Diario de León

Memorias de un berciano

Una vida de médico para ser vivida y contada

Francisco Fernández Marqués, a quien Cubillos dedicó un busto por su trayectoria en hospitales de medio mundo, publica ‘Relatos de mi vida’

Francisco Fernández Marqués, ayer, junto al busto que tiene en Cubillos. L. DE LA MATA

Francisco Fernández Marqués, ayer, junto al busto que tiene en Cubillos. L. DE LA MATA

Ponferrada

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La vida de este médico de Cubillos del Sil da para mucho más que un libro. Sólo hay que revisar el índice del que acaba de escribir, Relatos de mi vida. Su prestigiosa trayectoria como profesional de la medicina, especialista en Aparato Digestivo y Endoscopia; viajes, historias... su retiro de nuevo en el pueblo que le vio nacer, donde un busto sufragado por sus convecinos en 2010 prueba sobre todo su calidad humana.

Francisco Fernández Marqués firma hoy, a partir de las 11 de la mañana, ejemplares de «Relatos de mi vida» en la librería Simón de Ponferrada, en la calle Ave María. Un libro dedicado a padres, a sus hijos y a su nieto que, según explica en la presentación, sólo busca dejar «trocitos de mí que espero que les acompañen siempre», y al que da cumplida respuesta Enrique Serrano Guerra, autor del prólogo, en la siguiente página: «La vida no es la que vivimos; la vida es como nosotros la recordamos para contarla».

De toda su trayectoria profesional, Francisco Fernández Marqués se queda con el año que estuvo de médico rural en Pajares de los Oteros. Lo cuenta con orgullo aunque estuviera 37 años como jefe de Digestivo en el Hospital de Valdecilla de Santander, o pasara por centros hospitalarios de primer nivel de Berlín, Bolonia, Nueva York, Estocolmo o Madrid.

«Fue una experiencia imborrable. En el año que estuve no se me murió ningún paciente; y fui el médico más joven de la provincia», dice Francisco Fernández Marqués echando la vista atrás en aquel pueblo del sur de León.

Algo que le gusta mucho del libro es un capítulo dedicado a anécdotas de Cubillos. Historias de su vecino El Fungo , El Calores , El Cubano ... «Los vecinos eran muy caritativos y colaboradores entre ellos. Cuando una familia tenía una desgracia —se le incendiaba la casa o se le moría un animal— solían salir a pedir ayuda y el resto del pueblo colaboraba lo que podía», cuenta en una de ellas. Desde que se jubiló ha vuelto a Cubillos. Allí vive, entregado a su jardín, con actividades como el Rotary Club, el IEB, la Noche Templaria. Con la misma sencillez.

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