Diario de León
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León

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Con inquietante preocupación y alarmante perplejidad he podido leer una reciente entrevista suya, en la que no sólo anuncia que volverá a presentar su candidatura a la alcaldía de León, sino que además asevera con rotundidad que piensa ganar los comicios. Obviamente está en su derecho de hacer tales advertencias pero permítame exponerle unas breves indicaciones por si tiene usted a bien reconsiderar su decisión: soy un ciudadano de la pedanía de Armunia, por si no lo sabe perteneciente al Ayuntamiento de León y por tanto, dentro de su jurisdicción y que está viendo como el barrio, muy próximo al centro de la ciudad, se está convirtiendo paulatinamente en un suburbio marginal, deprimido y depauperado. Permítame explicarle el por qué de esta conversión manifiestamente evidente; su inanición, haciendo suyo el lema de un insigne líder de su partido, el “no hacer, es hacer”. Hoy por la mañana me he levantado decidido a hacer aquello que no hacen sus empleados del servicio municipal de limpieza, barrer la acera, pues la ausencia del citado personal o su desinterés en la labor ejercida, me lleva a “privatizar” su cometido. He de resaltar particularmente la labor de los operarios de recogida de contenedores que, como si se tratase de una contrarreloj, pasan por el municipio con su camión, recogiendo los residuos del interior y obviando todo aquello depositado fuera. Como no hay barrendero que haga la limpieza del municipio y los operarios de la basura sólo recogen el interior de los contenedores, no le será difícil imaginar que las bolsas de basura se dispersan por el suelo y se rompen, provocando un problema de salubridad pública por el advenimiento de roedores, gatos y otras alimañas, lo que motiva que algún piadoso vecino, harto de aguantar malos olores y suciedad, opte por intervenir y asumir las funciones del personal de limpieza que tan magistralmente dirige. Si difícil es ver un barrendero, más aun es encontrar una acera en condiciones para transitar, innumerables de ellas rotas y desconchadas, favoreciendo las caídas y accidentes de los vecinos/as, muchos de los cuales son ciudadanos/as de edad avanzada, siendo usual igualmente, encontrar que alguna de las abundantes fincas y prados del municipio son invasores de las aceras, imposibilitando la accesibilidad. Mención especial se debe hacer respecto el tráfico de vehículos que soporta esta pedanía leonesa, ubicada entre dos polígonos industriales y el poco favorecido parque Tecnológico, lo que invita a repartidores y usuarios a transitar por el atajo que proporcionan sus calles con inusitada velocidad por ausencia de resaltos y badenes y que, anuncio con anticipación, va a provocar una desgracia de predecible resultado y posterior lamento. Tampoco ayuda el caótico estacionamiento de vehículos en las estrechas calles, impidiendo la fluida circulación de automóviles, provocando entre conductores, como usted ya bien sabrá, alguna algarabía de triste y prehistórico resultado. Podría seguir enumerando las escasas virtudes de esta, en otro tiempo, insigne pedanía, como por ejemplo, los pasos a nivel que bordean el municipio, el estado de ruina y abandono de innumerables inmuebles olvidados por sus propietarios y que tampoco gozan de la atención del ayuntamiento de León, de manifiestos conatos de chabolismo por ciudadanos que convierten la calle en su estercolero y prado particular, de las carreras nocturnas de coches, de las zonas de “trapicheo” de droga, de la ausencia de policía, de la escasa y deficiente iluminación…... También quiero expresarle mi enorme hastío porque las quejas y reclamaciones para solucionar estas enormes deficiencias observadas, realizadas ante el servicio de atención ciudadana, así como las peticiones realizadas ante la concejala interviniente en algún que otro programa de radio y expuesta a la indignación vecinal, quedan en el saco de los olvidos. En fin, espero que tenga a bien comprender la indignación de este ciudadano que escribe, no sólo aduciendo que pago mis impuestos, que los pago y son elevados, si no porque ve con resignación y tristeza como un trocito de la ciudad de León se convierte por la inanición de sus dirigentes en una zona marginal, residual y deprimida.

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