Diario de León

«No tendría que demostrar que soy buen padre, ¿antes de divorciarme no importaba?»

Adolfo estrenará la custodia compartida: «Somos iguales y tienen derecho a estar con ambos». Hay quien opta por no divorciarse por «la ruina emocional y económica». .

Adolfo en su casa en la que dentro de pocas semanas residirán sus hijos la mitad del tiempo.

Adolfo en su casa en la que dentro de pocas semanas residirán sus hijos la mitad del tiempo.

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A. CALVO | Valladolid
León

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Viven a pocos metros. El bus les deja en el medio de ambas casas. Dos días en la de su madre y otros dos en la de su padre. Se han afanado en que sus hijos no sean «niños maleta», yendo de un lado para otro, y han diseñado un planing que convence a todos los implicados. Hasta el juez, que ha ratificado el acuerdo de custodia compartida sobre sus dos hijos. Adolfo está a punto de ‘estrenarla’ en menos de quince días y abandonar el régimen de visitas.

«Estoy feliz porque son mis hijos y lo hemos acordado de un modo que no va a ser brusco para ellos. Van al instituto y a la salida se van a casa del otro dos días. Estamos cerca y existe flexibilidad, pero así no me voy a perder ni su educación, ni su vida», comenta Adolfo, quien añade que cada uno tiene que modificar aspectos de su rutina para el nuevo escenario. «Hay que adaptarse, vivir cerca de donde vivías cuando estabas casado para que no les cambien mucho las cosas a ellos, adaptar tu trabajo a las peculiaridades de las nuevas obligaciones que tenemos y minimizar las discusiones».

Está satisfecho de recuperar, según explica, «un derecho adquirido desde que uno es padre»: a ejercer de ello, y a satisfacer otro: el de sus hijos de disfrutar de ambos progenitores.

Es ferviente defensor de que la responsabilidad se reparta por igual y por ello preside la delegación vallisoletana de la asociación SOS Papá, con sedes en León, Salamanca y la propia Valladolid, que aglutinan a 200 socios en la Comunidad. «Somos iguales, así debe de ser mientras estás casado y también después. Por el interés de los menores», señala.

Adolfo rechaza que los jueces comprueben y valoren «la dedicación anterior a los hijos». «La organización antes era de un modo porque ambas partes así lo decidieron, una vez que te separas debes adaptarte a una nueva situación y no por antes haber trabajado doce horas les quieres menos», indica. También critica que se evalúe la ‘idoneidad’ de ellos «más que la de ellas»: «No tendría que demostrar que soy un buen padre si lo he sido siempre, antes de divorciarme lo era. ¿Es que acaso antes no importaba?».

Es consciente de que forma parte de ese reducido 10% de padres que comparten el ciudado de sus vástagos y aboga porque la ley dé un paso más que el anteproyecto aprobado: que establezca como norma la custodia coparental y a partir de ahí buscar las excepciones.

Lógicamente, no todos los casos se resuelven como el de Adolfo. La mayoría de custodias, que las ostenta la madre, no son bien recibidas por la otra parte. «Me echan de casa, pago la mitad de la hipoteca y sólo veo a mi hijo los fines de semana alternos y algún día suelto», comenta Lorenzo, que se divorció de su esposa hace ya un lustro. «No voy a meterme en un costoso e interminable juicio, hacer pasar a mi hijo por hablar con psicólogos y el juez para al final quedarme como estoy. No compensa».

Otros se resisten a dar el paso de salir del domicilio conyugal. «Hay quienes optan por no separarse por la ruina sentimental al perder a los hijos y económica por todos los gastos que tienes que hacer frente», indica Adolfo.

Muchos de los que sí optaron por separase le dan en parte la razón al sufrir las secuelas emocionales: «Separarse de tu mujer no es sólo eso, también es hacerlo de los hijos, por eso tardé tanto en decidirme. Hasta que ví que no podíamos seguir juntos. Pero aguanté lo que pude para verlos crecer. Nadie merece ser separado de un hijo», añade el leonés Fernando.

Lo cierto es que la medida de tintes salomónicos de Gallardón se enfrenta a una cultura clásica de la madre como criadora superior que defienden no sólo las mujeres.

María Jesús, abogada vallisoletana, discrepa de la idea de una crianza compartida. «No se les separa del padre, pero tampoco vas a volverlos locos. Tienen que tener una estabilidad y ésta, en la mayoría de los casos, es con nosotras. Las madres, casi siempre, les hemos cuidado más, les hemos parido y eso no se iguala», indica. «Un régimen de visitas amplio, pues sí, no deben de perder el trato con él, pero tampoco vivir en un caos al ir de una casa a otra», defiende.

Y Francisco, profesor segoviano, sin conocerla, le da la razón. «No pedí la custodia compartida no porque viera pocas posibilidades, quizá me la hubieran dado, sino porque con su madre tienen un lazo especial y eso pasa por vivir con ella. Yo adoro a mis niñas, pero las veo más felices y serenas estando con mi ex. Lo respeto. Claro que me gustaría acostarlas todas las noches, leerlas los cuentos como siempre... Cuesta, pero importan ellas».

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