Diario de León
Publicado por
VERLAS VENIR ERNESTO ESCAPA
León

Creado:

Actualizado:

C on el mosquilón andaluz del domingo abordamos la vaguada constitucional en medio del fuego cruzado de las variadas y enfurecidas talanqueras de nuestro tensionado universo político. Así que metidos en semejante alboroto, va a resultar imposible no sólo la pretensión de remendar la Constitución en cuarentena, sino incluso ir apartando, para no confundir a la concurrencia, a quienes la defienden de aquellos que directamente proclaman su incumplimiento.

Que andan tan ufanos y crecidos en este momento, que incluso suman a su procesión al irreverente Demetrio, obispo cordobés apenas recuperado del festejo de su patrono diocesano san Acisclo. Aunque a decir toda la verdad, para no engañarnos, el panorama ambiental fue más o menos siempre el mismo desde el preciso momento del refrendo constitucional, hoy hace cuarenta años. Asunto distinto supuso ir viendo cómo madrugaban para tomarla de escapulario a conveniencia, cuando deducían que su cuelga y exhibición conllevaban determinados provechos.

Conscientes de que presagiar lo ya sabido siempre esconde una trampa, sigue pareciendo inverosímil que los más próximos a quienes funcionan con el abuso como método, luego se llamen a engaño y muestren sorpresa al rebotarles el malestar tenazmente cultivado durante años. También es cierto que acostumbrados al paladeo de una respiración política cocinada con reiteración decenal, resulta más fácil imaginar que va a seguir la bola y que viva Bartola, que estar advertidos del acabóse.

Pero es lo que hubo y ahora toda espabilar. Sin hacerse los pardillos ni ponerse a conjugar fantasías, cuidando no incrementar el rebote de los ofendidos. Que no son exactamente los pardales de la cuerda de al lado, cuyas cuitas acaban resultando igual de estrafalarias. Se llegó al domingo con unas previsiones orientadas por la sociología de garrafón institucionalizada en el CIS, cuyos presagios alimentan sin gasto las glosas de un tropel de replicantes y opinadores estabulados en diferentes taquillas de influencia.

Desde entonces, ya son la corporación más baqueteada por las elecciones, que anticipó una presidenta convencida de que en este manejo del paso por las urnas iba a recaudar una mayoría más cómoda para seguir gobernando. Sin reparar en su propia trayectoria de contumaz perdedora, siempre incapaz de adornar las derrotas con dimisión, y lo que es incluso más grave, sin calibrar lo que supone tener a sus dos predecesores en la presidencia del gobierno andaluz encausados ante el Supremo. Hay cosas que la concurrencia ni puede ni debe digerir.

Una vez en la tesitura inesperada de la derrota, sólo cabe gestionarla con grandeza redentora de culpas y sin incurrir en la trapacería de quienes en similar circunstancia apelaban al gobierno de la minoría más votada. Porque la semana constitucional también examina de coherencia y no paga el tiro andar indagando rastros de grandeza en el proceder de Teodorín García Egea el Aceitunero, quien trazó su órbita curricular lanzando cuescos de aceituna.

Ni Teodorín, ni su masterizado patriarca, ni el abrupto vitoriano Maroto recurren en Andalucía a su principio nuclear según el cual siempre debe de gobernar la lista más votada. Como tantas veces en la estrategia marxiana, unos son los principios que se predican y otros radicalmente contrarios los que se despliegan en la interlocución cuando no convienen los principales. Por eso, entiendo que la única terapia eficaz para aislar al bicho emergente en Andalucía, es facilitar el gobierno de Ciudadanos, purgando de paso, que ya va siendo hora, las tropelías de Susana y sus chiquilicuatres.

tracking