA

Hijos y biznietos de Pepe repartieron barquillos gratis. L. DE LA MATA

Ponferrada

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La ruleta del barquillero tenía premio. Por unas monedas, Pepe Cortés hacía girar la rueda en las fiestas y verbenas y uno se podía llevar dos, cuatro hasta diez barquillos. O ninguno. Pero sí la rueda se detenía en el número cero, Pepe —con una escultura en bronce en la plaza del Ayuntamiento que desde ayer está completa con la placa que recuerda su nombre— le daba otro giro a la ruleta. Otra oportunidad. No es extraño que los niños revolotearan a su alrededor y alrededor de la barquillera roja

La ruleta de Pepe Cortés (1914-1998) sobre la barquillera roja donde guardaba los barquillos, las obleas y los caramelos, volvió a girar ayer, cuando se cumplen casi 25 años de su fallecimiento, porque el Ayuntamiento de Ponferrada reunió a su familia, a dos de sus tres hijos, a algunos de sus nietos, a tres biznietos, para colocar a los pies de la escultura que en 2001 fundió el artista Óscar Alvariño Belinchón la placa con su nombre. Y recordar que fue un hombre bueno.

«Era demasiado bueno, todo el mundo le quería», decía ayer Toño, el hijo pequeño de Cortés, delante de la estatua en bronce que reproduce, a escala natural y a pie de calle, sin ningún pedestal que lo eleve del suelo a uno de los personajes más populares y que más cariño despiertan entre los vecinos de Ponferrada. Un hombre que vino de Orense en la posguerra y se dedicó a vender barquillos y caramelos en las fiestas, en el fútbol, allí donde había una verbena, desde Bembibre a Villafranca del Bierzo

La placa es, sobre todo, un guiño a los forasteros y a los turistas y a los jóvenes que no lo conocieron. Y para un día tan especial como fue ayer, la familia se trajo, además, la barquillera original de Pepe, con su rojo vistoso, la pieza y que sirvió de modelo al escultor. La ruleta volvió a funcionar ayer, sí, pero los barquillos traídos en cestas de plástico eran gratis.

José Cortés llegó a Ponferrada en los años de la Ciudad del Dólar. Y con su barquillera a hombros se convirtió en uno de los personajes más queridos de la ciudad y de buena parte del Bierzo, porque no era raro verle aparecer en las verbenas del Cristo en Bembibre y Villafranca del Bierzo, o las fiestas de La Soledad de Camponaraya, o en la Pascua de Cacabelos.

Pepe Cortés, que tenía callos en las manos de fabricar sus propios barquillos con planchas calientes —contaban ayer sus hijos Lolo y Toño— trabajó además hasta muy tarde, porque la Seguridad Social no le reconocía la cotización de sus primeros años. Cuando se jubiló, y dejó de aparecer por las verbenas muchos le echaron (le echamos) de menos.

«Jovial, alegre y sonriente», así le recordó el alcalde, Olegario Ramón, que lo vio tantas tardes en el campo de fútbol de Fuentesnuevas. El regidor contó incluso que su hijo de tres años le ha confundido con el barquillero. Ambos comparten las gafas.

«Un hombre bueno, un ejemplo de tesón», le definió su nieta Natalia, que intervino para recordar que Pepe fue «el último barquillero», un hombre humilde, un trabajador. Desde ayer, con la placa en el suelo, ya no hay excusa para no conocer su nombre.

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