Diario de León

Clemente disiente de Casado y habla de la inmigración como motor económico

La presidenta de las Cortes de Castilla y León exige que España no quede al margen del «drama» de Venezuela.

La presidenta de las Cortes, Silvia Clemente, observa a dos de los participantes en el acto de ayer. NACHO GALLEGO

La presidenta de las Cortes, Silvia Clemente, observa a dos de los participantes en el acto de ayer. NACHO GALLEGO

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La presidenta de las Cortes de Castilla y León, Silvia Clemente, ha afirmado que la Comunidad no puede «estar al margen» de la «crueldad, el drama humanitario y la opresión» que sufre el pueblo de Venezuela, quienes al igual que el resto de inmigrantes son un aporte «esencial» y un «motor de crecimiento» para la región.

Así lo ha indicado Clemente este sábado durante la cuarta edición del encuentro ‘Castilla y León, Tierra de Acogida ‘, un acto moderado por el monologuista vallisoletano Martín Luna y al que han acudido más de 680 inmigrantes, 50 de ellos refugiados, procedentes de más de 40 países, y en el que se han conocido las experiencias personales de varios de ellos.

Clemente ha sostenido que en el mundo «no puede haber fronteras» cuando se trata de la libertad, la democracia y la dignidad, por lo que, a su juicio, la Comunidad no puede quedarse al margen del «progresivo empobrecimiento económico» que ha sufrido Venezuela a causa de la «dictadura».

«Lucha por la disgnidad»

De este modo, ha mostrado su apoyo y «solidaridad» a los 1.124 venezolanos que residen en Castilla y León y ha recordado la unión y los lazos con este país «hermano» que también fue «tierra de acogida» para los emigrantes castellanos y leoneses.

«La migración es una lucha por la dignidad que permite que las personas elijan salvarse a sí mismas y escoger la oportunidad de una vida mejor», ha defendido la presidenta de las Cortes, para hacer hincapié en que la Comunidad «comprende» y «siente muy de cerca» esta realidad, pues acoge a 128.333 personas de 120 nacionalidades distintas.

En este sentido, ha aseverado que es «importante» que esta parte de la población conozca sus derechos y obligaciones y las herramientas que brinda el Estatuto de Autonomía para su acceso al mercado laboral, la vivienda o educación, entre otros.

Durante el acto, también se ha dado voz a los inmigrantes. El primero de los oradores, el estudiante venezolano Doni Dagson Rivero, que se marchó tras ser perseguido por su militancia en la oposición , ha colocado una bandera de su país en el atril antes de empezar un discurso en el que ha resaltado, en declaraciones recogidas por Europa Press, la «emoción» y el «agradecimiento» que siente con los países que han apoyado a «la vida» y «la democracia» de su país en estos momentos «tan duros» en los que se produce una «violación de los derechos humanos».

«No puedo olvidar a quienes en mi país no tienen voz, a los presos políticos, a los asesinados y a un pueblo entero que clama por la libertad», ha continuado, para asegurar que los venezolanos emplearán «todo el esfuerzo» para que «el poder de unos no acabe con los mas humildes y desprotegidos».

Mariángela Calderón Coirán, también estudiante venezolana que huyó de su país tras sufrir un secuestro por formar para de un movimiento estudiantil de la oposición, ha reiterado que se trata de una época «muy dura» para su país, en la que ha visto morir a amigos, que les ha enseñado a ser «fuertes» y ha afirmado que vive un momento de «incertidumbre» pero con «nuevas esperanzas».

Asimismo, ha agradecido a Castilla y León por recibir a su pueblo y ha felicitado a todos aquellos que salen de su país «a luchar por un nuevo futuro» porque, como ha incidido, no es un situación «fácil».

Otro venezolano, el escritor Boris Izaguirre, ha respaldado, a través de un mensaje, en vídeo las palabras de sus compatriotas y ha ensalzado la ayuda y el reconocimiento de la comunidad internacional para conseguir que la «tiranía de 20 años de secuestro» de Venezuela se encuentre «cerca de terminar». Izaguirre también ha destacado a España como «tierra de acogida» y ha subrayado la integración como uno de los «mejores ejercicios» que permite a los inmigrante superar los días de «inmesa soledad».

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