Diario de León

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El último gran arqueólogo de Las Médulas pide guardas y actuar en Candín y La Leitosa

Javier Sánchez-Palencia: «La Junta no ha creado ni un solo puesto de trabajo, ha delegado en el Consejo y el IEB»

Ponferrada

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Fue uno de los artífices, junto a los ya fallecidos Julio Fernández Manzano y María Dolores Fernandez-Posse, de la declaración de Patrimonio de la Humanidad que recibió Las Médulas de la Unesco en 1997. Y a punto de cumplirse treinta años de aquellos trabajos previos, el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Javier Sánchez-Palencia ha difundido un escrito para pedir, frente a quienes reclaman una extensión inmediata de la superficie protegida a los canales romanos, que «antes de intentar ampliar la declaración como Patrimonio Mundial de Las Médulas se leyesen las recomendaciones del comité consultivo de Icomos (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) que acompañan a la declaración» y que no se han llevado a cabo. Entre ellas, destaca, la necesidad de crear una Guardería con personal de la Junta de Castilla y León especializada en la conservación y la difusión del paraje, como ocurre con otras minas de oro convertidas en reclamo turístico en California o en Italia, y de la misma forma que hay personal especializado en el otro lugar de la comunidad reconocido por la Unesco como Atapuerca. «La Junta no ha creado ni un solo puesto de trabajo en Las Médulas, ha delegado siempre en el Consejo del Bierzo y en el Instituto de Estudios Bercianos (IEB)», puntualiza en conversación con este periódico.

Además de los guardas, que deberían estar disponibles en las tres entradas principales de Las Médulas, o de otras recomendaciones básicas como contar con baños públicos, «más allá de los servicios privados de bares y restaurantes», Sánchez-Palencia recuerda que para que la ampliación funcione «es fundamental implicar a los agentes sociales locales en este tipo de iniciativas» y «no basta con ‘declarar’, hay que poner en práctica -las administraciones en particular- medidas activas, generar servicios y recursos, crear empleos».

El arqueólogo del CSIC estima que ampliar la declaración a los canales supondría multiplicar por diez la zona protegida hasta superar con creces las 30.000 hectáreas. Y recuerda que en su momento, no solo costó vencer los recelos de despertaba «la imagen coercitiva que tenía el Patrimonio Cultural» -en el momento en que comenzaron los trabajos de investigación, rememora, «había incluso alcaldes de la zona opuestos a la declaración» por creerla «un estorbo» para la actividad de canteras- sino que la propia Junta de Castilla y León, con el sector pizarrero en mente, dejó «para más adelante» la inclusión de los canales en el Bien de Interés Cultural (BIC) y en la declaración solicitada a la Unesco. «Asustaba la extensión», cuenta Sánchez-Palencia. Y recuerda que «un técnico» llegó a reprocharles que «quería declarar BIC a media provincia de León», ante la pretensión de los arqueólogos del CSIC de incluir en el área protegida a toda la red hidráulica que llevaba el agua a la mina de oro para derrumbar la montaña.

Por eso a Javier Sánhez-Palencia, aunque no lo cita en su escrito, no le ha gustado que voces como la del ingeniero Roberto Matías aseguren ahora que si los canales romanos quedaron en 1997 al margen de la declaración fue porque se consideraron una obra menor. «Eso es falso, la propia declaración lo desmiente», porque la tecnología hidráulica que hizo posible Las Médulas aparece citada en dos de los cuatro criterios en los que se fundamento la petición ante la Unesco.

La delimitación en dos zonas para lograr la declaración de BIC previa a la de Patrimonio de la Humanidad del estudio de viabilidad de 1991-1992 incluía las estructuras hidráulicas, extractivas y de evacuación de las antiguas minas de oro. «Esta delimitación fue incluida en la documentación elaborada desde el CSIC para la declaración de Patrimonio de la Humanidad», insiste el arqueólogo, que considera además «un anacronismo hablar de ‘ingeniería romana’ porque el término no existía.

«Las Médulas -resume- no fueron declaradas Patrimonio Mundial solo por ser una mina muy grande, sino por conservar en excelente estado y con una fácil accesibilidad tanto los restos de carácter tecnológico como las evidencias de comunidades que habitaron el territorio explotado para la extracción del oro, y no solo en época romana,sino también con anterioridad», puntualiza. y añade que «es imposible conocer el impacto que tuvo Roma en la zona si no se sabe lo que sucedía inmediatamente antes».

Sánchez-Palencia no tiene dudas de que la declaración «ha contribuido al desarrollo de la zona» y «se puede considerar un éxito» a escala turística, además de abrir camino a otros paisajes culturales. Pero queda pendiente que «su visita contribuya a valorar y convertir en recursos otras zonas mineras». Y se refiere a otros yacimientos similares como los de Candín en Los Ancares, Los Cáscaros, entre Pradela y Sotelo, La Leitosa, Las Omañas, La Valería, El Teleno y La Valduerna.

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