Diario de León
Imagen de uno de los lobos de la reserva. J. J. GUILLÉN

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En la Sierra de la Culebra, cuna y hogar del lobo ibérico, está la localidad zamorana de Villardeciervos, que gracias al turismo, y concretamente al «turismo lobero», está manteniendo su índice demográfico y la actividad de los más de 20 negocios que funcionan en este pueblo de 430 habitantes.

La localidad es el vivo ejemplo de cómo el turismo rural, la naturaleza y la fauna salvaje, pueden ser el motor económico que, si bien aún no han logrado aumentar la población sí han contribuido a mantenerla. «Hay que darle tiempo, hemos empezado hace pocos años a promocionar el pueblo», que ha vivido de la ganadería y ahora vive fundamentalmente del turismo, indica a Efe el que es su alcalde desde hace cinco años, Lorenzo Jiménez. «Los negocios se mantienen por los visitantes, de modo que la población se mantiene gracias al turismo», afirma rotundo y añade que se puede decir que la turística es la única actividad económica del pueblo.

El objetivo de Jiménez es lograr que Villardeciervos consiga la mayor cantidad de población posible, y «el recurso que nos queda es que la gente venga al pueblo a dejar dinero en los negocios o a quedarse, y eso solo puede ser a través del turismo».

No cuenta con cifras exactas de visitantes, pero tiene un dato importante: «en agosto de 2019 pasaron por la Oficina de Turismo 270 personas y en agosto de este año, 480».

Villardeciervos no tiene un castillo, una iglesia, un puente... ningún edificio que destaque sobre el resto, es su conjunto arquitectónico lo que constituye su atractivo. De hecho, «fue declarado Conjunto Histórico en 1987», recuerda su alcalde.

Y además, este pueblo zamorano tiene playa. La playa de Los Molinos, en el embalse de Valparaíso, que atrae a muchos visitantes — «2.000 o 2.500 personas pueden venir al día en un fin de semana de agosto»— que no suelen hacer gasto en el pueblo, pero «la playa sí es un buen recurso promocional».

TURISMO «LOBERO»

Pero es el turismo de naturaleza el que más tirón tiene. Los paisajes de la Sierra de la Culebra, sus rutas para hacer senderismo... y «lo que yo llamo el turismo de fauna, con atractivos como la berrea en su época, por ejemplo, y con mención aparte para el lobo», explica Jiménez.

Porque el lobo es el rey de la comarca. La Culebra es su casa, su cuna, aquí ha vivido el lobo «desde siempre», indica Javier Talegón, biólogo creador de Llobu, una empresa dedicada a lo que él llama turismo de conservación, «porque no se trata solo de avistar lobos, sino de conocerlos y enamorarse de ellos para contribuir a su conservación».

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