Diario de León

CORNADA DE LOBO

Bronca al cachopo

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Ferran Andrià sacó a pacer la lengua de catar hieles cuando dijo en una entrevista a La Voz de Asturias que el llamado cachopo asturiano no deja de ser una croqueta.

¡Uyyy lo que ha dichooo!... en el agudo cosmos babayu armose la de Dios es Twitter... y le escurrieron.

Tente, Manín, no te esgüeyes, que el catalán no desbarra... algo sabrá.

De un tiempo a esta parte se ensalza mucho el cachopo como rotunda artillería culinaria, bandera del gran comilón, plato ideal para festín carnívoro de peña u homenaje, así que el asturianu saca pechu y chapa con su cachopu como si procesionara a la Santina pidiendo arrodillarse, ho... y resulta ser un plato de anteayer jamás visto en la cocina asturiana ni tiene más regla que ver quién lo hace con más bultu, más preñau, más caru o más a lo animal, ese sentido de lo grandón al que tanto propende el asturcón falampos... y como todo se pega, mañana vendrá el de la cocina fusión haciendo «el más raru» (entre filetinos de atún va arroz basmati con gambes, algues, bígarus y aguacate, rebozau to ello con crujiente japonés; supéralo).

El cachopo no deja de ser lo que toda España conoce como filete Sanjacobo (Santiago), que copiamos a los franceses y estos a los suizos que empezaron enrollando una loncha de jamón con otra de queso gruyère, rebozándolo en huevo, pan rallado y frito a alta temperatura. Los franceses enriquecieron la cosa añadiendo al jamón un escalope fino de ternera y colando ahí su queso azul roquefort, ¡buenos son ellos!, llamando al asunto «cordon bleu» para fardar en menús de carta cara.

La cosa no tenía más, salvo alguna guarnición vegetal de escolta... hasta que vino un asturiano grandón amenazando: vos voy a estrapayar del sustu porque métoos ahí esparragus, pancetes, cecines, cabrales, jamón, pimientus, guisantinos y un carru coses que van dejarvos fartucus pa un mes.

Y ya tenemos el cachopu. Hay restaurantes que los anuncian de 40 cms, sudario genial para un atracón con infarto de postre. Y no te piques ni engañes, Manín, en realidad sólo es una croqueta. Eso sí, ¡la más grandona!

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