Diario de León

El baile del ahorcado

El sueño del indiano

León

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En principio parecería que con Internet casi nada tiene ya sentido. Tampoco, un centro cultural en un lugar como Cerezales del Condado, un pequeño pueblo de León en el que el domingo se hizo real el sueño del indiano. Hablaba el otro día con un amigo acerca de la descapitalización de la provincia. Los cuadros profesionales se van de las cabeceras de comarca ante la ausencia de infraestructuras. No hay riqueza, ni tiendas, ni cultura, ni bares, y, al final, tampoco gente. Los pueblos pierden su geografía humana por una mezcla de dejadez e intencionalidad política por la que alguien deberá rendir cuentas.

La cultura crea arraigo. No, no es así la frase. La cultura es lo único que crea, que hace que algo exista para siempre. Babilonia nunca dejará de existir y Troya seguiría existiendo aunque un arqueólogo ‘loco’ no la hubiera descubierto. Yoknapatawpha, Macondo o la isla del tesoro son más reales que cualquier lugar real porque la fabulación nos hace eternos, es nuestra realidad más íntima y, por lo tanto, la más cercana. La cultura es arte, es literatura, es cine, es naturaleza, es educación sentimental, es cocina, son olores y sabores, es lo que recordamos, lo que genera las ficciones en las que vivimos, lo que se mezcla con nuestros pensamientos y nos hace hablar lo que hablamos y decir como lo decimos.

Mientras sigamos creando cultura no moriremos, no para siempre. Es así que comenzó la historia. Por eso la obra creada en recuerdo de Cinia, la mujer del filántropo, es un milagro en un tiempo marcado por la decepción. La fundación y el museo que ayer abrió en Cerezales vertebra una parte de la provincia, la cose con el hilo inalterable de la creación. Edificios de cristal para no perder de vista que el hombre no puede convertirse en un lugar alejado de lo que le rodea, porque la cultura más universal es la más local. Por eso, la fundación será un éxito. Ya lo es. Decía el domingo Hasmish Fultom que hay que salir y entrar del sendero, reencontrarse con uno mismo mientras se camina. Eso es la cultura, abandonarse en lo que otros idearon para no perder(se) la humanidad.

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